4/13/2016

APOLOGÉTICA, por John Francis


APOLOGÉTICA
En Defensa de la Fe


TABLA DE CONTENIDO

  • INTRODUCCIÓN
  • LECCIÓN 1: APRENDAMOS A RAZONAR LÓGICAMENTE
  • LECCIÓN 2: ¿CÓMO SE PUEDE DEMOSTRAR QUE DIOS EXISTE?
  • ¿EXISTE UN DIOS?
    • MIRANDO LA OPOSICIÓN
    • RESPUESTAS AL ATEISMO
  • LECCIÓN 3: ¿CÓMO SE PUEDE DEMOSTRAR QUE LA BIBLIA ES LA PALABRA DE DIOS?
    • Los varios documentos "originales"
    • Pruebas "filosóficAs" de Inspiración
  • LECCIÓN 4: LA EXISTENCIA DEL JESÚS HISTÓRICO, LA DIVINIDAD DE JESÚS, Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS
    • A - LA HISTORICIDAD DE JESUCRISTO
    • B - LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO 51
    • C - LA DEMOSTRACIÓN DE LA RESURRECCIÓN
      • A. La Tumba Vacía
      • B. Los Apóstoles Transformados
      • C. La Iglesia Primitiva
  • LECCIÓN 5: LA TRINIDAD
  • LECCIÓN 6: ¿SE PUEDE DEMOSTRAR QUE HUBO UNA ENCARNACIÓN?
  • LECCIÓN 7: ¿LA ARROGANCIA DEL CRISTIANISMO?
  • LECCIÓN 8: LA CIENCIA Y LA FE
    • ¿HAY CONFLICTO ENTRE LA CIENCIA Y LA FE CRISTIANA?
    • Científicos creyentes E INCRÉDULOS
  • LECCIÓN 9: CREACIÓN O EVOLUCIÓN - I
  • LECCIÓN 10: CREACIÓN O EVOLUCIÓN - II
    • ¿CHAPUZAS DE LA CREACIÓN?
  • LECCIÓN 11: CONTRADICCIONES Y MILAGROS
    • ¿QUÉ HACER DE LAS CONTRADICCIONES EN LA BIBLIA?
    • ¿SON POSIBLES LOS MILAGROS?
  • LECCIÓN 12: LA MORALIDAD DEL CRISTIANISMO
    • POR QUÉ DIOS PERMITE LA MALDAD Y EL SUFRIMIENTO
    • LOS CRÍMENES EN EL NOMBRE DE CRISTO
    • LOS ACTOS VIOLENTOS MANDADOS POR DIOS
    • EL DERECHO DEL CRISTIANO DE JUZGAR ENTRE EL BIEN Y EL MAL MORAL
  • CONCLUSIÓN
  • BIBLIOGRAFÍA



Asignatura: Apologética

INTRODUCCIÓN


Temas:

Hay muchas clases de preguntas que un estudio de Apologética podría tratar de contestar. Vemos algunos ejemplos a continuación.

¿Existe un Dios?
¿Es la Biblia la Palabra de Dios?
¿Qué hay de la Trinidad?
¿Se puede demostrar que hubo una encarnación?
¿Se puede demostrar que Jesucristo resucitó de los muertos?
¿Son posibles los milagros?
¿Hay conflicto entre la Ciencia y la Biblia?
¿No ha demostrado la ciencia que la versión bíblica de la crea­ción es falsa?
¿Por qué se puede decir que ciertas cosas están moralmente bien, y otras cosas mal?
¿Cómo se puede pretender que el cristianismo es el único camino a Dios?
¿No es culpable el cristianismo de muchos crímenes y guerras?

Obviamente, no se puede contestar a todas las preguntas en una asignatura como ésta, pero examinaremos algunas de ellas.
"Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa (Gr: pologia apologia) con manse­dumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros" (1 Pedro 3:15)

La apologética, según el Diccionario Larousse, ed. 1963, es "la parte de la teología que tiene por objeto defender la religión cristiana contra los ataques de sus adversarios".

Otra definición, que Jean Pierre Adoul adaptó de Dictionnaire de la Langue Philosophique, Foulquier, P.U.F.: La apologética es la parte de la teología que tiene por objeto establecer, por medio de argumentos históricos y racionales, el hecho de la revelación cristiana, terminando en el juicio entre creer y no creer, precediendo la fe.

Según el diccionario Salvat Básico, es el "conjunto de argumentaciones destinadas a demostrar la credibilidad del cristianis­mo. Aplicado especialmente a la literatura antipagana de los primeros siglos o a la polémica moderna contra el racionalismo".

En la Biblia, y por tanto en la mente de Dios, la Fe, la Inteligencia, y la Verdad, no son disociadas entre sí, ni mucho menos opuestas. La fe es el consentimiento de la inteligencia a la Verdad discernida. No existe una auténtica fe donde no hay una verdad al menos entrevista, conocida, discernida por la inteligencia humana.

La inteligencia del hombre natural necesita ser sanada, y renovada, según Efesios 4:18 y 23, por medio de la acción del Espíritu, pero éste nunca obliga; nunca sustituye a la inteligencia.
Si la apologética tiene que ver con "defender", con "argumenta­ciones", con "credibilidad", y con "polémica", entonces es muy importante desarrollar el arte del razonamiento lógico. Sino, nuestras argumentaciones carecerán de credibilidad, y tampoco sabremos reconocer los fallos de razonamiento de quienes se oponen a la fe.

No es que la fe depende de los razonamientos. Pero la fe es razonable, y además el razonamiento es una facultad de la cual Dios nos ha dotado y tenemos la responsabilidad como seres humanos de desarrollarla. Las personas no vienen a la fe por medio de argumentaciones y razonamientos, pero el razonamiento sano puede quitar barreras que se interponen entre las personas y el oír el evangelio. Si una persona se niega a escuchar la presentación del evangelio, porque ha tropezado con un falso razonamiento, entonces el amor nos pide que le ayudemos en su razonamiento.

¿Se puede demostrar la realidad de la fe cristiana en el sentido cien­tí­fico? ¿Se puede demostrar científicamente la Creación, la histo­ri­ci­dad de Jesucristo: su encarnación, su ministerio, su crucifixión, su resurrección, y su ascensión? La respuesta es No. Pero en el mismo sentido tampoco se puede demostrar que existieron los reyes católicos, o Napoleón, o el general Franco. Ahora bien, negar que el General Franco haya existido sería una necedad. Pero no se puede demostrar científicamente que existió. ¿Por qué? Porque la demostración cientí­fica, empírica, necesita la posibilidad de repetir una experiencia, y ninguna de esas realidades es repetible. No podemos reproducir a Franco; ni tampoco a Napoleón o los Reyes Católicos. Tampoco podemos reproducir la resurrección, la crucifixión, o la creación.

Por tanto, que no nos pidan que demostremos la realidad de nuestra fe en una manera científica, empírica. Muchas de las cosas que cree­mos, con razón, no se pueden demostrar en esa manera.

Las bases racionales de nuestra fe se encuentran en pruebas razonables; la carencia de otras explicaciones; las consecuencias de estos acontecimientos; y los testimonios sobre ellos. Porque si no podemos demostrarlos en una manera empírica para satisfacer una investigación "científica", en cuanto a muchos de ellos los podemos demostrar en una manera que podría satisfacer a un tribunal legal. También podemos dar suficientes pruebas históricas.

La ciencia empírica, por tanto, no es todo lo que hay en este mundo. Hay ciencia histórica, ciencia legal, ciencia social, ciencia matemática, etc. Por tanto, no hagamos de la ciencia empírica nuestro Dios. Y sepamos que es posible ser incrédulo, o escéptico, y ser bastante dogmático. Como dice Paul Little, hay muchas cosas reales que se hallan fuera del alcance de comprobación por medio del método científico. El método científico es útil sólo con cosas que se pueden medir. Nadie ha visto jamás tres metros de amor, o dos kilos de justicia, pero sería ridículo negar la realidad de esos conceptos. Insistir que hay que "demostrar" las realidades espirituales por medio del método científico, es como insistir que se utilice un teléfono para medir la radioactividad. No fue hecho para ello.[1]

En este curso, la primera lección, que trata de cómo reflexionar de una manera lógica, es opcional. En realidad, no forma parte del curso mismo. Es más bien como un apéndice que he puesto al principio en vez de al final. La materia empieza verdaderamente con la lección 2.


LECCIÓN 1: APRENDAMOS A RAZONAR LÓGICAMENTE


Sería importante, antes de empezar, pues, entender ciertos principios del razonamiento lógico. Porque muchos de los ataques que se hacen a la fe se hacen desde argumentos que carecen de fuerza lógica, pero sólo podemos discernir esto si entendemos algo de la lógica. Para esto, empezaremos con unas cuantas definiciones que tienen que ver con el razonamiento lógico.


Razonamiento:
                                   

Facultad, acción o modo de razonar. Serie de conceptos que se deducen unos de otros y permiten llegar a una demostra­ción: razonamiento bien fundado. Opera­ción mental o lingüística por la cual a partir de una o varias proposiciones se infiere otra.

Razonar:

Valerse de la razón para juzgar de una cosa. Hablar, dis­currir. Explicar por medio de razones y pruebas un dictamen, cuenta, etc.

Razonamiento subjetivo:

Razonamiento basado en, o en el cual influye fuertemente, lo que uno quiere creer, en lo que uno siente, o en la posición filosófica de la persona.

Razonamiento
Objetivo:

Razonamiento basado en los principios de la lógica, sin tener una filosofía, un sentimiento, o un deseo personal como presuposición.

Racionalismo:

Doctrina filosófica que rechaza la revela­ción y pretende explicarlo todo por medio de la razón. Doctrina que pretende que las ideas no nacen de la experiencia, sino de la razón.

Lógica:

Ciencia que enseña a racionar con exactitud. Ciencia que estudia las condiciones formales de la validez de una argu­ment­ación.

Silogismo:

Argumento que consta de tres proposi­ciones: la mayor, la menor, y la conclu­sión, deducida la última de la primera, por medio de la segunda. Ej: Todos los hombres son mortales (mayor), ahora bien, tú eres hombre (menor), luego eres mortal (conclusión).  Argumento que consta de tres proposi­ciones, la última de las cuales se deduce de las otras dos. (Las premisas pueden ser universales o particu­lares, positivas, o negativas. Conforme a la clase de premisa, y a su posición en el silogismo, la inferencia es lícito o no. Hay 256 combina­ciones posibles, de las cuales sólo 24 son válidas, las demás siendo excluidas por una u otra de las leyes de la lógica.

Proposición:

(Dicc. Salvat): Enunciación de una verdad demostrada o que se trata de demostrar. Parte de un discurso en que se expone de que se quiere persuadir al oyente. Una proposición es una frase (o porción de una frase) que es verdad o falsa. Ejem­plo: "Domingo es el primer día de la semana", es una proposición. "Domingo es el segundo día de la semana" es también una proposición. Pero "Vota por el sí en el referéndum" o "Vota por el señor X" no son proposiciones. Sin embargo pueden haber proposiciones implícitas en estos dos últimos ejemplos: "El sí es la res­pues­ta correcta", o "El señor X" sería el mejor presidente (o diputado, o lo que sea)" serían proposiciones.

Premisa:

Cada una de las dos primeras proposi­ciones de un silogismo. De las premisas se saca la conclusión. Base o supuesto para una discusión, tratado, etc.

Demostración:

Razonamiento mediante el cual se estab­lece la verdad de una proposición.

Demos­trar:

Probar la verdad de algo, sin que se pueda dudar de ello. En lógica, matemáticas u otra ciencia, seguir un razonamiento que produce la certeza sobre una afirmación.

Presuposición:

Suposición previa. Lo que se supone causa o motivo de una cosa. Presuponer: Suponer previamente una cosa antes de tratar otra.

Conclusión:

Consecuencia de un argumento. En el silogismo, proposición derivada de las premisas.

Deducción:

En lógica, inferencia en que una conclu­sión resulta necesaria­mente de una o varias premisas. La lógica tradicional suele exigir que al menos una de éstas sea más extensa que la conclusión.

Antisobrenaturalismo:

Una presuposición común en el estudio histórico moderno, que afirma que no hay Dios, los milagros no son posibles, vivimos en un sistema cerrado, y lo sobrenatural no existe.        

Prejuicio:

Juicio u opinión sobre algo antes de tener verdadero conoci­miento de ello.

Razonamiento inductivo:

Modo de inferencia por el que se pasa de enunciados de hechos particulares a enunciados generales.

Razonamiento
Deductivo:

véase "Deducción"

El método histó­rico moder­no:

El método de estudiar la historia que tiene como presuposi­ción el antisobre­naturalismo.




                                                             Algunas definiciones más:

El pensamiento            es un ejercicio de la imaginación que da al hombre su dignidad y determina su parecido con Dios. El hombre tiene dos formas de pensamiento:
a) el pensamiento creador       (inventar, descubrir)
b) el pensamiento crítico         (analizar, verificar, refutar)

La lógica         el arte de pensar con justicia, o correctamente

El lenguaje      es el soporte indispensable de los pensamientos

El discurso      es un término general que designa las varias partes del lenguaje con las cuales venimos en contacto.

Proposición     es una frase (o parte de frase) que tiene que ser sea verdadera o falsa. A veces es necesario tener algún conocimiento externo para poder descubrir la proposi­ción de una frase. A veces la proposición es sólo implícita.

Verdad y Falsedad son conceptos fundamentales a un estudio de discursos del punto de vista lógico. Nuestro propósito es saber discernir, en la mayor medida posible, si una proposición es cierta o no.

Ejercicio: (en papel aparte)
Identifica las frases que son, o que contienen, una(s) proposición(es). Vuelve a escribir aquella parte de la frase que es una proposición.

4.      ¿Qué hizo Juan para que lo castigaran?
5.      ¡Qué hombre más raro!
8.      ¿Encuentras este ejercicio difícil?


                                                          Diferentes Clases de Discursos

Hay que recordar que en la lógica no importa la forma del discurso (que sea poesía humor, elocuencia), y la lógica debe apartarse de consideraciones estéticas o aun morales.

El hecho de enunciar una proposición, es un término general, que quiere decir "producir" sea por medio de la palabra, por la escritura, o por cualquier otro medio, una proposición.

El hecho de afirmar una proposición, significa enunciarla de tal manera a demostrar, o pretender, que el autor cree en ella y que invita al oyente o lector a creer también.


Existen dos clases de afirmaciones:
1)         un razonamiento. Es un discurso que pretende que algunas de sus afirmaciones producen razones para sostener otras afirmaciones. Por tanto, un razonamiento tiene que contener al menos dos afirmaciones, puesto que hace falta al menos una para sostener la otra.
2)         una exposición. Es un discurso afirmativo que no es un razonamiento. Es decir, en el cual las afirmaciones no son justificadas.

La estructura de los discursos tiene una importancia.

                                                  CLASIFICACIÓN DE DISCURSOS:

                                                                       DISCURSOS
                                                      `
DISCURSOS CON PROPOSICIÓN
DISCURSOS SIN PROPOSICIÓN
DISCURSOS AFIRMATIVOS
DISCURSOS NO AFIRMATIVOS
RAZONAMIENTOS
EXPOSICIONES
                          ´  exposiciones
                          ´  narraciones
                          ´  descripciones


Ejercicio:

Di si los pasajes siguientes son razonamientos o exposi­ciones: (y si es razonamiento, cuál es la conclusión). Romanos 14:23 Romanos 10:12 Juan 1:1-5 Juan 1:43-44

Analiza 2 Timoteo 2:11-13


Ahora, vuelve a estudiar las definiciones de silogismo, proposiciones, premisa, presuposición, conclusión, etc. en el cuadro.





Ejercicio:

I  Subraya las respuestas correctas.



II   En las parejas siguientes, si la proposición 1. es correcta, )qué se puede decir de la proposición 2.? (Describe un círculo alrededor de la respuesta).





     2.  La falta de humildad es propia de grandes hombres     V  F



                                                      BUSCANDO LA CONCLUSIÓN

En un razonamiento encontramos palabras como: pues, puesto que, entonces, por tanto, etc... que llamamos indicadores lógicos. Éstos señalan que la afirmación que precede soporta, o es soportada por, la afirmación que sigue.





Premisas  è  Conclusión

por tanto
así
también
Llegamos a la conclusión que
Eso implica que
lo que demuestra que
lo que indica que
lo que nos lleva a creer que
lo que sugiere
...........................................................................
Ejemplo: "Mi coche no funciona, por tanto llegaré tarde".


Conclusión  è  Premisas

Puesto que
Porque
Por causa de
A partir de la idea que
Por el hecho que
Lo que es indicado por
En vista de lo que
Dado que
Ya que, por otra parte...
...........................................................................
Ejemplo: "Llegaré tarde, por­que mi coche no funciona".



A veces se omite el indicador lógico. Ejemplo: "Mi coche no funciona, llegaré tarde".






Ejercicio:

1)                  Releva los indicadores lógicos que encuentras en Romanos 1:18-25
2)         Añade indicadores lógicos (pues, por tanto, si, ...) a 1 Corintios 15:16-19, donde cabrían. )Cuál es la conclusión del razonamiento? ¿Es expresada o implícita?



La conclusión final: En un razonamiento siempre hay al menos una afirmación que no está allí para soportar a otra afirmación: es la conclusión final, que hay que tratar de descubrir aun si es sólo implícita.

Un razonamiento es deductivo: si pretende que la conclusión resulta necesariamente de las premisas (que el razonamiento sea válido o no).

Un razonamiento es inductivo: si pretende que las premisas sirven a hacer que la conclusión sea la más probable (o menos probable).




                                                                   DEDUCCIONES:

Consideremos las proposiciones que tienen una estructura condicional, cuya forma general es:
                                                      Si / proposición   / , /  proposición  /
                          "antecedente"    "consecuencia"

Ejemplo: Si es un día de fiesta nacional, la tienda estará cerrada.

Si designamos la primera proposición por una letra, digamos A, y la segunda proposición por B, la estructura condicional puede simbolizarse por:          Si A , B.

Tres reglas de deducción:

Si A , B
A     
Por tanto: B

  o:

Si es un día de fiesta nacional, la tienda estará cerrada.
Es un día de fiesta nacional.              
Por tanto, la tienda está cerrada.


Si A ,  B.
Si B ,  C.
Si C ,  D.    
Por tanto, Si A , D.  7  Nueva estructura condicional.


Si A , B 
Entonces, si B , A.

Es decir:
Si es día de fiesta nacional, entonces la tienda estará cerrada.
Por tanto: si la tienda no está cerrada, no es día de fiesta nacional.



Errores típicos de deducción:

                B.     Por tanto, A.    falsa deducción


    A     
                                                por tanto, B.    falsa deducción


Nota: las proposiciones de estructura condicional no se encuentran siempre en la forma en que las hemos descrito.
Por ejemplo:
No voy si tú no vas.
No voy a menos que vayas tú.
Sólo iré bajo la condición de que tú también vayas.
Sólo iré si tú vas.
son formas variadas de la forma general:
Si tú no vas,  yo no iré.



Las conjunciones y,  o.

En lo que hemos visto, una proposición llamada condicional ha sido construida a partir de dos proposiciones con la palabra "si". Se puede también construir una nueva proposición con dos proposiciones con la ayuda de las conjunciones y,  o.   

y:         ( significa las dos proposiciones a la vez, o que son a la vez verdaderas.)
ejemplo: Recibí cartas el lunes, y recibí cartas el martes.

Si designamos la primera proposición por A y la segunda por B, hemos formado una nueva proposición (que llamaremos C):

            C = A y B  =  ( A y B)

o:         (significa: uno u otra de las proposiciones es verdad, o las dos pueden ser verdad.
ejemplo:
 Recibirás cartas mías el lunes o recibirás ... el martes.

        C = A  o  B  =  (A o B).



EJERCICIOS DE LÓGICA:

Decide si los razonamientos siguientes son inductivos o deductivos.



Ante un razonamiento deductivo, debemos hacer dos preguntas: (1) ¿Es válida la deducción?  (2) ¿Son ciertas las premisas? Sólo podemos estar seguros de que la conclusión es cierta si podemos contestar "sí" a esas dos preguntas.




                                   TRABAJANDO CON LA AYUDA DE UN DIAGRAMA

Cuando consideramos dos categorías, (por ejemplo el sujeto y el predicado de una frase), utilizamos un diagrama con cuatro áreas. Cada área tiene sus miembros. El cuadro exterior contiene todos los miembros que nos conciernen en el discurso, y es el universo del discurso.

Ejemplo:                                  categoría X :    estudiantes de CFBVO
categoría Y :    catalanes

Consideramos que el universo del discurso es la membresía de las iglesias evangélicas de Granollers, por cierto, los miembros de iglesia siendo los miembros del diagrama.


Representación:

Rectángulo horizontal que delimita los miembros de la categoría “X”



miembros que perte­ne­cen a la vez a X y a Y



miembros que perte­ne­cen a la vez a X y a Y

miembros que per­tene­cen a la vez a X y Y



miembros que perte­necen a la vez a X y Y
                                                                       



Rectángulo vertical que delimita los miembros de la categoría Y










X representa el conjunto (la categoría) de miembros del universo del discurso que no son miembros de X.
Y = catalanes que no son estudiantes de CFBVO.



                                                     UTILIZACIÓN DEL DIAGRAMA:

Dos Convenciones:

X.Y

X.Y

X.Y

X.Y
(El punto "." en "X.Y" significa la conjunción "y".)




Encontraremos muchos ejemplos de la utilización de estas dos convenciones en un ejercicio de lógica.




Conclusión.

Una proposición simple consiste en dos categorías: el sujeto y el predicado. Lo que la proposición dice puede resumirse por un diagrama de dos categorías utilizando las dos convenciones que hemos mencionado. Notemos que X puede ser tanto el sujeto como el predicado.





LOS SILOGISMOS

Si tenemos que ver con tres categorías, digamos X, Y, y M, necesitamos ahora un nuevo diagrama (con tres categorías).

                                                                                 

    XYM

    XYM



    XYM

    XYM





    XYM

    XYM



    XYM

    XYM

Tenemos ahora 8 áreas. Notamos que el diagrama es un diagrama de dos categorías que ya hemos visto, en el cual hemos añadido un pequeño cuadro al centro.

Ejemplo:          Podríamos tomar el mismo universo de discurso que el que teníamos en los diagramas de dos categorías, en el cual "X" significaría los estudiantes de CFBVO, "Y" significaría los catalanes, pero añadiríamos "M" = aquellos estudiantes que llevan gafas.

Así, podríamos decir que el área XYM sería el conjunto de miembros de las iglesias de Granollers que son estudiantes de CFBVO, que no son catalanes, y que no llevan gafas.

Un silogismo es un grupo de 3 proposiciones de categorías (o existencias), las dos primeras proposiciones son premisas, y la última es una conclusión.

Ejemplo de silogismo:

                                                          




LECCIÓN 2: ¿CÓMO SE PUEDE DEMOSTRAR QUE DIOS EXISTE?


¿EXISTE UN DIOS?

"¿Descubrirás tú los secretos de Dios?" (Job 11:7). La respuesta implícita a esta pregunta es no. El hombre, de sí mismo, con su gran sabiduría y habilidad científica, no puede descubrir a Dios. Según la Biblia, Dios tiene que revelarse a sí mismo. Esto no significa, sin embargo, que el hombre no tiene manera de saber si hay un Dios o no.

"Hay cosas que no comprendo, y lugares hay que yo no iré
Pero sí sé y es verdad, mi Dios es real porque lo siento en mi ser"
(Cantando con Gracia, #77)

Paul Little, en su libro "Know Why You Believe"[2] nos presenta algunas bases para creer que Dios existe. Reconozcamos que no se puede producir a Dios en un tubo de ensayo. No se puede crear a un dios, por definición. Tampoco se le puede manipular al antojo del investigador. Si fuera el caso, ¡no sería Dios! Pero eso tampoco "demuestra" que Dios no existe. Al contrario. Sólo demuestra que Dios es uno de los muchos conceptos que no se pueden demostrar mediante la ciencia empírica.

A continuación veremos algunas de las pruebas que Paul Little presenta como pruebas de la existencia del Dios único.






"El agua tiene un calor específico alto. Eso significa que las reacciones químicas dentro del cuerpo humano se mantendrán bastante estables. Si el agua tuviera un calor específico bajo, significa que herviría con la más mínima actividad del cuerpo. Si aumentamos la temperatura de una solución por 10 grados multiplicamos por dos la velocidad de reacción. Sin esa propiedad particular del agua, la vida no sería posible. El océano es el mayor termostato del mundo. Se necesita una enorme pérdida de calor para que el agua cambie del líquido al hielo, y para que el agua llegue a ser vapor se necesita bastante energía. Por tanto el océano sirve de protección contra el calor del sol y el frío helado del invierno. Si las temperaturas de la superficie de la tierra no fueran moduladas por el océano y mantenidas dentro de ciertos límites la vida moriría, sea por congelación sea por consumición.
El agua es el solvente universal. Disuelve los ácidos, las bases, y las sales. Es químicamente inerte, y provee el medio para las reacciones sin tomar parte en ellas. Dentro del sistema de circulación de sangre de nuestros cuerpos, contiene el mínimo de 64 sustancias. Quizá si conociéramos la verdadera cantidad estaríamos asombrados por el número. Cualquier otro solvente sería como cieno. Sin las propiedades particulares del agua, la vida tal como la conocemos sería imposible."

A. Rendle Short observa, sobre el agua: "Forma más de la mitad del peso corporal de la mayoría de los animales y las plantas. No es fácilmente descompuesta; disuelve muchas sustancias; hace que sustancias secas sean coherentes y flexibles; con sales en solución, es conductor de electrici­dad. Esa es una propiedad importantísima en el cuerpo animal. Casi única entre las fluidas, llega a su mayor densidad al enfriarse, no al punto de congelación, sino a 4 grados. Hay dos consecuencias importantes de eso. Una es que los lagos y estanques se congelan en la parte superior, y no de abajo a arriba. Por tanto los peces pueden sobrevivir un duro invierno. Otra consecuencia es que el agua, por su expansión al congelarse, quiebra las rocas (y también, desgraciadamente, los tubos de la fontanería de la casa), y de esa manera les hace desintegrarse para formar tierra, además de esculpir escarpaduras y valles, y hace que la vegetación sea posible. El agua tiene el calor de evaporación más alta que cualquier sustancia conocida. Esto, junto con otras propiedades especiales, reduce el aumento de la temperatura cuando una superficie de agua es calentada por los rayos del sol."

La misma tierra es una prueba de designio. Si fuera mucho más pequeña una atmósfera sería imposible (Véase Mercurio y la luna). Si fuera mucho más grande, la atmósfera contendría hidrógeno libre (como Júpiter y Saturno). Su distancia del sol es perfecta. Un cambio muy pequeño haría que fuera demasiado caliente o demasiado fría. La inclinación del eje de la tierra es responsable de las estaciones del año.

5.      Según DuNoüy, la formación por casualidad de una molécula típica de proteína, que está compuesta por 3.000 átomos, tendría la posibilidad de 2.02 en 10231, o, en otras palabras, imposible. Aun si los elementos fueran sacudidos a la velocidad de la vibración de la luz, costaría unos 10234 billones de años para conseguir la molécula necesaria para la vida, y aun los que creen en una tierra vieja consideran que la vida en la tierra es limitada a unos dos billones de años.




Había la creencia general en "la generación espontánea". Se suponía que la vida podía formarse, por ejemplo, a partir de la carne podrida. Pero Pasteur y otros nos han demostrado que la vida nunca se produce, sino de otra vida. Esta conclusión nos lleva, sin embargo, a un acto creador sobrenatural, y por tanto es una conclusión que muchas mentes científicas encuentran difíciles de admitir. La dificultad reside no en problemas científicos, sino en implicaciones filosóficas. Por esto muchos científicos prefieren suponer que la vida surgió de materia inorgánica de alguna manera que todavía no podemos entender, pero en conformidad con las leyes de química y física. Por tanto, el hecho de creer que no hay Dios es también un acto de fe, y mucho más difícil que creer que hay Dios.


MIRANDO LA OPOSICIÓN




Ahora bien, si consideramos aquel aspecto de la apologética que defiende la existencia de Dios, hay que mirar también los ataques a esta postura. En cualquier debate es importante conocer al contrincante. El Diccionario Teológico Interdisciplinar nos da una descripción del ateísmo contemporáneo. En la historia pasada, se consideraba el ateísmo como siendo una negación del "verdadero Dios". Por tanto, los romanos, por ejemplo, consideraban a los judíos y a los cristianos como siendo ateos porque negaban a "los verdaderos dioses" de Roma. El ateísmo contemporáneo, por otra parte, es un ateísmo humanista, lo que significa que no existe ningún Dios fuera del mismo hombre. El ateísmo "negativo" insiste en las razones de la no existencia de Dios, en las críticas de las distintas clases de demostración, y en la burla de las creencias y ritos religiosos. El ateísmo "positivo", sin omitir la crítica negativa, insiste más bien en el hombre como absoluto. Pone más énfasis en la autonomía del hombre que en derribar a los "ídolos". Eso es el humanismo cerrado a toda trascendencia. Se trata de la exaltación del Yo, que ha llegado a dominar cada vez más el pensamiento del mundo moderno.

Nota: La palabra "humanista" tiene más de un sentido.
Por ejemplo el Diccionario Larousse (1963) la define así: "Doctrina de los humanistas del renacimiento que renovaron el estudio de las lenguas y literaturas antiguas. Cultivo de las letras humanas."
El diccionario Salvat Básico añade a esto el sentido moderno filosófico del término:
"El término se aplica actualmente a cualquier doctrina que considere al hombre como instancia superior y tenga como meta su bienestar y felicidad terrenal. Específicamente suele llamarse humanismo al conjunto de tales doctrinas y tendencias en la época del renacimiento, con su rebelión contra las limitaciones impuestas por la teología o la religión positiva dogmática. Se aplica también a tendencias de la filosofía moderna (especialmente a una forma de pragmatismo asociado al nombre de Schiller) y a determinados aspectos de doctrinas a los que suele aplicarse una caracterización central distinta, como ocurre con el humanismo marxista".
Por tanto, podemos considerar "humanismo" como "estudio de las humanidades", como una rebelión contra el dogmatismo de la religión, o como el hecho de situar al hombre al centro como árbitro de lo que está bien o mal. El humanismo que consideramos aquí cae en esas dos últimas categorías.

Miano considera que uno de los padres de ese ateísmo huma­nis­ta, sin ser él mismo ateo, es Kant, por su énfasis en la inflexión humanista-ética de la religión. Para él, Dios era un simple ideal de la razón.

Una de las causas de la popularidad de ese humanismo ateo es el nuevo empirismo, que insiste en aplicar la ciencia empírica a todo, haciendo derivar todas nuestras creencias de la experiencia, sin teorías ni razonamiento.

Algunos de los proponentes más importantes de ese ateísmo moderno son: Ludwig Feuerbach (1804-1872), Karl Marx (1818-1883), Friedrich Nietzsche (1844-1900), Jean-Paul Sartre (1904-1980),


Sigmund Freud (1856-1939), y Émile Durkheim (1858-1917). Es interesante que por ser humanistas, no contribuyeron necesariamente más dignidad a la humani­dad. Marx fue el padre filosófico de algunos régimenes más deshumanizadores de la historia (véase URSS, China, Albania, etc.). El filósofo preferido de Adolf Hitler, de quien pretendió tomar buena parte de sus ideas, fue Nietzsche. Ése mismo acabó sus días en la locura, suicidándose. El "padre" filosófico de Feuerbac y Marx, por un lado, y de Nietzsche, por otro, era Hegel. Algunos dirían que eran sus "hijos bastardos", pero hijos eran, sin embargo. Hegel desarrolló una filosofía humanista en el cual el pensamiento central era "conocer­se a sí mismo" en una manera colectiva de la sociedad. No se habría dicho ateo, pero lo que presentaba era una forma de ateísmo. Feuer­bach, y luego Marx, desarrollaron el ala izquierda del Hegelianismo. En cuanto a Freud, mucha de su psicología se está desacreditando hoy en día. Tiene el crédito de haber estimulado el estudio del psicoanálisis, pero sus propias teorías, o al menos el fruto de ellas, acabaron quitando mucha de la responsabilidad "humana".



Feuerbach considera que la creencia en Dios por parte del hombre viene de tres cosas: su tendencia a pensar según las leyes de la razón; su conciencia del bien y del mal y su tendencia a actuar según las leyes de su propia conciencia; y su tendencia a amar a los otros. Esas tendencias tendrían su origen desde fuera de nosotros, en un ser superior. El hombre ve al máximo la distancia que le separa de Dios, considerando que él mismo es nada, ignorancia, debilidad, y pecado. Dios colmaría esa distan­cia, para los que confían en él, llamándoles a participar de su felicidad. (Feuerbach toma evidentemente su des­crip­ción del hombre de aquellos que pertenecen al mundo llama­do "cristiano". No parece haber hecho un estudio de las sociedades "paganas"!)

Feuerbach considera que el error del hombre religioso está en atribuir a un ser no humano cualidades que son humanas, o cualidades que la humanidad poseería cuando se hubiese realizado plenamente. Ve una contradicción en el Dios del hombre religioso: por un lado es semejante al hombre; por otro lado es espíritu puro, y por tanto diferente al hombre. Considera que la religión es inútil para el desarrollo del hombre: el hombre no necesita a Dios; todo lo puede conseguir colaborando con otros hombres. La religión es nociva porque lleva al hombre a desinteresarse de la vida presente, y olvidarse del esfuerzo necesario para realizar los valores humanos en este mundo. Considera necesariamente insincero y deshonesto al hombre religioso, porque su servicio a los demás no es una expresión de su amor por los demás sino la manera de merecerse la recompensa de Dios. Considera que la religión es alienante, porque el hombre religioso, o creyente, se despoja de sus propios atributos y los atribuye a Dios. Pretende Feuerbach que el hombre necesita volver a tomar sus derechos. Para él, por tanto, no importa tanto la negación de la existencia de Dios sino la afirmación de la divinidad de la humanidad. Se puede llamar eso "antropoteísmo".

En resumen, para Feuerbach, la creencia en Dios empuja al hombre a la hipocresía y le quita tanto su sentido de responsabilidad como sus derechos.

Ejercicio:         Contesta a la aparente contradicción que Feuerbach ve entre un Dios que sea semejante al hombre, y que a la vez sea espíritu puro, y por tanto infinitamente distinto al hombre.


Marx veía la religión como un resultado y no la causa de la miseria social del hombre. Su tesis de doctorado fue: Diferencia de la filosofía de la naturaleza en Demócrito y en Epicuro. En aquella obra incluyó una crítica de las pruebas clásicas de la existencia de Dios. En su prólogo se refirió a la profesión de fe de Prometeo: "En una palabra, (yo odio a todos los dioses!" como siendo su "juicio contra todas las deidades celestiales y terrenales que no reconocen a la autoconciencia humana como la divinidad suprema." (Prometeo era un héroe de la mitología griega, iniciador de la primera civilización humana, que robó el fuego a los dioses para darlo a los hombres, que había formado del barro de la tierra. Fue castigado por los dioses por ese atrevimiento. Se puede ver cómo el humanismo ateo aprecia ese mito.)



Marx llegó a la conclusión de que la alienación del hombre (el atribuir sus derechos propios a un ser supremo) depende de una situación de opresión, eliminada la cual, la tendencia religiosa desaparecerá por sí sola. Consideró que en la época industrial la opresión proviene de la acumulación capitalista. Las clases oprimidas creerían en Dios y en un paraíso para consolarse de su miseria terre­nal; los patrones opresores, para tranquilizar su conciencia, se con­ven­cen de que las desigualdades sociales entran en un orden querido por Dios. Para Marx, la creencia en Dios nace de la injusticia, justifica la injusticia, y la perpetúa. Su ateísmo no admite limitación alguna de la autonomía humana. Marx explica que su ateísmo es positivo. Dice que empieza con la teoría, luego al ateísmo negativo, luego al ateísmo positivo del humanismo.

"El ateísmo es el humanismo conciliado consigo mismo mediante la superación de la religión; el comunismo es el humanismo conciliado consigo mismo mediante la superación de la propiedad privada. Sólo a través de la superación de esta mediación (que es, sin embargo, un presupuesto necesario) se llega al humanismo que comienza positivamente a partir de sí mismo, al humanismo positivo."

Marx veía, pues, una progresión:

                                        ATEÍSMO  è  COMUNISMO  è  HUMANISMO



Ejercicio:         "La religión nace de la injusticia, justifica la injusticia, y la perpetúa". Comenta esa afirmación. ¿Hay elementos de verdad en ella? ¿Cómo contestarías a alguien que utilizara esto como argumento contra el cristianismo?


Para Nietzsche, la creencia en Dios impide la libertad total y el autodesarrollo del hombre. Es interesante ver los argumentos de Nietzsche:


Esto suena como: "No creo en Dios porque no quiero que haya un Dios". No tiene justificación ni empírica ni filosófica. En Nietzsche el rechazo de Dios es un aspecto y una consecuencia del rechazo de todo lo que pretenda imponerse al hombre, a su conciencia, tanto en el orden de lo verdadero como en el del bien. Para Nietzsche el superhombre (el hombre llegado a su estado ideal) excluye toda referencia a Dios. Para él, el deber moral, el "tú debes", era el gran dragón. Para él el cristianismo era la religión de los débiles, que impulsa al hombre a someter su voluntad a Dios. Las críticas de Nietzsche contra toda religión, pero especialmente contra el cristianismo, eran las siguientes:


Ejercicio:         Analiza cada una de las cuatro acusaciones de Nietzsche contra la religión. Describe qué aspecto de verdad pueda haber en cada una de ellas, y contesta a las críticas.



Sartre es el proponente más conocido del existencialismo de nuestro siglo. Para él, el existencialismo no es más que un esfuerzo para deducir todas las consecuencias a partir de una postura atea coherente. Para él, la creencia en un Dios creador sería ilógico. Para Sartre, al no existir Dios para crear los valores e imponerlos al hombre, es el mismo hombre quien los crea. Por otro lado, decía, si nuestra libertad es lo único que da sentido y valor a las cosas, es inútil creer en un Dios trascendente. Para él, si pudiera haber alguna prueba de que Dios existiese nada cambiaría con respecto al hombre, puesto que nada eximiría al hombre del "hacerse" mediante la propia libertad. Dijo Sartre, en El Ser y la Nada: "La esencia del ser humano se encuentra en suspensión en su libertad". Sartre aduce los argu­mentos siguientes contra la existencia de un Dios Creador:



Parece que Sartre define arbitrariamente sus propias premisas y construye su silogismo con ellas para llegar a sus conclusiones preconcebidas. Razona en contra de todas las reglas de la lógica.

Según Miano, Sartre toma al pie de la letra las palabras de Dostoiewsky: "Si Dios no existiera todo estaría permitido". Aplica esas palabras a la falta de seguridad y el hecho de contar únicamente consigo mismo.

Freud consideraba que el concepto de Dios era sencillamente una solución emocional a nuestro sentimiento de culpa. Para él, la reli­gión es una especie de neurosis colectiva que tiene su origen en el "complejo de Edipo". Para él las necesidades religiosas nacen como compensación de muchos deseos frustrados por la vida social, y cuyas ventajas reconoce por otra parte; pero dada que tales ventajas no compensan totalmente los sacrificios soportados, el libido - o búsqueda de placer - lleva al hombre a transferir la satisfacción de sus propias aspiraciones a una vida inmortal concedida por la benevolencia de un Padre celestial.

Para Durkheim, la religión es la expresión simbólica de la realidad social de una comunidad. Ese símbolo sirve para imponer la voluntad de la sociedad sobre el individuo o sobre la misma comunidad.



En resumen, se nota que todos esos argumentos para el ateísmo se centran en la libertad del individuo de hacer lo que quiere. Es decir, la libertad de todo principio moral, o, en otras palabras, el liber­tinaje. No es un problema intelectual, o un problema de razonamiento, sino un problema moral. El ateo no tiene un problema intelectual con la existencia de Dios: la demostración de eso ocurre cuando le ocurre alguna desgracia: (echa la culpa a Dios! o cuando está en un apuro: (pide a Dios que lo libere de ello! El problema del ateo parece ser simplemente una rebelión contra la autoridad de Dios sobre su vida. "El hombre elimina a Dios para entrar en posesión de la propia grandeza humana que él cree detentada indebidamente por otro. En Dios derriba un obstáculo para conquistar la libertad"[3]. La religión sería consi­derada como la alienación fundamental, metafísica. Para Marx, la religión es esencialmente alienación porque está en oposición radical con la concepción "materialista" del hombre, que es un principio absoluto. No se reconoce en el hombre como tal ninguna dimensión religiosa. Para Nietzsche y Sartre se trata de humanismo ético o libertad: el hombre se concibe como autonomía y libertad absolutas, que serían alienadas y negadas en la relación del hombre con Dios.

En cuanto al ateísmo "científico", está el principio del empirismo y la no trascendentalidad de la experiencia. No disponemos de otro contenido de conocimiento que el dado en la experiencia sensible. Ahora bien, la ciencia en sí prescinde de problemas de sentido y se autolimita al campo de lo observable y lo mensurable, y por tanto no lleva como tal al ateísmo.

Tanto en el ateísmo de matriz científica como en el ateísmo humanista, el centro de interés es el hombre. Se ve la religión como un hecho humano llamado ante el tribunal del hombre que debe juzgar su valor. La cuestión de si Dios existe o no llega a ser secundaria en relación con el problema existencial de la religión: el del significado de Dios para el hombre, para su libertad, para su vida, para la socie­dad humana.

RESPUESTAS AL ATEISMO


En cuanto a respuestas cristianas a ese ateísmo humanista que hemos considerado, existen las siguientes (se contesta en la misma base en que se establece el ateísmo - en la filosofía y no en nada empí­rico):




El teísmo, al contrario, es la doctrina de un Dios extra­mun­dano y personal, el creador, preservador y gobernador del mundo.[4] Según Hodge, el designio de todos los argumentos acerca del teísmo es demostrar que los hechos que nos rodean, y los hechos de la consciencia, demandan aceptar la existencia de este Ser. Hodge divide los argumentos en los áreas Ontológico, Cosmológico, Teleológico, y Moral.


Este argumento es más bien metafísico. La existencia real y objetiva de Dios está involucrada en la misma idea de tal Ser. Anselmo consideraba imposible la negación de la existencia de Dios, porque Dios es la más elevada verdad, el más alto bien, de quien toda otra verdad y todo otro bien son las manifestaciones. Como todo hombre tiene la idea de Dios, tiene que admitir su existencia real, porque lo que es necesario es de por sí real.

Hodge considera que si este argumento tiene alguna validez, carece de importancia.

Descartes desarrolló ese mismo argumento en una forma más convin­cente: Decía que tenemos una idea de un Ser infinitamente perfecto. Como somos finitos, esta idea no pudo originarse en nosotros. Como estamos familiarizados sólo con lo finito, no podría haberse originado en nada de lo que tenemos a nuestro alrededor. Por ello, tiene que proceder de Dios, cuya existencia es así una suposición necesaria.


Éste es el argumento que hemos considerado como el de causa y de efecto. Se basa en el principio de una causa suficiente. El argumento se puede enunciar con el silogismo siguiente:

Según Hodge, la validez del argumento depende del sentido que se dé a las palabras causa y efecto. Por ejemplo, la definición de un efecto es un acontecimiento, o un producto, no debido a nada inherente en sí mismo, sino producido por algo fuera de sí mismo. Una causa es un antecedente a cuya eficacia se debe el efecto. Según estas defini­ciones es obvia la conclusión de que la existencia del mundo supone la existencia de una causa adecuada. Pero para que fuera válido se tendría que demostrar que el mundo es un efecto. Es decir que el mundo no es auto-causado, o eterno.

Una causa es una entidad real, sustancial, y no una mera idea o relación. Una no-entidad no podría actuar, y una causa, por definición, actúa. Además de ser real, una causa debe tener poder, o eficiencia. Además, esta causa debe ser adecuada para el efecto.

Ahora bien, podríamos preguntar cuál es el fundamento de la creencia universal de que cada efecto debe tener una causa. Se trata de una verdad intuitiva, un principio primordial o evidente por sí mismo.

Hodge reduce el problema a lo siguiente: El universo es. Por ello, o bien ha sido desde toda la eternidad, o debe su existencia a una causa fuera de sí mismo, adecuada para dar cuenta de que sea lo que es. El argumento teísta es que el mundo es un efecto; que no tiene en sí mismo la causa de su existencia; que no es eterno, y por ello tenemos la necesidad de aceptar la existencia de una gran Primera Causa a cuya eficacia se debe atribuir la existencia del universo.

Hodge da como primer argumento para demostrar que el mundo como un todo no es existente por sí mismo y eterno, que todas sus partes, todo lo que entra en su composición, es dependiente y cambiante. Puesto que un todo no puede ser distinto de sus partes constitutivas, entonces el universo entero debe ser dependiente de otra cosa u otro Ser. Añade como ejemplo que si nosotros no encontramos la causa de nuestra existencia en nosotros mismos, ni nuestros padres en sí mismos, ir atrás ad infinitum es sólo añadir nada a nada. La mente demanda una causa suficiente y no se logra ninguna solución yendo atrás indefinida­mente de un efecto a otro.

Hay además el argumento histórico. Tenemos la evidencia de que la raza humana ha existido sólo por unos pocos miles de años. Es increíble que la raza humana haya existido desde la eternidad. La teoría de la evolución no da ningún alivio a este problema. Sólo añade millones de años en lugar de miles de años. La célula germinal de Darwin demanda tan necesariamente una causa fuera de ella y existente por sí misma como la demanda un hombre totalmente desarrollado, o toda la raza del hombre, o el mismo universo. Sea que el universo salió de la nada, lo que no puede ser, o existe un Ser auto existente, eterno, y extramundano.

Otro argumento parecido es de orden geológico. Los geólogos concuerdan en los puntos siguientes: Primero, que los géneros existentes de plantas y animales que habitan nuestra tierra comenzaron a existir en un cierto punto en el tiempo. Segundo, que ni la experiencia, ni la ciencia, ni los hechos, ni la razón, justifican la suposición de una generación espontánea. No hay ninguna evidencia de que ningún organismo vivo sea jamás producido por unas causas meramente físicas. Cada uno de esos organismos tuvo que ser sea creado inmediatamente, sea derivado de algún otro organismo ya teniendo vida, pre­via­mente existente. En tercer lugar, los géneros y las especies son permanentes. Uno nunca se transmuta en otro. Un pez nunca se transforma en ave, ni un ave en cuadrúpedo. La evidencia de esto es abrumadora a pesar de lo que dicen algunos.

Por tanto todas las plantas y animales tuvieron un principio. Y si tuvieron un principio, fueron creados. Y si fueron creados, tiene que haber un Creador.

El argumento cosmológico no tiene la intención de demostrar todo lo que los teístas sostienen acerca de Dios. Es suficiente con que demuestre que debemos admitir la existencia de un Ser eterno y nece­sario. Otros argumentos demuestran que es una persona: que este Ser es consciente de Sí mismo e inteligente. El argumento demuestra, sin embargo, que este Ser es extramundano, puesto que el principio de la causación es que todo lo contingente tiene que tener la causa de su existencia fuera de sí mismo.

Para demostrar el argumento de causa y efecto en una manera más específica, tomemos la lectura del calendario "La Buena Semilla" del 5 de enero, 1996:

                                                         LA FIRMA DEL CREADOR

"Las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen clara­mente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa." (Romanos 1:20).

En sus obras, un gran científico naturalista relata con mucha precisión sus experiencias acerca de las costumbres y el instinto de los insectos. Despierta una constante admiración.

He aquí lo que él escribe respecto de la abeja albañil, una clase de pequeñas abejas que se habían instalado bajo el techo de su cobertizo. Había capturado y marcado a varias de ellas a costa de más de una picadura y las había soltado a más de cuatro kilómetros de ese lugar: "De una veintena, por lo menos quince habían vuelto: dos en la primera hora, tres al final de la tarde y las demás a la mañana siguiente, no obstante el viento contrario y sobre todo a pesar del lugar desconocido al que las había llevado, porque sus normales expediciones diarias no superan un centenar de metros. )Cómo, pues, volvieron a hallar su nido mis abejas desorientadas? )Quién es su guía? Por cierto, no es su memoria, sino una especial facultad que debemos limitarnos a comprobar por medio de sorprendentes efectos, sin pretender explicarla, por estar ella tan fuera del alcance de nuestro entendimiento".

La única explicación - simple y grandiosa - es la intervención del Creador, cuyo universo lleva la evidente firma hasta en los más ínfimos detalles. Sus obras colocadas ante los ojos de los hombres, los vuelven inexcusables si no creen en él. Pero el Dios creador es también el Dios Salvador por Jesús, su Hijo amado, quien nos lo reveló."


Este argumento proviene del designio obvio que hay en el universo. También se puede presentar como un silogismo.

Por "designio" significamos: la selección de un fin a alcanzar, la elección de los medios apropiados para alcanzarlo, y la aplicación real de estos medios para llegar al fin propuesto. Es una verdad evidente por sí misma que el designio indica inteligencia, voluntad, y poder. Es decir que la inteligencia en el efecto implica inteligencia en la causa. Y la inteligencia indicada por el designio no está en la cosa diseñada. Tiene que ser en el agente externo que diseña. Hodge nos da el ejemplo de un libro. La mente indicada en un libro no se halla en el libro mismo, sino en el autor y en el impresor. Lo mismo puede decirse de una calculadora, o cualquier invención u obra de arte. En la misma manera, la mente indicada en la estructura de los cuerpos de las plantas y de los animales está en ellos, sino en Aquél que los hizo. Y la mente indicada en el mundo en general debe ser extramundano.

Hay una infinidad de evidencias de inteligencia, orden, y designio en el mundo. Se habla de la estructura del ojo, o de una simple célula, o del sistema solar, o de las galaxias. En cualquier plano, si se cambiara el orden en desorden, los resultados serían desastrosos. Sir Gilbert Eliot escribió: "El resultado de toda nuestra experiencia parece consistir en esto. Hay sólo dos formas en las que hemos obser­vado las diferentes cantidades de materia echadas juntamente: bien al azar, bien con designio y propósito. De la primera forma nunca hemos visto la producción de un efecto complicado regular correspondiéndose con un fin determinado; de la segunda forma, lo hemos visto de manera constante.

Se ve este argumento basado en el designio varias veces en el Antiguo y el Nuevo Testamento. (Por ejemplo: Salmos 19:1; Hechos 17:23-31; Romanos 1:20).


Este argumento que Hodge desarrolla se basa en la naturaleza moral del hombre. La compara a la imagen del sol reflejado en un espejo o la superficie de un lago. Dice que el reflejo del sol no nos revela toda la verdad acerca de cómo es el sol, pero sería irrazonable dudar de la existencia del sol. En la misma manera, dice Hodge, el alma es el reflejo de la naturaleza de su Creador. No nos enseña todo lo que hay que saber de Dios, pero frente a la existencia del alma sería irrazonable dudar de la existencia de Dios. Dice que todo hombre tiene en su propia naturaleza la evidencia de la existencia de Dios, una evidencia que no puede ser nunca borrada, y que forzará la convicción de los más mal dispuestos. Cada hombre, según Hodge, tiene en su propia naturaleza la evidencia de que Dios es un ser extramundano, personal, inteligente, voluntario, moral, que conoce, y que tiene el derecho de ordenar, castigar, y salvar. Las razones que muchos hombres niegan la existencia de Dios a pesar de eso son tres: en primer lugar, porque los hombres negarán a menudo hasta las verdades evidentes en sí mismas; en segundo lugar, porque los hombres, por su estado moral, tienen un gran interés en negar la existencia de un Dios santo y justo y por tanto la tentación de distorsión de los argumentos en este sentido es grande; y finalmente (y esta razón es una extensión de la segunda), porque se hacen constantes esfuerzos para pervertir o contra­decir el testimonio de nuestra naturaleza acerca de la existencia y de la naturaleza de Dios.

Aunque se llama el argumento moral, hay tres aspectos de este razonamiento: hay el argumento basado en la existencia de la mente, el argumento basado en la naturaleza del alma, y el argumento basado en la naturaleza moral del hombre.


Toda persona tiene en su propia consciencia la evidencia de la existencia de la mente. Cada persona sabe que tiene cierta inteligencia, y que su personalidad no reside en su cuerpo, sino en su alma, o al menos en un aspecto intangible de su ser, que llamaremos alma. Sabe que en este sentido alma y cuerpo son dos cosas diferentes, y que tienen atributos incompatibles entre ellos. Todas las lenguas del mundo reconocen esta distinción. Los únicos que lo negarían son escritores especulativos o teóricos. Hodge pregunta: "Cómo se puede explicar la existencia de esta sustancia inmaterial, pensante, inmor­tal, a la que llamamos el yo? Es innegable que no ha existido siempre. Si comenzó a existir, tiene que haber tenido la causa de su existencia fuera de ella misma. Esta causa no puede ser el alma del padre, porque es también un efecto."


Hodge cita dos leyes que parecen caracterizar todas las obras de la naturaleza. La primera ley es que cuando existen capacidades, nece­si­dades, o deseos, siempre se da una provisión para suplirlas y satis­facerlas. Da por ejemplo el hecho que las plantas tienen órganos para seleccionar los materiales del suelo necesarios para su crecimiento y madurez, y tienen la capacidad de ser afectadas de manera apropiada por la luz y el calor, y varios otros ejemplos. Hodge dice que todas estas necesidades son suplidas, porque la tierra, la atmósfera, la luz, el calor, y el agua están provistos. Habla también del hecho que en el mundo animal las necesidades son suplidas: los alimentos, la luz, el calor, el aire, y el agua son adecuados para sus varias necesidades, a sus órganos, y sus instintos. La segunda ley es que todos estos orga­nis­mos vivos alcanzan la perfección y cumplen plenamente el fin de su existencia, Significa que llegan a ser todo lo que son capaces de ser. Lo que pertenece a su naturaleza queda plenamente desarrollado, y todas sus necesidades llegan a satisfacerse plenamente.

Ahora bien, estas dos cosas son ciertas de toda criatura viviente dentro del ámbito de nuestro conocimiento, con la sola excepción del Hombre. Son ciertas en cuanto a su cuerpo: sus necesidades físicas hallan la manera de suplirse, Además, su cuerpo llega a ser todo lo que es capaz de ser. Pero en lo que respecta al alma, esto no es cierto. El alma tiene capacidades que no son plenamente desarrolladas en esta esfera de nuestra existencia, y nunca pueden serlo. Tiene deseos, aspiraciones, u necesidades que este mundo no puede suplir en ninguna manera. Por tanto, concluye Hodge, el alma está designado y adaptado para un estado de existencia más elevado y espiritual, en la misma manera en que el cuerpo está adaptado al presente orden de cosas. Hodge da los ejemplos siguientes: Primero, el alma del hombre tiene poderes intelectuales capaces de una expansión indefinida que nunca puede alcanzar su límite máximo en este mundo. Tampoco se puede satisfacer su deseo de conocimiento. En segundo lugar el alma tiene una capacidad para la dicha que el mundo presente no puede llenar. Eso no es el caso para los animales. En tercer lugar, el alma tiene aspira­ciones para las que no se corresponde nada en esta vida, anhe­lando comunión con lo eterno e infinito. Finalmente, con todos estos poderes, deseos, y aspiraciones, está consciente de su debilidad, insuficiencia, y dependencia. El alma siente la necesidad de un objeto que adorar, amar, y en que confiar. Reconoce su necesidad de un ser que puede satisfacer a todas sus necesidades y responder a sus anhelos.

Hodge considera que no puede ser que el hombre sea una excepción a las leyes acabadas de enunciar. Dios es el correlativo del hombre, en el sentido de que la existencia de una criatura como el hombre demanda aceptar la realidad de un Ser como Dios.

Para ponerlo en forma de silogismo:
Existe algo para colmar cada necesidad sentida por la naturaleza.
No existe nada en el mundo que puede colmar la necesidad sentida del alma del hombre
Por tanto, debe existir algo ultramundano para colmar la necesidad sentida del alma del hombre.


Este argumento se basa en las premisas siguientes: Primero, está en la naturaleza de todos el tener un sentido del bien y del mal. Así como la razón percibe que algunas cosas son verdaderas, y otras falsas, y como los sentidos tienen una percepción inmediata de sus objetos apropiados, en la misma manera el alma puede valorar el carácter moral de los sentimientos y de las acciones, de manera inmediata. En segundo lugar, nuestras percepciones morales o juicios tienen su carácter dis­tin­tivo y peculiar, que no pertenece a otros de nuestros estados de conciencia. (El carácter de lo "bueno" es distinto de lo "verdadero", o de lo "apropiado"). Tercero, estos juicios morales son indepen­dientes. Es decir que no son bajo el control del entendimiento ni de la voluntad. En la misma manera en que nadie puede, por su voluntad, llegar a creer que lo negro es blanco, así nadie puede mediante razonamientos llegar a creer que ha hecho lo bueno cuando su conciencia le dice que ha hecho lo malo. En cuarto lugar, nuestro juicio moral, o la conciencia, tiene una autoridad sobre nosotros. No podemos ni negarla ni ignorarla. Manda y prohibe; puede premiar o castigar. Gozamos de sus recompensas, y nos duelen mucho sus castigos. Quinto, nuestros juicios morales implican la idea de ley, de un gobierno o norma a la que estamos obligados a amoldarnos. En sexto lugar, esta ley tiene una autoridad que no se deriva de nosotros. No se trata de una sensación de lo que es decoroso o conveniente. Es más bien algo que nos es impuesto, y se nos demanda que nos amoldemos por una autoridad fuera de nosotros mismos. Por último, nuestra naturaleza moral involucra un sentimiento de responsabilidad. Tenemos que responder por lo que somos y por lo que hacemos. No se trata de una responsabilidad hacia nosotros mismos, ni tampoco hacia la sociedad. Se trata de una responsabilidad hacia la existencia en general.

Ahora bien, si reconocemos que tenemos una naturaleza moral tal como acabamos de describir, entonces estamos obligados a reconocer la existencia de un Dios extramundano, personal, de quien dependemos, y ante quien hemos de responder. Tanto Kant como Sir William Hamilton negaron la validez de los demás argumentos para la existencia de Dios, pero admitieron que nuestra misma naturaleza nos obliga a creer que él es, y que él es una persona.

Algunos objetan que los fenómenos de nuestra naturaleza moral se deben a nuestra educación. Sin embargo, lo que nuestra naturaleza moral percibe es a menudo mucho más seguro que lo que percibe nuestra mente y nuestro razonamiento. Los hombres pueden llegar a creer cosas absurdas, creyendo lo que contradice sus sentidos. Pero no llegan a creer que la malignidad es una virtud. Además, esa naturaleza moral es universal. Ningún hombre es exento de ese sentimiento de obligación moral. Por eso, no se puede atribuir a la educación. Pablo dijo de los paganos: "conociendo el justo juicio de Dios" (Ro. 1:32). Quería decir que un sentimiento de pecado involucra el conocimiento de un Dios santo.

Lectura:   Lee el capítulo sobre "El Teísmo: Evidencia de la Existencia de Dios", pág. 76-94 en Manual De Eviden­cias Cristianas.



Ejercicio:         Alguien te escribe una carta, comentando lo siguiente: "ya he dejado de creer esas cosas de que estaba convencido como niño. Con la madurez, me he dado cuenta de que no es ni científico, ni razonable, ni útil, creer en la existencia de un Dios. Es imposible tener una mente científica moderna, y a la misma vez ser creyente." Escribe una carta a esta persona, respon­diendo a lo que ha dicho.     (Al menos una o dos páginas).



LECCIÓN 3: ¿CÓMO SE PUEDE DEMOSTRAR QUE LA BIBLIA ES LA PALABRA DE DIOS?



Antes de empezar esta lección sería bueno considerar algo que Paul Little dice en su libro KNOW WHY YOU BELIEVE: "Muchos cristianos piensan que tienen que demostrar que la Biblia es la Palabra de Dios antes de que puedan testificar a los inconversos. Eso no es cierto. La cuestión central es la relación que uno tiene con el Señor Jesu­cristo - no su opinión sobre la Biblia. La Biblia es la Palabra de Dios, piense lo que piense una persona de ella, y es posible llevar a alguien a considerar lo que las Escrituras dicen aún antes de que haya resuelto la cuestión de su inspiración. Lo único que se necesita para enfrentar a una persona con Cristo es demostrarle que los Evangelios son documentos históricos fidedignos. Eso es relativamente fácil, como veremos. ... Una vez que una persona haya puesto su confianza en Cristo, la pregunta lógica que se le puede hacer es: ¿Cómo veía Cristo la Biblia?"

En realidad, sería difícil demostrar a un no creyente que la Biblia es la Palabra inspirada de Dios. Podríamos darle muchas razones para instarle a examinar las Escrituras por él mismo; podemos contestar a sus objeciones, pero no podemos demostrarle científica­mente, basado en la experiencia de él, que se trata de la Palabra de Dios.

AUTENTICIDAD INHERENTE


¿Cómo sabemos nosotros que la Biblia es la Palabra de Dios? ¿De dónde viene nuestra convicción? El profesor Miguel Herbage, en su asignatura de Teología Sistemática (Escuela Evangélica de Teología a Distancia), contesta así:

"Esto nos lleva a nuestro próximo punto, autenticidad inhe­rente. Lo que se quiere decir con esto es que las Escrituras son las que muestran su propia autenticidad a todo creyente cristiano mediante la obra convencedora del Espíritu Santo. El mismo Espíritu que inspiró las Escrituras también nos convence que 66 trozos de escrito humano son la Palabra de Dios convertida en Sagrada Escritura y dada para hacernos sabios para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Es importante darse cuenta en esta conexión de que no se trata de una revelación privada de algo que no se ha hecho público, sino de la iluminación de mentes entenebre­cidas por el pecado. Las evidencias de la divinidad de Jesucristo y de la inspiración divina de las Sagradas Escrituras son claras y patentes. Pero los hombres, a causa de su pecado, no las quie­ren, ni las pueden admitir a menos que el Espíritu les ilumine de esta manera. Es por eso que los evangélicos insisten en contra­posición a la iglesia de Roma, que es el testimonio del Espíritu y no el de la iglesia que manifiesta para nosotros la autenticidad de las Escrituras canónicas. La iglesia testifica, pero es el Espíritu que convence."



El hermano Herbage añade luego, hablando de la actitud de los evangélicos hacia las Escrituras: "En resumen, los evangélicos siempre han tomado en serio lo que la Biblia dice en cuanto a su propia inspiración. Pero insisten también en que sólo aquellos escritos inspirados son canónicos y por lo tanto autoritarios, que en la intención de Dios habían de ser incluidos en las Sagradas Escrituras. Esas Escrituras canónicas llevan inherentes en sí mismas el testimonio de su propia autoridad que también es apoyada por el testimonio del Espíritu y son por  sí solas suficientes para lograr su propósito declarado. Así mismo, todas las enseñanzas necesarias para lograr este propósito son claras y patentes a pesar del hecho que contienen misterios impenetrables y problemas aparente­mente insolubles - lo que sólo indica su origen divino. Por lo tanto, este libro, que lleva en sí sus propias marcas de su origen divino exige la sumisión intelectual y moral de cada uno a quien llega".

Tenemos que tener en cuenta varios elementos: primero, la convic­ción que entra en el corazón del creyente al convertirse, de que las Escri­turas son inspiradas por Dios; luego, lo que la Biblia dice de sí mismo; luego, el hecho que ningún escrito en todos los 66 libros de la Biblia ha sido demostrado erróneo, sino que aquellos detalles de que algunos se han burlado han sido demostrados verídicos; y, finalmente, las profecías de las Escrituras que han sido cumplidas.

EL TESTIMONIO DE LAS MISMAS ESCRITURAS


El hermano Herbage ha subrayado bien el primero de estos elementos. Pasemos al segundo: lo que la Biblia dice de sí mismo.

Los escritores del Antiguo Testamento se consideraron inspirados por Dios:

2 Samuel 23:2             "El espíritu del Señor ha hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua".

Amós 3:8                    "Si habla el Soberano Señor, ¿quién no profe­tizará?"

Los escritores del Nuevo Testamento consideraron que los del Antiguo Testamento eran inspirados por Dios:

2 Timoteo 3:16-17      "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra".

2 Pedro 1:20-21           "entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo".

Mateo 5:17-18             "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido par abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo haya sido cumplido."

Hechos 4:24                "Que por boca de David tu siervo, dijiste..." (y cita Salmo 2:1-2).

Además de reconocer la inspiración de los escritos del Antiguo Testamento, los escritores del Nuevo Testamento pretendían ser inspirados, y se apoyaron mutuamente:

1 Corintios 14:37        "Si alguno se cree profeta, o espiritual, reconoz­ca que lo que os escribo son mandamientos del Señor"

2 Pedro 3:15-16           "Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición".



Hay muchos otros textos fáciles de encontrar dentro de las tres categorías.

La cuestión de la Inspiración de las Escrituras, por tanto, hace que todas sean entrelazadas entre sí. Son todas inspiradas, o no lo son ningunas. Aun que se las puede examinar por separa­do, es útil también examinarlas como un conjunto en cuanto a su autoridad e inspiración.

Cuadro de texto: Cualquiera que pretendiera que sus escritos eran inspirados por Dios tendría que ser un loco, o un embustero, o, en efecto, diciendo la verdad.

¿Qué es la importancia de esos textos que apoyan la inspiración de las Escrituras? Un investigador que no tiene ningún prejuicio ni en pro ni en contra de la inspiración las tomaría en serio. Cualquiera que pretendiera que sus escritos eran inspirados por Dios tendría que ser un loco, o un embustero, o, en efecto, diciendo la verdad. Pretensiones así deberían incitar al lector a examinar los escritos, a ver si parecen ser escritos por un loco o un embustero. Si tal fuera el caso, tendría que haber muchas contradicciones y errores. Tendría que haber, después de más de dos mil años, varios asuntos que hubiéramos podido identificar claramente como errores históricos, científicos, o literarios. Por esta razón la pretensión de los escritores tiene importancia en cualquier investigación seria de las Escrituras.

AUSENCIA DE ERRORES Y CONTRADICCIONES


La tercera evidencia en cuanto a la inspiración y autoridad de las Escrituras es que ningún escrito en todos los 66 libros de la Biblia ha sido jamás demostrado erróneo. La Biblia fue escrita por al menos cuarenta distintos autores humanos, durante un período de unos mil quinientos años. Los cuarenta autores vinieron de un fondo muy distin­to uno del otro: reyes, pastores de ganado, jardineros, poetas, sacerdotes, un médico... A pesar de eso, hay una unidad notable entre los sesenta y seis libros. No hay contradicción. No hay error literario. Tampoco hay error científico o histórico, aun si en el pasado algunos han creído posible identificar tales errores.

Se ha pretendido que hay errores científicos: que el relato de la creación, tal como descrita en la Biblia, es contrario a lo demostrado científicamente. Eso no es cierto. En otra lección tocaremos el tema de la creación y la evolución. Basta para el momento decir que la teoría de la evolución es una teoría, que no es tan científica como se pretende, que sus propios propo­nentes han dicho que hay que aceptarlo por la fe, sin prue­bas, porque es la única teoría filosóficamente aceptable: que la alter­na­tiva de un Dios creador, soberano, es inadmisible por razones filosóficas. Cuando se elimina como premisa, la exis­tencia de un Dios soberano, creador de todo, a quien hemos de dar cuentas, entonces se puede "demostrar" lo contrario. Pero es un fallo de lógica.

Por otro lado, se ha atacado a algunas expresiones bíblicas como, por ejemplo, en Isaías 55:12 "los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso" y Salmos 114:4, 6 "Los montes saltaron como carneros, los collados como corderitos". Tratar de pretender que esas son inexactitudes científicas es peor que infantil, y obviamente de mala fe. Cualquiera sabe que se trata de un lenguaje poético. El tomar la Biblia literalmente no significa que se toma tales expresiones literal­mente. La Biblia habla del hecho que se levanta y se pone el sol. Pues, cualquier científico moderno hablaría de igual manera, y nadie lo pondría en ridículo. Es un lenguaje que sirve para describir lo que parece ser.

En una universidad donde estudié en el Canadá un profesor de Religión se burló de quienes tomaban la Biblia por Palabra inspirada de Dios. Dijo que en el libro de Daniel, por ejemplo, había errores históricos: que el rey Belsasar[5] nunca existió. Sin embargo, se aprende que el que está en la lista de los reyes de Babilonia en aquel momento había sido enviado al exilio, y que era su hijo Belsasar que reinaba en su lugar, aun cuando el nombre de su padre era quien figuraba como rey.



Se llegó a decir que en los tiempos de Moisés no se sabía escribir. Sin embargo los arqueólogos han encontrado escritos anteriores al tiempo de Moisés. El código de Hamurabi, por ejemplo, se fecha antes del tiempo de Moisés. (Entonces ahora, ¡algunos acusan a Moisés de haber copiado el código de Hamurabi!) Desde 1974 más de 17.000 tablas y documentos han sido descubiertos en el lugar donde estuvo el reino de Ebla, que tuvo una población de unas 260.000 personas en 2300 a. C.  Estos documentos demuestran que mil años antes de la vida de Moisés, las costumbres y las leyes eran registradas por escrito en la misma parte del mundo en que Moisés vivió.

El Dr. W. F. Albright, que fue profesor de la Universidad Johns Hopkins, dijo: "No puede haber duda de que la arqueología ha confirmado la historicidad de la tradición del Antiguo Testa­mento". Otros han confirmado esto, como por ejemplo, Millar Burrows, de la Universidad Yale, Sir Frederic Kenyon, que había sido director del "British Museum", y Nelson Glueck, el conocido arqueólogo judío que dijo: "Ningún descubrimiento arqueológico ha controvertido jamás una referencia bíblica".

Como subraya Little, no es que podamos demostrar la inspira­ción de la Biblia mediante la arqueología, y nuestra fe no depende de la arqueología, pero los descubrimientos arqueológicos nos ayudan a ver que la Biblia en ninguna manera contradice la realidad histórica. De los muchos miles de sitios bíblicos que tienen alguna conexión con el período del Antiguo Testamento, hay relativamente pocos que han sido explorados. Pocos documentos de los tiempos del Antiguo Testamento han sido descubiertos en Palestina, y por tanto mucho de nuestro conocimiento en esa área ha de venir de otros países vecinos. Pero la excavación arqueo­ló­gica de sitios bíblicos siempre apoya y nunca contradice los datos históricos que la Biblia nos proporciona.

Little cita el ejemplo de la vida y los tiempos de Abraham, como siendo ejemplo de la ayuda que la arqueología nos proporciona. Los críticos del siglo diecinueve echaban mucha duda sobre la historicidad del relato bíblico de Abraham. Pensaron que tenía que ser un nómada ignorante y primitivo. No podría haber sabido leer, ni tener ningún conocimiento de la ley, la historia, el comercio, y la geografía. Para él, mudarse desde Ur hasta Harán era sencillamente un cambio nomádico. Pero C. Leonard Wooley ha hecho excavaciones en el sito de Ur, y descubrió que esas ideas eran bastante erróneas. La ciudad de Ur en el tiempo de Abraham era una ciudad muy desarrollada, con una civiliza­ción avanzada. Arqueólogos han descubierto casas bastante comple­jas, y tablas de arcilla que servían de libros. Algunas de esas tablas eran recibos para transacciones económicas, otras eran tablas matemáticas con fórmulas para calcular raíces cuadradas y raíces cúbicas, además de cálculos más sencillos. En los almacenes del templo se encontraron recibos para muchos objetos - ovejas, queso, cobre, metales, aceite para lubrificación de bisagras - y además, listas de paga para empleados. (Muy práctico, y moderno! Llegó a ser claro que Abraham era el producto de una cultura brillante y muy desarrollada. Tiene que haberle costado mucho marcharse para tierras desconocidas.

Se han encontrado copias desde antes de 2.000 a. C., de listas que habían sido hechas por escribas de Sumer: listas de reyes según dinastías sucesivas, con anotaciones sobre la duración de sus reinos. A unos kilómetros de Ur, se encontró una piedra de fundación que fue puesta por un rey cuyo nombre figura en esas listas, descrito como siendo de la tercera dinastía después del Diluvio. Habría reinado alrededor de mil años antes de Abraham.



Otra contribución del descubrimiento de Ebla concierne el capítulo 14 de Génesis. Durante muchos años este capítulo fue considerado como relatando algo históricamente imposible. (¡Cuanto menos sepan algunos "eruditos", más dogmáticos son en sus afirmaciones!) Se consideró que la victoria de Abraham sobre Quedorlaomer y los reyes de Mesopotamia era ficticia, y las cinco ciudades del llano (Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboim, y Zoar) fueron consideradas como siendo legendarias. Sin embargo, las tablas de Ebla se refieren a las cinco ciudades en cuestión, y lo que es más sorprendente, las pone en exactamente la misma secuencia que Génesis 14. Las tablas indican que antes de la catástrofe relatada en Génesis, la región experimentaba una gran prosperidad, tal como descrita en Génesis.

Los descubrimientos arqueológicos confirman que el origen ances­tral de Israel es de Mesopotamia. Los filólogos modernos recono­cen la probabilidad de que todos los idiomas tienen un mismo origen.

Un descubrimiento asombroso confirma el relato bíblico de la conquista de Jericó. El arqueólogo Garstang excavó en Jericó entre los años 1930-1936. En relación con lo que descubrió, escribió: "No hay ninguna duda de que las murallas cayeron hacia fuera en una manera tan completa, que los atacantes pudieron trepar fácilmente por encima y entrar en las ruinas de la ciudad." Lo asombroso en esto es que cuando hay causas naturales, como un terremoto, las murallas nunca caen hacia fuera, sino hacia dentro. Pero en Josué 6:20 leemos "y el muro se derrumbó. El pueblo subió luego a la ciudad, cada uno derecho hacia delante, y la tomaron".

Algunos eruditos han dudado de la información bíblica sobre los reyes de Judá e Israel. Pusieron en duda la historicidad del relato bíblico sobre Salomón, por ejemplo. I Reyes 9:26 habla de su armada, aunque no hay ningún puerto apropiado en toda la costa de Palestina. Describe sus riquezas asombrosas, con un número elevadísimo de caballos y carros, además de sus proyectos de construcción. Fortificó las ciudades de Jerusalén, Azor, Gezer, y Meguido. Se han descubierto varias cosas que confirman estos relatos. Particularmente los establos. Se descubrió una calle ancha, pavimentada, desde la puerta de la ciudad de Meguido hasta los establos de Salomón. La parte sur de los establos mide alrededor de 90 por 70 metros. Una fila de cinco establos daba al norte con un gran corral. Una muralla, con más de un metro de espesura, fue construida alrededor del terreno para impedir el desgaste de la arena. Hacia el centro se hallaba una cisterna con una capacidad de alrededor de 14.000 litros de agua. Se hallaron dos salas rectangulares a un lado del corral que habrían podido servir para guardar los carros. En cada uno de los establos había sitio para hospedar 30 caballos con mucha comodidad. Sólo en la parte sur de los establos, por tanto, se podían hospedar 150 caballos.

Además, del tiempo de Salomón, se ha encontrado una de las mayores fábricas de fundición de minerales en el próximo oriente.

En el Louvre, de París, se encuentra una piedra memorial encontra­da en la tierra de Moab, conmemorando la guerra en la cual los reyes de Judá y de Edom se unieron con Joram, el hijo de Acab, rey de Israel, para atacar a Mesha, rey de Edom. Esta piedra fue descubierta por un alemán, apellidado Klein.

Ha habido muchas más confirmaciones de lo relatado en el Nuevo Testamento. En aquello en que Flavio Josefo habla de los mismos acontecimientos descritos por el Nuevo Testamento, los dos relatos concuerdan.

No es que se haya resuelto necesariamente todo problema histórico o científico en cuanto a afirmaciones de la Biblia. Pero se han resuel­tos tantos, que cualquier método honrado de investigación cientí­fico reconocería que con el tiempo es muy posible que los demás tam­bién se resolverían. No se puede decir que la ciencia o la historia haya demostrado en absoluto que algo en la Biblia fuera inexacto.



Otra clase de evidencia se encuentra en el cumplimiento de las predicciones bíblicas. Cualquier libro que hace un número importante de predicciones, que las hace con mucha antelación, que las hace con autoridad, y ninguna de cuyas predicciones haya fallado, es digno de cierto respeto. La Biblia contiene miles de predicciones. Sería muy fácil encontrar algunas que habrían fallado si fuera un libro normal y corriente. Todavía estamos esperando a que alguien nos muestre alguna. Si se toma las predicciones de cualquier adivino moderno, que gana millones con sus predicciones, podríamos ver cómo fallan regular­mente. Dios puso la prueba siguiente para demostrar la fuente divina de una profecía:

"Y si dijeras en tu corazón: )Cómo conoceremos la palabra que el Señor no ha hablado?
Si el profeta hablare en nombre del Señor, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que el Señor no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta; no tengas temor de él". (Dt. 18:21-22).

Y por el profeta Isaías, Dios echó el reto a los profetas de las falsas religiones que invadían la tierra de Judá:

"Alegad por vuestra casa, dice el Señor; presentad vuestras pruebas, dice el rey de Jacob.
Traigan, anúnciennos lo que ha de venir; dígannos lo que ha pasado desde el principio, y pondremos nuestro corazón en ello; sepamos también su postrimería, y hacednos entender lo que ha de venir.
Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses; o a lo menos haced bien, o mal, para que tengamos qué contar, y juntamente nos maravillemos" (Isaías 41:21-23)

Y el profeta termina con la condenación:

"He aquí que vosotros sois nada, y vuestras obras vanidad; abominación es el que os escogió" (Isaías 41:24).

La Biblia está llena de predicciones que se han realizado. Hay predicciones sobre el Mesías, y otras sobre la nación de Israel. Isaías 52:13 - 53:12 es extraordinario si consideramos que fue escrito siglos antes de la venida de Cristo. Salmo 22 describe su crucifixión. Miqueas 5:2 especifica que nacería en Belén.

Hubo además predicciones que tenían que ver con ciudades históri­cas. En Ezequiel 26 se habla de la destrucción de Tiro - una predic­ción que alguien podría haber acusado de ser bastante exagerada, des­cri­biendo hasta cuál punto su destrucción sería completa, y el hecho que nunca volvería a construirse de nuevo. Esa profecía fue cumplida por etapas, primero con Nabucodonosor, y luego por Alejandro Magno.

Finalmente, la dispersión del pueblo de Israel por toda la tierra fue descrita por Moisés en Deuteronomio 28:25, Oseas 9:17, y Jeremías 24:9. Además, Jeremías predijo la vuelta del pueblo de Israel a su tierra. No era normal que un país despoblado por un invasor volviera a recibir su población original. Pero Jeremías lo predijo, y eso tuvo lugar bajo Ciro, del imperio medo-perso.

A continuación reproduzco una página del calendario "La Buena Semilla" que toca el tema:



                                                                UN LIBRO VIVIENTE
                                             Calendario La Buena Semilla 2 octubre, 1995

La Biblia es esa palabra viva que nos impresiona por su maravillosa adaptación a nuestras circunstancias y a nuestros estados de ánimo. Se dirige a nosotros tan a propósito y con tanta frescura como si hubiese sido dictado hoy mismo y especialmente para nosotros. Nada se asemeja a las Sagradas Escrituras. Tome usted un relato humano de la misma fecha que los libros de Moisés. Si lo encontrase, )qué vería usted en él? Una curiosa reliquia de la antigüedad, un documento anti­cuado, sin utilidad para nadie, que sólo trata de un orden de cosas y de un estado de la sociedad ya pasados desde hace mucho tiempo y caídos en el olvido.

Al contrario, la Biblia es el Libro del día, adaptado a todas las edades, a todas las clases y a todas las condiciones. Generalmente habla un lenguaje tan simple que un niño lo puede comprender y al mismo tiempo tan profundo que la más vasta inteligencia no lo puede agotar. Ante todo, va derecho al corazón; toca las fuentes más escondidas de nuestro ser moral; nos juzga completamente. Ella es "viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos..., y discierne los pensa­mientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).

(Qué privilegio poseer tal libro, tener en las manos una Revela­ción divina, poseer la historia moral dada por Dios del pasado, del presente y del porvenir de la humanidad en general y de cada uno en particular!


En la asignatura de Introducción al Nuevo Testamento que preparé para la Escuela Evangélica de Teología a Distancia, hay una lección sobre los documentos originales del Nuevo Testamento. Reproduciremos parte de ello a continuación.

Los varios documentos "originales"


El Nuevo Testamento fue escrito por sus autores inspirados en el griego. Hasta la invención de la imprenta, en 1450, se contaba con copias hechas a mano. Hoy en día nos quedan unos cinco mil de estos manuscritos, algunos completos, otros parciales.  Ninguno de estos manuscritos es un documento original. Son copias, y copias de copias, la mayoría siendo valiosas por su antigüedad. Los testimonios disponibles, pues, para el texto del Nuevo Testamento son muchísimo más numerosos que para cualquier otro libro de antigüedad.

Cuando miramos a los documentos del Nuevo Testamento, se nos confronta tal tamaño de pruebas que el problema es el de redacción. Hay miles de manuscritos, en contraste con los pocos manuscritos de los escritores griegos clásicos. Además de miles de manuscritos en griego, hay un gran número de manuscritos de traducciones en latín, siríaco, egipcio, y otros idiomas. Tene­mos además citas del Nuevo Testamento en los escritos de los primeros "padres" de la iglesia. Sin embargo, no todos los manuscritos pueden considerarse como siendo exactos.



La gran mayoría de manuscritos griegos contienen un texto que se normalizó en el siglo cinco. Unos pocos manuscritos parecen conservar un texto mucho más antiguo, y se da por cierto una mayor importancia a éstas. La primera edición impresa de manuscritos griegos fue el texto de Erasmo, publicado en 1516. Anteriormente, no se había pen­sado examinar la historia del texto. La autentici­dad completa del texto normalizado, sostenida también por la Biblia latina (la Vulgata), se daba por descontado. Algunas ediciones publicadas en los siglos XVI y XVII notaban la evidencia de manuscritos que eran distintos del texto normalizado. Los más conocidos de éstos eran las ediciones de Estienne, que formó la base de la "King James Version" en Inglaterra, y el de Elzevir, que llegó a ser el texto normativo del continente. Este texto recibió el nombre "Textus Receptus", o Texto Recibido.

Este texto normativo quedó básicamente inalterado hasta que los críticos de texto empezaron a investigar la historia del texto en los siglos XVIII y XIX. Descubrieron que muchos manuscritos más antiguos eran distintos del Textus Receptus. Se estableció que la edad y la cuali­dad de un manuscrito era más importante que simple cantidad. Otros eruditos desarrollaron la idea de agrupar manuscritos conforme a ciertas características. Esto resultó en el rechazo del texto norma­lizado del siglo V, y su sustitución por grupos más antiguos, como, por ejemplo, el texto de Alejandría, y el Texto Occidental. Generalmente estos textos eran de Egipto.

Por otra parte, los partidarios del "Texto Mayoritario" insisten en que no se puede justificar una selección de texto basada en unos pocos manuscritos de una región geográfica limitada, sólo por su mayor antigüedad: consideran que era normal que se conservase textos más antiguos en Egipto, puesto que las condi­ciones climáticas favorecían su conservación. Consideran que no se puede descartar la importancia del gran número de textos aún siendo más recientes: que no es cientí­fico ignorar de 80 a 90% de las pruebas en cualquier disciplina. Las lecturas de estos textos mayoritarios han sido rechazadas como siendo "tardías y secunda­rias", basado en la teoría de que hubiera habido una recensión oficial eclesiástica impuesta en la iglesia del cuarto siglo, explicando así la preponderancia de los llamados manuscritos Bizantinos de después. La historia, sin embargo, no ha producido ninguna evidencia de tal recen­sión por la iglesia. También alguno de los papiros de los siglos II y III apoyan muchas lecturas que habían sido descartadas como "tardías". Para apoyar el uso del "Texto Mayoritario" se menciona el hecho que sus manus­critos vienen de todas partes del mundo antiguo. Siendo los manus­critos numerosos, habrían de representar una extensa cadena de tradi­ción de manuscritos. Se considera que estos documentos que sobre­viven descendían de otros documentos desaparecidos de gran antigüedad, tan antiguos o más que los de Egipto.

Por tanto, consideran que el Texto Mayoritario merece la atención del mundo cristiano, que tiene más base para repre­sentar el texto origi­nal que el texto Egipcio. Pretenden que éste era sin duda un texto local que sólo se utilizó en aquella parte del mundo.

Los partidarios de los textos más antiguos, por otra parte, dicen que el gran número de textos apoyando el "texto mayorita­rio" significa simplemente que muchas copias se hicie­ron de un mismo texto, por ra­zones geográficos, y que por tanto la evidencia de diez o veinte tex­tos, en este caso, no valen más que un solo texto.

No hay que confundir el Texto Mayoritario con el Textus Receptus, que viene del Mayoritario, pero con un ámbito mucho más restringido.

Todo esto para demostrar que ha habido razones para discutir sobre el valor relativo de distintos grupos de manuscritos antiguos; que es una cuestión difícil, que no ha sido resuelta por completo todavía, aunque la gran mayoría de eruditos de hoy apoyan el trabajo de Westcott y Hort. Deberías saber que existen, pues: el Texto Mayorita­rio, el Textus Receptus,  y el Texto Egipcio, de Westcott y Hort, basado en el Codex Sinaíticus (descubierto por Tischendorf en el monasterio de Sta Catalina en 1859) y el Codex Vaticanus, los dos siendo del cuarto siglo.



En la mayoría de las ediciones del Nuevo Testamento en griego, se puede ver al pie de página variaciones de lectura, con algún símbolo para identificar el manuscrito o grupo de manuscritos que justifican esta versión de la palabra o frase.

Si hemos hablado de divergencias, por ejemplo, entre documen­tos del "Texto Mayoritario", del "Textus Receptus", y del texto Egipcio, no se trata de diferencias que cambian cualquier cosa de importancia en la doctrina cristiana. Son diferencias menores, la mayoría siendo de ortografía, pero hay alguna palabra o versículo que se omite según ciertos manuscritos. El hecho que esta cuestión sea todavía abierta demuestra la importancia que se pone en el texto de las Escrituras, y la honradez intelectual de los investigadores. No se trata de algún texto impuesto en la iglesia cristiana por fiat, sino de una investigación científica y abierta de los distintos manuscritos. Es asombroso que a la luz de esto, tengamos las Escrituras sin verdadera variación.

La inspiración de los documentos originales

Thiessen, autor de "Introduction to the New Testament" sugiere la pregunta: "¿Por qué han alcanzado estos libros un lugar de preemi­nencia? ¿Por qué se ha puesto tanta labor en el texto de sólo un libro? Se han sugerido varias explica­ciones, pero la mayoría parecen insufi­cientes. Creemos que la razón se debe a su inspiración divina."

Para Thiessen, el empeño con el cual tantos hombres se han dedicado a analizar las Escrituras para ver si hay fallos nos proporciona una prueba más de la inspiración de las Escrituras.

Cuando se habla de inspiración de la Biblia, por cierto, se trata de los documentos originales, tales como escritos por sus autores, y no las copias que pueden traer algún error. Por esto existe la importancia de establecer cuáles documentos son las copias más fidedignas y exactas de los originales.

Definición de Inspiración

Thiessen presenta la definición propuesta por el Dr. L. Gaussen, profesor de teología sistemática al Oratoire, en Ginebra. Según éste, la inspiración es:

"aquel poder inexplicable que el Espí­ritu divino ejerció en tiempos antiguos sobre los autores de las Escrituras Sagradas, para guiarlos aun en el uso de las pa­labras que utilizaron, y para preservarlos tanto de todo error, como de toda omi­sión."




Thiessen nota que primero, la definición dice "inexplicable". Es el poder ejercido por el Espíritu Santo, pero no sabemos precisamente cómo aquel poder operó. Obró en varias maneras. También limita la inspira­ción a los autores de las Escrituras; no existe otra inspiración en este sentido. Esto excluye por tanto todos los concilios de iglesia, etc....  Luego la definición presenta la cuestión de direc­ción. Esto implica que el Espíritu guió y vigiló en la selección de los materiales que servirían, viniesen de observación personal de los autores, de infor­ma­ción oral, de fuentes escritas, o de revelación directa al autor; y por otro lado implica su vigilancia en la selección de pa­labras. La definición insiste, por fin, en que los autores fueron guarda­dos, no sólo de todo error, sino también de toda omisión. Es decir que los documentos originales eran tanto exactos como completos.

No podemos decir precisamente qué hizo el Espíritu, sólo que guió a los autores en la producción de sus obras. Algunas veces, seguramente, el Espíritu dictó las mismas palabras que iban a ser escritas; pero eso no sería el método usual, dadas las variaciones gramáticas y esti­lís­ticas que serían difíciles si el Espíritu lo hubiera dictado todo.  Creer que fue inspirado todo por dictado sería confundir el resultado de la inspiración con su método. Tampoco se trata de inspiración de pensamientos y conceptos gene­rales. Cualquier método que el Espíritu pueda haber utilizado, él guió, dirigió, a los escritores para que eligiesen palabras que expresaran su mensaje que serían normales para su estilo y vocabulario, siendo a la vez las palabras exactas con que él quiso expresar el asunto. Por supuesto la inspiración se aplica a los autógrafos de las Sagradas Escri­turas, y no se aplica, como algunos suponen, a ninguna de las versiones existentes, ni moder­nas ni anti­guas. Los documentos originales fueron inspirados. Sin embargo, se ha establecido sin lugar a dudas que en los textos que tenemos a nues­tra disposición, aparte algunas trivia­lidades comparativas, las palab­ras en el Nuevo Testamento que tenemos que están todavía en duda no hacen más que una milésima del todo. Se puede decir que en todas las cosas de importancia se han recuperado las palabras de los autógrafos, y que ninguna doctrina de la Escritura está comprome­tida por aquellas pocas palabras que quedan todavía en duda.
                                                                      .........................

Ninguna enseñanza o doctrina de las Escrituras es afectada por las pequeñas diferencias que se puedan encontrar entre dis­tintos manuscritos primitivos del Nuevo Testamento.

Pruebas “FILOSÓFICAS” de Inspiración


La definición que hemos presentado de la inspiración es muy completa, pero, )se puede demostrar que es verdad? Ha sido la creencia de la iglesia cristiana en general durante los primeros siglos. No se puede encontrar ningún maestro de los ocho prime­ros siglos del cristia­nis­mo que haya negado la inspiración plena de las Escrituras, a menos que se le buscara en las herejías más violen­tas. Hay dos bases funda­men­tales por la creencia en la ins­pi­ra­ción verbal, plena, e inerrante de las Escrituras: nuestro concepto del carácter de Dios, y la natura­leza y las pre­ten­siones de las Escrituras, particularmente del Nuevo Testamento.

i)          El Carácter de Dios:

Aquí entramos en el dominio de la teología sistemá­ti­ca.

Creemos que Dios es una persona, omnipotente, omnisciente, omni­presente, perfecto en santidad, justicia, y amor; y que él es el Crea­dor, el Preservador, y el Gobernador del universo. Este concepto lo daremos por descontado del momento.[6] Si acepta­­mos esta visión de Dios, ya tenemos la base para creer en una revelación e inspiración sobrenatural.



Si Dios es persona, pues tiene inteli­gencia, sensibilidad, y voluntad, y es posible tener comunión con él; si es omnipo­tente, es capaz de crear, preservar, y gobernar el universo; si es omnisciente, pues sabe todo sobre las necesidades de sus criaturas; si es omnipresente, entonces puede revelarse al hombre; si es perfecto en santidad y justicia, entonces existe una norma de moralidad en el universo; si es perfecto en amor, entonces seguramente quiere salvar a los que no lo merecen, y además quiere comunicarse con ellos. La demostración de estas realidades sobre Dios se halla en la misma creación, tanto como en nuestras conciencias. Ahora bien, si Dios ama al hombre y quiere proveer sus mayores necesidades de salvación, etc., )no informará al hombre sobre esta provisión, sobre la naturaleza de la provisión, y sobre las condiciones con que hay que entrar en posesión de ella? Nos parece que si Dios es tanto como lo decimos, él hará todo aquello.

Por tanto, es lógico que examinemos a los llamados "libros sagra­dos" del mundo para encontrar una respuesta a nuestros problemas. No encontramos ninguna solución adecuada al problema del pecado en los Cinco Clásicos del Confucianismo, en las Vedas del Hindu­ismo, en la Zend Avesta del Zoroastrianismo, ni en el Corán de Islam. Pero cuando leemos la Biblia, especialmente el Nuevo Testamento, conseguimos una respuesta que satisface tanto a la mente como al corazón. Es que Cristo "llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados" (1 P. 2:24). Dios ha hallado la manera de permanecer justo, y a la vez declarar justo a aquel pecador que cree en Jesús (Ro. 3:26).

Pero, suponiendo que la Biblia presenta la única solución satis­factoria al problema del pecado, )requiere eso una creencia en la ins­piración verbal de los escritos? Claro, es una ventaja, pues reduce al mínimo las posibilidades de incerti­dumbre. Pode­mos pensar en el hecho que Dios es perfecto en todas sus obras. Si es el Autor de la Biblia, nos parece que debemos pensar que Su Libro, también, será perfecto. Pero hay otra razón para creerlo.

ii)     La Naturaleza y la pretensión de las Escrituras, particu­lar­mente del Nuevo Testamento.

Al mirar la naturaleza de la Biblia, podemos preguntarnos: )Cómo podía un hombre sin inspiración escribir un libro que exige todos los deberes, prohibe todo pecado, incluyendo el pecado de hipocresía y mentira, que denuncia a todo mérito humano como siendo insuficiente para la salvación, que presenta como única esperanza para el hombre la fe en la muerte propicia­toria, de la resurrección física, y la inter­cesión presente de Cristo, y que condena al infierno para toda la eter­nidad a todos aquellos que rechazan este único camino de salvación y que persisten en su pecado? )Cómo podrían cuarenta hombres distintos en un período de alrededor de 1500 años escribir sesenta y seis libros que en realidad son un solo libro? Estos libros tienen un solo punto de vista doctrinal, una sola norma moral, un solo plan de salva­ción, un programa para todos los siglos y una sola visión mundial.

No existen otros "libros sagrados" que se acercan a las Escrituras en el carácter de su contenido y la unidad de su plan. Hablando de las Escrituras de Islam, del Zoroastrismo, del Budismo, James Orr comenta que son "desprovistos de principio, de centro, o de fin; son colecciones de materiales heterogéneos, colocados más o menos juntos.... ¡Cuán distinto ... la Biblia! Desde Génesis hasta Apocalipsis sentimos que este libro es verdaderamente una unidad... No hay nada que le parece, ni que se acerca a ella, en toda la literatura."



)Qué argumentos se encuentran en las Escrituras para su propia inspiración? Primero, hay que considerar que si son verídicas al hablar de otras cosas, han de ser verídicas al hablar de su propia condición. Ahora, no podemos considerar la inspiración del Nuevo Testamento sin tocar primero el asunto del Antiguo Testamento, puesto que son interdependientes.

Más de 3800 veces los escritores del Antiguo Testamento introducen sus mensajes con declaraciones como: "El Señor dijo..." "Vino la palabra del Señor...". (En mi Biblia, esto significa un promedio de 4,36 veces por página). Continua­mente los escritores del Antiguo Testa­mento nos dicen que Dios les ordenó que escribieran, y que escribieron conforme al mandamiento.

Algunos escritores bíblicos dicen que "la ley y el testimonio" son absoluta­mente perfectos. Varios libros hablan de otros del Antiguo Testamento como hablando con una autoridad absoluta. Jesús y los apóstoles reconocieron el Antiguo Testamento como siendo plenamente inspira­do. (Pablo y Pedro lo dicen expresamente: 2 Ti. 3:16; 2 P. 1:20,21).

Consideremos ahora el Nuevo Testamento. Escrito por ocho o nueve autores distintos durante medio siglo, sobrepasa, si fuera posible, al Antiguo Testamento en profundidad intelectual, unidad doctrinal, tono espiritual, y valor práctico. Rellena el esquema del plan redentor de Dios revelado en el Antiguo Testa­mento, y presenta la naturaleza y la misión de la Iglesia, lo que no se conocía en los siglos anteriores.

Pedro puso las palabras del Señor y de los apóstoles en un mismo plano con los profetas del Antiguo Testamento (1 P. 1:25; 2 P. 3:2). Judas hace igual (v. 17). Pablo insiste en la autoridad divina de su evangelio (Gá. 1:8,9) y de sus palabras (1 Ts. 2:13; Gá. 1:11,12; 1 Ti. 6:3; 1 Ts. 4:15; 1 Co. 14:37; 2 Ti. 1:13; 1 Co. 2:13). Juan insiste en lo mismo (Ap. 21:5; 22:6, 18, 19)  Pedro pone las epístolas de Pablo en un plano igual como las demás Escrituras (2 P.3:15,16). La palabra "Escrituras" aquí sólo puede significar el Antiguo Testamento.

Jesucristo prometió la inspiración por el Espíritu Santo a los apóstoles (Mt. 10:19,20; Jn. 14:26; 16:12,13).  Algunos han pensado que esto era una promesa para todos los creyentes, pero cuando exami­namos lo que dice en su contexto y con el resultado, es fácil de entender que se trataba de la inspiración que los apóstoles tendrían para recordar las cosas de la vida y del ministerio de Jesús y sus enseñanzas; y para conocer las doctrinas para la iglesia, tanto como los acontecimientos futuros.

Se ha dicho que la Biblia es Palabra de Dios en palabras de los hombres.

1.                  El Nuevo Testamento es Palabra de Dios. Hemos estu­diado ya los argumentos para creer que nuestro Nuevo testamento es la Palabra inspirada de Dios, sin errores en su autó­grafos[7].



2.                  El Nuevo Testamento es palabra de hombres. Esta afir­mación no contradice la primera. Ladd cita las palab­ras de R.D. Preuss: "La Biblia no nos cayó del cielo, pero tuvo su origen y su crecimiento en la Iglesia de Dios. Los libros de la Biblia fueron escritos según las demandas y exigencias de los tiempos. No hay nada mecánico o artificial o inhumano en la Biblia." Dios utilizó, y hasta preparó, las condiciones históricas que causaron estas exigencias. Pero esta dimensión humana e histórica exige la formulación y el uso de un método histórico-crítico de estudio. Dios, en su providen­cia, dio la Palabra de Dios a la iglesia a través de acontecimientos y procesos históricos que no siempre podemos recobrar. El crítico debe reconstruir la situación histórica en lo posible. Siendo escaso nuestro conocimiento en muchos puntos, no podemos siempre hablar confiadamente de hechos, sino sólo de probabilidades, posibilidades, e hipótesis. Eso es lo mismo que tiene que hacer el crítico racionalista.

El crítico evangélico debe construir sus teorías e hipó­tesis, haciendo continuamente la diferencia entre hechos y teorías; pero sus hipótesis serán estableci­das de una manera consecuente con la información de toda la Biblia, incluso su doctrina de revela­ción y de inspiración.


Se ha dicho a menudo: "Estoy contento de que la Biblia nos da la palabra de Dios, y no las palabras de hombres". El espí­ritu de esta declaración es básicamente correcta: se quiere hablar de autoridad y de origen. Sin embargo, el elemento humano, aunque inspirado, está allí. Los libros están escritos, como lo hemos dicho, conforme a ciertas necesidades del tiempo. En algunos casos, sabemos quién fue el autor, como en el caso de las epístolas de Pablo, y hasta se puede deducir con alguna certeza la fecha y el lugar del escrito. En otros casos, sin embargo, no podemos estar seguros de la fecha, el autor, ni del lugar de origen del libro. Esto no disminuye el hecho que cada libro tiene un origen histórico, y desde un punto de vista se puede ver como un producto histórico, humano, y literario. Algunos cristianos han tenido la idea de que los libros fueron dictados por Dios, palabra por palabra, sin que la mentali­dad, el sentimiento, condición intelectual, etc. del autor entrara en el asunto. En el libro apócrifo de II Esdras tenemos una des­cripción de este método de inspiración (traduzco de la versión inglesa presentada en el libro de Ladd): La historia presenta a Esdras en Babilonia, tras la destrucción de Jerusalén, lamen­tándose de que los libros de Moisés habían sido quemados, y suplicando a Dios que "me envíe al Espíritu Santo, y escribiré todo lo que ha suce­dido en el mundo desde el principio, las cosas que fueron escritos en tu ley, para que los hombres puedan hallar el camino, y que aquellos que desean vivir en los últimos días puedan vivir". (II Esdras 14:22). Contestándole, Dios dice a Esdras que tome cinco escribas formados para escribir rápida­mente, y retirarse del pueblo durante cuarenta días, "y encen­deré en tu corazón la lámpara de entendimiento, que no se apaga­rá hasta que se haya terminado lo que vas a terminar" (II Esdras 14:25). Así Esdras toma sus cinco escribas y se retira al campo. El día siguiente Dios dice, "Esdras, abre tu boca y bebe lo que te doy de beber". "Entonces abrí mi boca y he aquí, se me ofreció una copa; estaba llena de algo como agua, pero su color era como color de fuego. La tomé, y bebí; y cuando hube bebido, mi corazón vertió entendimiento, y sabidu­ría creció en mi pecho, porque mi espíritu retuvo su memoria; y mi boca fue abierta, y ya no estaba cerrada. Y el Altísimo dio enten­dimiento a los cinco hombres, y en turnos escribieron lo que se dictó, en caracteres que no conocían... se escri­bieron noventa y cuatro libros" (II Esdras 14:39-44). En este modo tan maravilloso de inspira­ción, se habría escrito no sólo todo el Antiguo Testamento, sino también muchos más libros extracanónicos.



Si la inspiración hubiera sido así, no haría falta hacer un estudio con el método crítico-histórico. Todas las cuestiones de esa naturaleza ya estarían resueltas. Ahora bien, muchos eruditos críticos se han enamorado tanto del descubierto de que la Biblia es, en efecto, las pala­bras de hombres escritas dentro del proceso histórico que a menudo han descuidado por completo su significado como Palabra de Dios. La norma de los críticos modernos ha sido muy sencilla: La Biblia es un libro antiguo y ha de estu­diarse exactamente como todo otro libro antiguo. Esto es sólo una parte de la verdad, sin embargo es una parte de la verdad.

Por esta razón se estudia la Biblia con métodos críti­cos: porque la Biblia no es un libro mágico, sino un pro­ducto de la historia escrito en las palabras de hombres. El griego del Nuevo Testamento no era un idioma especial creado por el Es­píritu Santo, sino el lenguaje vulgar de la gente ordinaria. Los libros de la Biblia fueron escritos en estilos literarios muy distintos, que reflejan la diversi­dad de sus autores.

Para entender cómo la Biblia puede ser palabras de hombres, escrita en el contexto de hechos históricos, y siendo parte de aquella historia, y a la vez ser Palabra de Dios, hay que consi­derar que Dios es Dios también de la historia. Él se reveló en los hechos históricos tanto como en sus palabras. La historia escrita en la Biblia es la inter­pre­tación divina, inspirada, de aquella historia. Podemos consi­de­rar también el paralelo con la persona de Jesús, el Hijo de Dios. El nuevo Testamento hace muy claro la divinidad de Cristo: Él es Dios. A la misma vez su humanidad está continuamente subrayada. No sólo es llamado Hijo del Hombre, y nació de una virgen; no sólo creció como hombre en Palestina; pero Jesús era hombre. Algunos creen que era mitad hombre y mitad Dios. No fue así. Jesús era completamente hombre, y completamente Dios. (Es un caso en que 1 + 1 = 1! Se cansaba como hombre; fue tentado como hombre; tuvo sed como hombre; como un hombre dependía del poder del Espíritu Santo. Tuvo necesidad de consuelo hu­mano como hombre. Pero al mismo tiempo, era Dios sobe­rano. En la misma manera, la Biblia es un libro totalmente de palabras humanas, producidas en condiciones humanas, y al mismo tiempo, es Palabra de Dios, inspirada en su concepto general e inspirada en todas sus palabras individuales. Los libros del Nuevo Testamento, como los del Antiguo Testamento, son a la vez historia y revelación. Marcan la misión de Jesu­cristo y lo que sucedió como resultado de su vida, muerte, y re­surrección. Pero engloban también la Palabra de Dios, inter­pretando Su venida futura para esta­blecer el Reino eterno de Dios. El método crítico moderno de estudiar la histo­ria ha asumido que todo acon­tecimiento histórico ha de expli­carse por medio de causas naturales his­tóricas. Desde este perspectivo, hechos sostenidos como el naci­miento de un niño de una virgen o la resurrección de un muerto son sencillamente hechos increíbles y por tanto ex­cluidos de toda consideración seria.

Por ser historia, la Biblia ha de estudiarse de una manera crítica e histórica; pero por ser historia-revelación, el método crítico tiene que dejar sitio para esta dimensión suprahis­tórica de la actividad divina en la revelación y en la reden­ción. Una metodología que reconoce los dos aspectos: histórico y revela­ción, de la Biblia, es lo que llamamos la crítica evangélica.

Por razón de la cualidad del contenido de las Escrituras, estamos obligados a tomar en serio su pretensión a la inspiración divina.

Las varias escuelas de crítica de la Biblia han dejado de lado los mismos hechos importantes:

a. La brevedad del tiempo que pasó entre los acontecimien­tos y los escritos.
b. El papel de los testigos oculares en la preservación de la tradición.
c. El papel del testimonio apostólico autoritario.
d. El papel del Espíritu Santo.





LECCIÓN 4: LA EXISTENCIA DEL JESÚS HISTÓRICO, LA DIVINIDAD DE JESÚS, Y LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

A - LA HISTORICIDAD DE JESUCRISTO


Hay quienes han sugerido que Jesús de Nazaret nunca existió como figura histórica. Pretenden que fue una invención total de la iglesia de los primeros siglos; una leyenda. Y si existió un líder llamado Jesús, no tenía mucho que ver con el Jesús de los Evangelios: nunca fue cru­ci­ficado, y la historia de la resurrección fue inventada en el siglo siguiente, o en el primer siglo por sus discípulos, pero nadie se lo creó. En otras palabras, que todo fue una historia inventada.

Los mismos documentos del Nuevo Testamento, obviamente escritos en el primer siglo, y bastante pronto en aquel siglo, ya son una prueba contraria a esa teoría (que cada vez menos personas creen). Sin embar­go, para armarnos para hacer frente a algunos que todavía creerían esa teoría, sería bueno que examinemos las evidencias. Josh McDowell trata esa teoría en su libro EVIDENCE THAT DEMANDS A VERDICT, primer tomo. McDowell cuenta que cuando tenía que participar en un debate en una universidad norteamericana contra una mujer marxista, estuvo asombrado al oír a su adversario decir: "Los historiadores de hoy en día han descartado casi por completo a Jesús como una persona histórica...". En la realidad, según McDowell, no son los historiadores, sino algunos economistas que descartan la existencia de un Jesús histórico. Por otro lado hay teólogos que pretenden buscar al Jesús "histórico" como siendo un Jesús distinto del Jesús de los Evangelios. Esa actitud no nos parece muy seria para un verdadero historiador.

McDowell nos presenta una lista impresionante de fuentes histó­ricas para la existencia del Jesús de los Evangelios como siendo una figura histórica.

En primer lugar McDowell apela a los veintisiete documentos del Nuevo Testamento como prueba histórica de la existencia de Jesucristo. No fueron escritos todos para engañar. Tampoco surgió nadie para negar lo que dicen los documentos del Nuevo Testamento, que fueron escritos todos en el primer siglo. Un historiador, según John Mont­gomery, sabe que se puede contar con los documentos del Nuevo Testa­mento para dar un cuadro bastante exacto de Jesús, y que este cuadro no puede ser "racionalizado" por ilusiones anhelosos, por presuposi­ciones filosóficas, o por maniobras literarias.

En segundo lugar hay los padres de la iglesia, como Policarpo, Eusebio, Ireneo, Ignacio, Justino, Orígenes, y muchos más. Así tenemos una lista importante de fuentes sobre la vida de Cristo. Una lista que debería ser tomado en serio por cualquier historiador sin presuposiciones. Pero hay más.



McDowell nos presenta también con una lista de personas que no eran cristianos que hablaron de la realidad de la existencia del Jesús de los Evangelios. Por ejemplo, Cornelio Tácito, que nació en 52-54 d. C., era un historiador romano, gobernador de la provincia de Asia (parte de lo que ahora es Turquía), y yerno de Julio Agrícola que fue gobernador de la provincia de Britania en los años 80-84 d.C. En el año 112 d. C. Tácito escribió acerca del reino de Nerón, y se refirió a la muerte de Cristo y a la existencia de cristianos en Roma: "Pero ni todo el alivio que podía venir de un hombre, ni todas las riquezas que el príncipe podía otorgar, ni todas las propiciaciones que podían presentarse a los dioses, consiguieron aliviar a Nerón de la infamia de ser acusado de haber mandado el incendio de Roma. Por tanto, para suprimir el rumor, acusó falsamente de la culpabilidad, y castigó con las torturas más exquisitas, a las personas vulgarmente llamados cris­tia­nos, que eran odiados por sus atrocidades. Cristus, el fundador de aquel nombre, fue ejecutado por Pontio Pilato, procurador de Judea durante el reino de Tiberio; pero la superstición perniciosa, reprimida durante un tiempo, volvió a brotar, no sólo por toda Judea, donde el daño empezó, sino también por la ciudad de Roma."

Luego McDowell nos habla de Luciano de Samosata, un escritor satírico del siglo dos, que habló en manera burlona de Cristo y de los cristianos. Les relacionó a las sinagogas de Palestina y aludió a Cristo como siendo "... el hombre que fue crucificado en Palestina por haber introducido esa nueva secta en el mundo... Además, su primer Legislador les persuadió de que eran todos hermanos el uno del otro después de que habían transgredido una vez para siempre, negando los dioses griegos y adorando a aquel mismo sofista crucificado y viviendo bajo sus leyes."

McDowell cita también a Flavio Josefo, nacido en 37 d.C. Éste era un historiador judío que llegó a ser fariseo a la edad de diecinueve años. Según una cita discutida, dijo: "Ahora bien en ese tiempo Jesús, un hombre sabio, si es correcto llamarle un hombre, porque era un hacedor de maravillas, un maestro de tales hombres que reciben la verdad con placer. Se atrajo a sí mismo muchos de los judíos y además muchos de los gentiles. Era el Cristo, y cuando Pilato, conforme a la sugerencia de los hombres principales entre nosot­ros, le había condenado a morir en una cruz, aquellos que le amaron desde el principio no le abandonaron; porque apareció a ellos vivo el tercer día; tal como las profecías habían predicho estos y diez mil otras maravillas acerca de él. Y la tribu de cristianos nombrados por él sigue sin extinguirse hasta hoy en día." El texto árabe del pasaje, cuya probabilidad de haber sido cambiado por cristianos es mucho menor, se lee así: "En ese tiempo había un hombre sabio que se llamaba Jesús. Y su comportamiento era bueno, y era conocido como siendo virtuoso. Y muchas personas de entre los judíos y otras na­ciones llegaron a ser sus discípulos. Pilato le condenó a ser cruci­ficado y muerto. Y aquellos que eran sus discípulos no abandonaron su estado de discípulo. Dieron el informe de que había aparecido a ellos tres días después de su crucifixión y que vivía todavía; según eso, puede haber sido el Mesías acerca de quien los profetas han hablado de maravillas." En otra parte de su libro Josefo se refiere a Jacobo (lo conocemos como Santiago) el hermano de Jesús. Describe las acciones del sumo sacerdote Ananus: "Pero el más joven Ananus que, como diji­mos, recibió el sumo sacerdocio, tenía una disposición osada y era excep­cionalmente atrevido; siguió el partido de los saduceos, que son severos en el juicio más que todos los judíos, como ya lo hemos demos­trado. Siendo pues Ananus de tal disposición, pensaba que tenía una buena oportunidad puesto que Festo ya había muerto, y Albino estaba todavía en camino; así que juntó un consejo de jueces, y trajo ante ellos al hermano de Jesús, el supuesto Cristo, cuyo nombre era Jacobo, junto con algunos más, y habiéndoles acusado de ser gente que no respe­ta­ba la ley, los entregó para ser apedreado".

El Obispo Apapio del siglo décimo escribió: "Hemos encontrado en muchos libros de los filósofos antiguos que se refieren al día de la crucifixión de Cristo". Luego da una lista y cita porciones de aquellas obras, algunas de las cuales son conocidas por los eruditos modernos, y otras no conocidas.

Suetonio, en el año 120 d. C. fue un oficial de la corte de Hadriano, como analista de la casa imperial. Éste dijo: "Puesto que los judíos causaban disturbios constantes bajo la instigación de Crestus, les expulsó de Roma". Escribe además: "Nerón infligió un castigo a los cristianos, una clase de hombres entregados a una nueva superstición dañosa".



Plinio Segundo, gobernador de Bitinia en Asia Menor alrededor del año 112 d. C., escribió al emperador Trajano pidiendo consejo en cuanto a cómo tratar a los cristianos. Explicó que había matado a hombres, mujeres, niños y niñas. Se había entregado tantos a la muerte que se preguntaba si debería seguir matando a cualquiera que fuera descubierto como siendo cristiano, o si sólo debería matar a algunos. Explicó que había obligado a los cristianos a postrarse ante las estatuas de Trajano. Dijo que también les había "obligado a maldecir a Cristo, lo que sería imposible obligar a un verdadero cristiano a hacer". En la misma carta escribe sobre las personas que eran procesados ante el tribunal: "Afirmaron, sin embargo, que toda su culpabilidad, o su error, era que tenían el costumbre de reunirse en un cierto día antes de que hiciera luz, cuando cantaban en versos alternados un himno a Cristo como a un dios, y se liaban por un voto solemne a no cometer ninguna acción mala, a nunca cometer fraude, robos, adulterio, nunca mentir, ni fallar a un compromiso en que se han fiado de ellos."

Tertuliano, un teólogo de Cartago, en el año 197 d.C., escribió una defensa del cristianismo para las autoridades de Roma en África, y menciona la comunicación entre Tiberio y Pilato: "Tiberio, en aquellos días en los cuales el nombre cristiano entró en el mundo, habien­do recibido inteligencia de la verdad de la divinidad de Cristo, trajo la cuestión ante el senado, con su propia decisión a favor de Cristo. El senado, porque no había quien diera la aprobación, rechazó su proposición. Cesar mantuvo su opinión, amenazando con su ira en contra de todos los acusadores de los cristianos."

Uno de los primeros escritores gentiles que menciona a Cristo era Talus, que escribió en 52 d.C. Ese escritor nació en Samaria. Sus escritos, sin embargo, han desaparecido, y sólo conocemos fragmentos de sus escritos citados por otros escritores. Uno de ellos era Julio Africano, un escritor cristiano alrededor de 221 d.C. Un pasaje interesante se relaciona a un comentario de Talus. Africano escribe: "Talus, en el tercer libro de sus historias, explica esa oscuridad (del tiempo de la crucifixión) como siendo un eclipse del sol - sin razón, me parece". (McDowell añade que era verdad que la explicación no tenía razón, porque un eclipse solar no puede ocurrir durante la luna llena, y era en tiempo de Pascua, cuando la luna está llena, que Cristo murió). Así vemos que el relato del Evangelio de la oscuridad que hubo en el momento de la crucifixión era bien conocida y que ya la gente trataba de encontrar una explicación natural para ella.

Otro historiador del primer siglo era Flegón. Se han perdido sus Crónicos, pero un fragmento de aquella obra, que confirma la oscuridad al momento de la crucifixión, es citado por Julio Africano. Habría dicho que en el tiempo de Tiberio Cesar, hubo un eclipse del sol en el tiempo de luna llena. McDowell cita F.F. Bruce que se refiere al escrito de Mara Bar Serapión, un escritor también del primer siglo, cuyo manuscrito está hoy en el Museo Británico. Desde la cárcel, éste escribió a su hijo Serapión, y habló de la mala suerte que ocurría a los que perseguían a buenos hombres. Da por ejemplo la manera en que murieron Sócrates, Pitágoras, y Cristo. Dice: "¿Qué ventaja consiguieron los judíos a ejecutar a su sabio Rey? Fue poco después de eso que el reino de ellos fue abolido. Dios vengó justa­mente a estos hombres sabios: los Atenienses murieron de hambre; los Samianos fueron destruidos por la arena del mar; los judíos, arruinados y echados de su tierra, viven en dispersión total."

McDowell cita también a los Talmud judíos que hablan de Jesús, mencionando que fue colgado en la víspera de Pascua, y que era de Nazaret.

Finalmente se refiere a la Enciclopedia Británica, que utiliza 20.000 palabras para describir a esta persona, Jesús, tomando más espacio de lo que utiliza para Aristóteles, Cicerón, Alejandro Magno, Julio Cesar, Budha, Confucio, Mahoma, o Napoleón Bonaparte. Hablan­do del testimonio de los muchos informes seglares independientes sobre Jesús de Nazaret, dice la Enciclopedia: "Estos informes indepen­dientes demuestran que en los tiempos antiguos aún los adversarios del cristianismo nunca dudaron de la historicidad de Jesús. Sólo fue discutida por primera vez y sin razones adecuadas por algunos escri­tores a finales del siglo XVIII, durante el siglo XIX, y a principios del siglo XX".



Todo esto para demostrar que ninguna erudición digna del término puede pretender que haya dudas sobre la existencia histórica de Jesús de Nazaret. Para que alguien pusiera en duda la existencia de Jesús, tendría que ser muy poco informado o, más probable, tener interés en negar su existencia. Lo que demuestra más que nada la importancia de Jesús de Nazaret.

B - LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO


¿Era Jesús Dios?  Más bien, hay que preguntar: ¿Es Jesús Dios? Una vez más se trata aquí de una cuestión para la teología. Pero toca también el área de la apologética. Adversarios del cristianismo histórico dirán por un lado que Jesús nunca pretendió ser Dios, o, por otro lado, que Jesús no era Dios.

En su proceso ante Caifás y luego ante Pilato, Jesús dijo ser Dios. En otros momentos durante su enseñanza había dicho que era Dios. Aceptó que los discípulos, y particularmente en una ocasión después de su resurrección, Tomás, le adorara como Dios. Los a quienes enseñó por él creyeron que era Dios, y los adversarios le condenaron en parte porque consideraban que pretendía ser Dios.

En manera indirecta también Jesús pretendió ser Dios. Cuando perdonó los pecados, pretendía ser Dios porque para un judío, y con razón, sólo Dios podía perdonar los pecados. Al menos un apóstol pretendió que Jesús era inmutable (He 13:8) lo que era un atributo de Dios (Malaquías 3:6). Jesús pretendió ser "la vida". Habló de su autoridad absoluta y del hecho de que será el juez en el último día.

Las afirmaciones de Jesús sobre su misma persona eran, pues, que era el Hijo del Bendito, que era aquél que se sentaría a la diestra del Poder, y que era el Hijo del Hombre que vendría del cielo en las nubes. Es esta última afirmación que el sumo sacerdote consideró como siendo la más fuerte, suficiente para acusarle de blasfemia.

Ejercicio:         Busca las referencias en los Evangelios en las cuales Jesús pretende directamente ser Dios. Luego, busca las citas en las cuales Jesús perdona los pecados, pretende ser "la vida", y los textos en que pretende ser el juez futuro.

Luego, vemos los títulos de la deidad que Jesús se atribuye: YHVH (cuando dice "Yo soy" tan a menudo, especialmente "Antes de que Abraham fue, yo soy", y cuando los hombres vinieron en busca de él en el huerto de Getsemaní, les preguntó a quién buscaban. Cuando dijeron: Jesús de Nazaret, él dijo: "Yo soy" y los hombres cayeron de espaldas); Hijo de Dios; e Hijo del Hombre (una expresión que muestra no su humanidad sino su divinidad. Habla del ser glorioso en el cielo que viene en juicio, como vemos en el libro de Daniel, por ejemplo).

No estamos obligados a aceptar la palabra de cual­quiera que viene y dice que es Dios, por cierto. Pero cuando alguien dice tal cosa estamos obligados a tomar una decisión. Cuando exami­namos la pretensión de Jesús tenemos que decidir entre tres posibilidades: Primero, que Jesús de Nazaret pensaba que era Dios, pero no lo era. Así tendría que haber sido sinceramente equi­vo­cado, y en reali­dad, tendría que ser un loco.  La segunda posibilidad es que sabía muy bien que sus pretensiones eran falsas. En otras palabras, hizo deliberadamente una falsificación sobre su persona. Así que tenía que ser mentiroso, hipócrita, demonio, y necio, puesto que murió por tal mentira. Tiene que haber sido un em­bus­tero sumamente malvado. La tercera posibilidad, la única que nos queda si se rechaza las dos primeras, es que decía la verdad, y era Dios. Pero escoger una de las dos primeras posibilidades sería difícil.



¿Era Jesús un demente? En todo lo que hizo razonaba con cordura. Se mostró no sólo inteligente en su conocimiento de las Escrituras, sino sabio en su relación con los hombres. Era un hombre perfec­ta­mente equilibrado. Aquellos escritores que se oponen al cristianismo y a la pretensión de que Cristo era Dios, son casi unánimes en admirar la inteligencia de Jesús. Y si examinamos de cerca la manera que Jesús hablaba en los Evangelios, notamos que nunca usaba la clase de lenguaje que un demente utilizaría, poniendo un énfasis en descripciones fan­tás­ticas de cosas desconocidas del Cielo, por ejemplo. El lenguaje que utilizaba era muy distinto del lenguaje de un loco.

Cuadro de texto: ¿Es Jesús Dios?  ¿Qué Dice La Biblia?

 Puedes hacer un estudio de las series siguientes de textos para ver la demostración asombrosa de que el “Jehová” o “Yahveh”, o mejor, “Señor” del Antiguo Testamento es el mismo Jesucristo. Estos textos, aun leídos en la Biblia de los Testigos de Jehová, son bastante claros.  Se puede tomar las series en cualquier orden, o independientemente, pero dentro de cada series, es mejor leer los textos en el orden presentado.

1. Jeremías 23:5-6
2. Éxodo 17:5,6;  Números 20:11; Deuteronomio 14-15; Dt. 32:18; Dt. 32:3-4;  Isaías 44:8; 1 Corintios 10:4   ¿Quién es la Roca?
3. Isaías 35:1-6; Lucas 7:20-23
4. Zacarías 11:13; Mateo 27:9
5. Isaías 44:24; Juan 1:3
6. 1 Corintios 8:4; Juan 17:3; 1 Juan 5:19-20
7. Zacarías 14:5; 1 Tesalonicenses 3:13; 1 Juan 5:19-20
8. Isaías 43:11; Mateo 1:21; Hechos 4:12
9. Isaías 43:10a; Hechos 1:8
10. Isaías 43:10b; Juan 1:1; Isaías 9:6
11. Apocalipsis 22:6, 16  ¿Quién envió al ángel?
12. Isaías 40:3, 10; Mateo 3:1-3
13. Deuteronomio 10:17; Apocalipsis 17:14
14. Lucas 8:38-39
15. Filipenses 2:9-11

¿Era un embustero malvado? Habría que examinar de más cerca el carácter de esta persona Jesús: su humildad, por ejemplo - no era pretencioso, y enseñó lo mismo que practicó: que el que quiere ser primero ha de ser servidor de todos. Se nota su amor y su compasión. No era un hombre que buscaba su propio interés. En todos los demás aspectos de la vida de Jesús no hay nada que podemos descubrir que nos permite ver la posibilidad de un hombre malvado, o un embustero. Jesús mismo retó a sus acusadores si alguno de ellos podía encontrar cosa cualquiera en su vida que fuera mal. Los acusadores no tuvieron nada que decir, por más que querían culparlo de algo. McDowell cita a dos hombres que son adversarios del cristianismo: J. S. Mill, y William Lecky, que están de acuerdo en decir que si hubo un hombre que merecía ser escogido como ejemplo de rectitud moral, bondad, y repre­sen­tante o modelo de la raza humana, era Jesús de Nazaret. Por tanto, Jesús no era un hombre a quien podemos acusar de ser malvado. El carácter de Jesús en todo lo que no concierne su pretensión de igualdad con Dios, demuestra que no era ni un embustero, ni un hombre malvado, ni un loco.  Por eliminación, pues, habría que tomar muy en serio la tercera posibilidad: que su pretensión de ser Dios era la verdad. Y si exami­namos la resurrección, esto confirmará que era Dios, y que es Dios.

C - LA DEMOSTRACIÓN DE LA RESURRECCIÓN


                   ¿SE PUEDE DEMOSTRAR QUE JESÚS RESUCITÓ DE LOS MUERTOS?

Hay un Hombre glorificado en el Cielo hoy que es el único Mediador entre el Dios justo y el pecador. Pablo lo llama el Hombre Jesucristo. Murió en una cruz hace casi dos mil años y ahora es nuestro Sumo Sacerdote vivo en el Cielo. Esto es lo que pone el cristianismo aparte de toda otra religión, porque es la única que tiene un autor vivo. Los fundadores de las demás religiones del mundo son todos muertos; mientras los que originaron las sectas modernas, si no han muerto ya, pronto lo serán. Sólo el cristianismo puede glorificarse de tener un Jefe vivo que hoy está sentado a la diestra de Dios. Aunque otras religiones pueden tener algunas enseñanzas morales y éticas valiosas, son sin embargo preceptos de hombres muertos. Pero lo genial del Evangelio es que (está centrado en el Cristo vivo! Ni siquiera los devotos más fanáticos de las religiones del mundo se atreverían hacer una aseveración tan radical. Algunos pretenden que su jefe volverá algún día, pero ninguno pretende que su jefe está vivo hoy en día. En contraste a esto, nos regocijamos y proclamamos que Jesús vive. La doctrina de la resurrección corporal del Salvador tiene, pues, la mayor importancia. Devuelve a Cristo a la tumba y todo el plan de salvación se derrumbe, y, como dice Pablo, “somos los más dignos de conmiseración de todos los hombre” (1 Co. 15:19). Quita al Salvador vivo, y el cristianismo muere.
No hay salvación para quien rechaza el hecho de la resurrección literal de nuestro Señor. Está al corazón mismo del Evangelio, porque Pablo afirma “Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Ro. 10:9).
 (Daily Bread 13 abril, 1971)




Según un libro escrito por Richard Dehaan, si estudias las obras de hombres conocidos como Bertrand Russell, Rudolph Bult­mann, y Paul Tillich, encontrarás que nunca consideraron seria­mente las pruebas del Nuevo Testamento en cuanto a la resurrección de Cristo. Lo mismo puede decirse en cuanto a la mayoría de los estudios escritos por historiadores, filósofos, y teólogos modernos. La mayoría ignoran la resurrección de Cristo, o lo niegan, o afirman que la veracidad de la resurrección tiene poca importancia. Hace unos años tales eruditos descartaron los manuscritos del Nuevo Testamento por no ser fidedignos, o hasta ser fraudulentos, pero las investigaciones arqueológicos re­cientes han obligado hasta a los incrédulos a reconocer que la mayoría de los documentos originales del Nuevo Testamento estaban en existencia antes de 70 d. C. Estas pruebas para la veracidad histórica de los Evangelios son simplemente descartados, sin embargo, y muchos se niegan a aceptar los métodos aceptados de la investigación histórica sobre este punto. Por otro lado, los creyentes pueden presentar el testimonio de la tumba vacía, los apóstoles transformados, y la Iglesia novotestamentaria del primer siglo como estableciendo fuertemente la credibilidad de la resurrección de Cristo.

A. La Tumba Vacía


Las narraciones de los Evangelios no dejan ningún lugar a duda de que Jesucristo murió en realidad. Su cuerpo sin vida fue toma­do de la cruz, llevado a una tumba, en la cual fue sellado, y vigilado por soldados romanos (Mateo 27:57-66). En la mañana del tercer día, sin embargo, los guardias fueron aterrorizados por un terremoto y por la apariencia de un ángel que les deslumbró y quitó la piedra de la tumba. Tras recobrarse de su parálisis, los soldados huyeron en su terror. Poco tiempo después un grupo de mujeres que quisieron ungir el cuerpo del Señor hallaron la tumba vacía.

Se han hecho algunas teorías fantásticas para explicar la tumba vacía, pero todas tienen debilidades inherentes que les desacreditan totalmente. Cuando leemos el relato del Nuevo Testamento, encontramos que la tumba vacía es presentada como siendo un hecho puramente histórico, y no como un argumento para apoyar una pretensión. Las mujeres, al venir a ungir un cuerpo muerto, no esperaban encontrar la tumba vacía. Los enemigos estaban pasmados, y si hubieron podido producir el cuerpo, puedes estar seguro que lo habrían hecho.

El Dr. John Warwick Montgomery comenta sobre la actitud moderna en cuanto al acontecimiento de la resurrección: "... ¿puede el hombre moderno admitir un milagro como la resurrección? La respuesta es sorprendente: La resurrección tiene que ser admitida principalmente porque somos hombres modernos - hombres que viven en la era de relativismo de Einstein. Para nosotros, al contrario de aquellos que vivían en la época de Newton, el universo ya no es más un campo cerrado, seguro, en el cual conocemos todas las reglas. Desde Einstein, ningún hombre moderno tiene el derecho de excluir la posibilidad de algún acontecimiento basado en su conocimiento anterior de la ley natural... )Qué hacemos (como historiadores) cuando experimentamos sorpresas que van en contra de todas nuestras expectativas, quizá todas nuestras convicciones y aún toda la comprensión de verdad de nuestra era? Decimos como solía decir un gran histo­ria­dor: Es seguramente posible. ¿Y por qué no? Para el historiador crítico nada es imposible. Si en efecto la resurrección ocurrió - y la evidencia para ella es tremenda - entonces no podemos excluir la posibilidad de ella sólo porque no llegamos a explicarla por medio de algún esquema causal a priori. Más bien, hemos de acercarnos a Aquél que resucitó para encontrar la explicación - y su explicación, aunque quizá no nos guste, es que sólo Dios mismo, el Señor de la vida, pudo vencer los poderes de la muerte."



En otras palabras, nadie tiene el derecho de afirmar que la resurrección de Cristo no pudo haber sucedido. La persona que hace tal aseveración pretende que lo sabe todo en un mundo en el cual cada nuevo acontecimiento científico suscita nuevos problemas a los cuales los hombres no llegan a contestar. Ninguna persona honrada puede decir que sabe que una resurrección corporal es imposible.

Todos los escritores de los Evangelios afirman que la tumba en la cual el cuerpo de Jesús fue puesto estaba vacía aquella primera mañana de la resurrección. Tres testimonios distintos lo confirman: el informe de las mujeres, la observación de Pedro y Juan y la afirmación pública de los enemigos de Cristo. Esta última es muy importante. Según Mateo 28:11-15, pagaron a los guardias para que dijeran que los discípulos habían robado el cuerpo. En esta manera confirmaban abiertamente que tenían el problema del sepulcro vacío. No se escribió nada durante aquel siglo que negara el testimonio de los Evangelistas, ni sobre la resurrección, ni sobre la tumba vacía.

Ahora bien, los incrédulos han adelantado algunas posibles explicaciones de la tumba vacía. Sugieren cuatro posibles explica­ciones: (1) Cristo no estaba realmente muerto cuando fue puesto en el sepulcro. (2) El cuerpo de Jesús fue robado (3) Animales salvajes destruyeron su cuerpo en la tumba (4) los amigos de Cristo fueron a la tumba equivocada.

(1)        la teoría de que Cristo no hubiera muerto.

La teoría que nunca murió en verdad y que volvió a la conciencia en el aire fresco del sepulcro, es bastante antigua. Últimamente se ha añadido a esta teoría la especulación de que Jesús hubiera fingido deliberadamente estar muerto. Otros sugieren que estaba en un coma inducido por la droga. Es bastante fácil refutar tales ideas.

Cuadro de texto: Se necesitaría muchísima fe para creer que un hombre hubiera sido detenido en la noche, cuestionado toda aquella noche ante dos o tres distintos tribunales, que le hubieran puesto una corona de espinas, que hubiera sido abofeteado duramente muchas veces por hombres fuertes, que hubiera sido azotado, que hubiera sido puesto en una cruz con clavos traspasando los pies y las manos, expuesto al sol en la cruz durante unas horas, traspasado por una lanza, bajada de la cruz, envuelto en sábanas con unos 40 quilos de especies, encerrado en una cueva con una piedra tan grande que tres mujeres sabían que no serían capaces de moverla, que tal hombre pudiera tranquilamente levantarse, doblar las sábanas, mover la piedra, espantar a los soldados,  y aparecer a los discípulos de una tan dinámica que les convenció que era el Rey de Reyes, Dios mismo.  ¡Creer tal cosa podría requerir más “fe” que simplemente creer en la resurrección!En primer lugar, los escritores de los Evangelios afirman claramente que Jesús había muerto. Marcos nos dice que “Jesús, dando una gran voz, expiró”. Juan afirma que los soldados, tras haber roto las piernas de los otros dos hombres que habían sido crucificado con Jesús, “cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas. Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua” (Juan 19:33-34). Los hombres que afirmaron que Jesús estaba muerto eran expertos en hacer tal juicio. Además, ningún ser humano podría haber sobrevivido la lanzada sin haber recibido atención médica inmediata. (El agua con la sangre implica que le dieron en el diafragma, justo debajo de los pulmones).

Además, nadie podía desmayarse en una cruz romana sin morir casi en seguida, porque le sería imposible respirar. Por esta razón la idea de que Jesús entró en un estado de coma inducido por una droga, o que fingió estar muerto, es absurda. La posición de un hombre crucificado ponía una gran carga en los brazos, elevaba y expansionaba el tórax, y causaba que el diafragma cayera. El que padecía allí podía inhalar, pero no podía exhalar sin empujar su cuerpo hacia arriba con sus piernas. Por esta razón los soldados rompieron las piernas de los hombres cuando querían que murieran enseguida. Cesaba de respirar al momento en que dejaba de levantarse en esta manera. Podías ver fácilmente cuando un hombre vivía por los movimientos de su cuerpo al respirar. Los soldados sabían que Jesús había muerto, y uno de esos hombres endurecidos le puso la lanza en el costado simplemente para mutilarle el cuerpo. También algún tiempo tuvo que pasar antes de que José de Arimatea hubiera obtenido el permiso de Pilato para llevar el cuerpo de Cristo de la cruz. Recuerda que el gobernador romano tomó el tiempo de verificar con el centurión si Cristo había muerto o no antes de admitir la petición de José. (Marcos 15:44-45).



Por tanto la teoría de que Jesús no hubiera muerto en verdad no tiene mucha credibilidad. Aun si los discípulos hubieran con­seguido deslizarse entre los guardias, mover la piedra, tener acceso al cuerpo de Jesús y darle atención médico, no habrían podido hacer vivir un cuerpo que no había respirado desde una hora o más. La honradez intelectual exige que se descarte cualquier idea de que Cristo no estu­viera muerto cuando fue puesto en la tumba.


(2)        La teoría de que hubieran robado el cuerpo de Jesús

Los primeros que expresaron esta teoría fueron los enemigos de Cristo, puesto que Mateo 28:11-15 nos dice que sobornaron a los guardias para que dijeran que el cuerpo de Cristo había sido robado. Hay que recordar, sin embargo, que los enemigos de Cristo habían tomado sus precauciones contra esta misma eventualidad. Habían dicho a Pilato que Jesús había dicho que resucitaría el tercer día ((escucharon mejor que los discípulos!). Pidie­ron que se asegurara que los discípulos no pudieran quitar el cuerpo y pretender que había habido una resurrec­ción. El gobernador romano, queriendo evitar más problemas, les dijo que pusieran una guardia al sepulcro y que lo vigilaran con todas las pre­cau­ciones. Decir que los discípulos aturdidos y atemorizados hubieron tenido el valor o la astucia de robar el cuerpo bajo tales circunstancias es ridículo. Además, el hecho que estos hombres estaban dispuestos luego a padecer y a morir por Cristo es prueba amplia de que no habían robado el cuerpo, sino que ellos, al menos, estaban sinceramente convencidos de la verdad de la resurrección.

Algunos pretenden que los enemigos de Jesús habían robado el cuerpo sin vida del sepulcro. Pero no se puede encontrar ninguna razón para que hicieran tal cosa. Aquel Maestro tan molesto ya estaba muerto y fuera del camino. Ya no podía molestar más. ¡Tanto mejor! Pero digamos que los enemigos del Señor hubieran quitado el cuerpo por alguna razón que no entendemos. ¿Crees que hubieran permanecido sin hacer nada cuando los discípulos empezaron a predicar la resurrección de Cristo? Tres mil personas se convirtieron en el día de Pentecostés, y tanto el paganismo como el judaísmo fue convulsionado por el mensaje del Evangelio. Podrían haber mostrado el cuerpo inmediatamente, para que los discípulos no pudieran seguir predicando un Cristo resucitado.

(3)        La teoría de que animales salvajes lo hubieran destruido

A veces se nos dice que animales salvajes podrían haber entrado en el sepulcro y destruido el cuerpo - una idea que hasta muchos incrédulos se niegan a utilizar. En primer lugar, los animales no habrían quitado toda señal del cuerpo. En segundo lugar, no podrían haber dejado los lienzos y el sudario todo en orden. Los apóstoles, Pedro y Juan, los encontraron en su lugar ordenados. Podían ver que la tumba no había sidoviolada ni por hombre ni por bestia. En efecto el apóstol Juan nos informa que cuando vio los lienzos y el sudario, se dieron cuenta de que había habido una resurrección. Si animales salvajes hubieran entrado en el sepulcro, habrían dejado rastro, y los líderes religiosos del tiempo, con toda su amabilidad, habrían mostrado el hecho a los discípulos. ¡Pero no había rastro de animales!

(4)        La teoría de la tumba equivocada



Para mostrar hasta cuál punto ridículo los teoristas ateos irán para sostener su incredulidad, comentamos la idea de que las mujeres hicieron el error de ir a la tumba equivocada. Si lo hicieron, ¿habrían hecho el mismo error los discípulos? ¿No habría sabido José de Arimatea el lugar exacto del sepulcro que él había preparado para sí mismo, y habría corregido el error el primer día? Y los enemigos de Cristo, para protegerse, pronto habrían demostrado que los discípulos habían ido a la tumba equivocada. Sin embargo ellos mismos confesaban que la tumba estaba vacía. Esa teoría demuestra la ceguera y la necedad de la incredulidad obstinada.

El Señor Jesús murió y fue enterrado. Su cuerpo no fue robado, ni destruido por animales. No se trató de una tumba equivocada. La única explicación razonable para la tumba vacía es la que fue dada por los escritores de los Evangelios, es decir que Jesús se levantó en victoria sobre la muerte. La tumba vacía es un detalle de la historia de la resurrección que ayuda a establecer su credibilidad. Quien no admite este milagro, está rechazando a Dios y su salvación. Que tal persona examine las pruebas y estudie el Nuevo Testamento. Si lo hace, llegará a creer que Jesús murió y resucitó para ofrecer el perdón y la vida eterna.


B.        Los Apóstoles Transformados


La segunda prueba para la resurrección de Cristo es la transformación de los discípulos. Cuando Jesús murió, eran temerosos y desanimados, porque sus esperanzas habían sido echadas por el suelo. Es obvio que no esperaban una resurrección literal porque creyeron que las mujeres se habían equivocado cuando dijeron que el cuerpo de Jesús ya no estaba en la tumba. No estaban condicionados psicológicamente para una alucinación. Además, puesto que Cristo les apareció en su cuerpo de resurrección en al menos diez distintas ocasiones durante los cuarenta días antes de la ascensión, no se puede aceptar la teoría de una visión. El Señor Jesús se aseguró de que los discípulos entendieran que él estaba físicamente presente, y no un espíritu imaginado o una aparición fantasmagórica. Así, convencidos de que él había resucitado de los muertos, y capacitados por medio del derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, estos hombres humildes y sin instrucción proclamaron el mensaje de un Cristo resucitado con tanto celo y eficacia que miles de personas creyeron su testimonio. La persecución, los azotes, el encarcelamiento, y aun la muerte, no pudieron parar a estos cristianos primitivos.

Si te has sentido influenciado por inconversos que ridiculizan la Biblia y sus enseñanzas, te reto a leer el Nuevo Testamento por ti mismo con una mente abierta que busca la verdad. Los evangelios te presentarán a Jesucristo, y, si buscas sinceramente la verdad, el Espíritu Santo te mostrará que él ha resucitado, y te llevará a una relación personal con el Cristo vivo. Te juntarás a esa compañía de personas que junto con Tomás han confesado "Mi Señor y mi Dios". Serás liberado de la culpabilidad del pecado y las cadenas de su poder. Además descubrirás en la Biblia las respuestas para las cuestiones más profundas de la vida.


C.        La Iglesia Primitiva


El tercer testimonio a la credibilidad de la resurrección es la formación rápida de la iglesia primitiva. Ya no se puede dudar del hecho que existían varias asambleas de creyentes tan pronto como 40 d. C. puesto que es un hecho histórico establecido por pruebas arqueológicas. Hay una gran cantidad de literatura desde el principio del secundo siglo que confirma el relato novotestamentario de la iglesia en el período apostólico.  ¿Cómo surgieron tan rápidamente tantas iglesias?  Seguramente algún acontecimiento extraordinario habría sido al origen de eso – un acontecimiento que las personas creyeron, siendo convencido sin posibilidad de duda alguna.



En un otro libro Richard Dehaan dice: “La resurrección de Cristo es un acontecimiento histórico establecido, aunque muchas personas creen que nunca tuvo lugar. Bien documentado por la investigación moderna, es tan creíble como cualquier otro acontecimiento bien documentado del pasado. Pero pocos han considerado las pruebas. Reconocemos, por supuesto, que la resurrección de Cristo no puede demostrarse en el mismo sentido que una ecuación matemática. Es imposible llevar un acontecimiento de la historia al laboratorio y repetirlo unas cuantas veces para verificación. Por tanto no pretendemos tener "pruebas científicas", pero afirmamos sin avergonzarnos que las pruebas para la resurrección de Cristo son tan abrumadores que cada persona que hace frente a ellas tiene que tomar una decisión moral. Sea que la rechace porque niega lo sobrenatural o la acepte como siendo verdad y se entregue a Jesucristo”.

En aquel libro de estudio, publicado por Radio Bible Class (autores de Pan Diario), Dehaan habla del testimonio de los documentos. Cualquiera que lee el Nuevo Testamento sabe que sus escritores pretendían que Jesucristo resucitó de los muertos. Pero puedes preguntarte cómo estar seguro que el Nuevo Testamento era verdadera­mente escrito por contemporáneos de Jesús. ¿Podría ser que estos libros fueran escritos unos siglos más tarde, y que tomaron los nombres de los apóstoles? Así los evangelios podrían ser llenos de materia legen­daria. Los documentos del Nuevo Testamento tendrían poco valor si fueran escritos unos siglos más tarde por unos hombres que fueron lo suficiente sinvergüenza para atribuir los nombres de los apóstoles a sus libros.

Pero se puede demostrar sin duda razonable que los documentos del Nuevo Testamento son auténticos y fidedignos. Los investigadores han establecido claramente que fueron escritos por hombres del primer siglo. El griego del Nuevo Testamento es del estilo del primer siglo. Los eruditos son bastante unánimes en cuanto a esto. Además, los documentos se han demostrado fidedignos en cuanto a todos los datos históricos y geográficos que se pueden averiguar por otros medios. Además la cualidad de los escritos son excelentes. Y la cantidad de documentos, de copias de manuscritos, es muy alta, sin hablar del hecho que concuerdan entre sí.

Puesto que se puede demostrar que los que escribieron los cuatro Evangelios son historiadores fidedignos, ya es razón para tomar en serio sus pretensiones sobre la resurrección de Jesucristo. Estos hombres eran claramente sanos, dignos de confianza, honrados, y sinceros. Es absurdo admitir que su historia era exacta en otras áreas pero dudar de ellos porque hablaron de la resurrección de Jesucristo.

Lo escrito por Lucas en Hechos 1:1-3 es también una prueba en sí. “En el primer tratado, o Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”.

Las palabras "muchas pruebas indubitables" se traduce simplemente "pruebas" en algunas versiones. Pero hay una palabra en el griego para "pruebas" que en sí puede tener más o menos valor; hay otra palabra, tekmerion, para pruebas infalibles, que no se pueden contradecir. Es esta segunda palabra que Lucas utiliza aquí. M. R. Dehaan, el padre de Richard Dehaan, dijo: “Esto es más que una afirmación histórica. Es un reto que Lucas hace a todos los críticos que niegan la resurrección corporal literal del Señor Jesucristo. Hace la afirmación sorprendente de que Jesús vivía, que fue visto por muchas personas, y que su resurrección es autentificada por un buen número de pruebas infalibles. Cuando consideramos las circunstancias bajo las cuales se hizo esta afirmación, nos choca con cierta énfasis. Viniendo de nadie más que el instruido Doctor Lucas, nos exige la atención. Si hubiera sido la afirmación de un hombre con poca instrucción y sin tener una mente científica, podríamos tener alguna excusa por no hacer caso a ella. Pero vino de un hombre que pertenecía a aquella profesión que siempre exige la demostración positiva y pruebas. Por tanto, hemos de tomar en serio lo que él nos dice - muchas pruebas infalibles.”



Al manifestarse a sus discípulos en las maneras siguientes, el Señor Jesús demostró en manera innegable que ahora poseía un cuerpo nuevo y tocable:

(1)   permitió al grupo de mujeres que tocasen sus pies cuando le encontraron (Mt. 28:9).
(2)   Lucas nos dice que cuando apareció por primera vez a sus apóstoles después de su resurrección, les aseguró de que no era simplemente espíritu, permitiendo que le tocasen. Después de decir “un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo” (Lucas 24:39), comió un trozo de pez asado junto con un panal de miel.
(3)   Hasta el escéptico Tomás fue convencido cuando el Señor le animó a que tocase las heridas en sus manos y su costado (Jn 20:27).
(4)   Cuando se mostró a siete de los apóstoles que pesca­ban en el mar de Galilea demostró la realidad de su presencia corporal preparándoles un desayuno en la playa. Ninguno de los siete dudó.


Lectura:   E. Y. Mullins, Manual de Evidencias Cristianas, (CLIE), Capítulo XIII (pág. 188-202)



Ejercicio:         ¿Cómo sabes que Cristo resucitó de los muertos? Contesta para satisfacer primero:

1.      A alguien que cree que la Biblia es la revelación de Dios, pero que cree que Cristo nunca resucitó físicamente.
2.      A alguien que es un escéptico: no cree en Dios, o no sabe si hay un Dios.
3.      A alguien que está algo convencido, tiene un fondo creyente, pero tiene serias dudas por lo que le han dicho personas instruidas para quienes tiene mucho respeto.



LECCIÓN 5: LA TRINIDAD


¿CÓMO SE PUEDE JUSTIFICAR LA CREENCIA
EN LA TRINIDAD?

Una de las creencias más distintivas, pero a la vez más con­trovertidas del cristianismo, y sin embargo una de las doctrinas más grandes, es la creencia en la Trinidad. A menudo la gente piensa que significa que creemos en tres dioses. Otros se sienten confusos cuando tratamos de expli­car que creemos en un sólo Dios, pero que es tres personas dis­tintas.

La Biblia en ninguna manera enseña que hay tres dioses. Tam­poco enseña que Dios se presenta con tres distintas personalidades, o con tres máscaras para disfrazarse. Lo que la Biblia enseña es que hay un Dios, que se ha revelado en tres personas distintas: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.

No pretendemos que esto sea fácil de entender. No lo es. Pero es lo que la Biblia enseña. Se han hecho muchos esfuerzos para explicar esta gran verdad, y sin embargo sigue retando la com­pre­nsión humana. El cristiano, sin embargo, no permite que su incapacidad de comprender la Trinidad le desanime. Sabe que algu­nos aspectos de la verdad divina sobrepasan su inteligencia, espe­cial­mente aquellos aspectos que se rela­cio­nan con la natura­le­za de Dios. El creyente acepta simplemente lo que dice la Biblia. Sigue adorando a Dios el Padre como siendo su Padre Celestial, a Dios el Hijo como siendo su Redentor, a Dios el Espíritu Santo como siendo su Consolador y su Guía. En la reali­dad estaríamos algo consternados, o decepcionados, si viéramos que podíamos entender todo lo que hay que entender sobre la persona de Dios. Porque esto rebajaría al Dios eterno e infinito a nuestro nivel. ¿Cómo, pues, podríamos adorarlo?

Agustín, que a veces es llamado el "padre de los teólogos" andaba en la playa del océano un día, meditando en el misterio de la Trinidad. Vio a un niño que jugaba con una concha marina. El niño hacía un agujero en la arena con su concha, y luego iba hacia las olas del mar para llenar su concha de agua y verterla en el agujero que había hecho. Agustín le preguntó: "¿Qué estás haciendo, pequeño?" El niño contestó: "Voy a verter el mar en aquel agujero". "Ah," dijo Agustín, "Esto es lo que yo he estado tratando de hacer. Estando al lado del océano de la infi­ni­dad, he intentado comprenderlo con mi mente finita".

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el SEÑOR. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos (Isaías 55:8-9).


Ahora bien, hay quienes pretenden que la Biblia no enseña la doctrina de la Trinidad; que la posición evangélica, y cristiana tradicional, sobre la trinidad, es antibíblica. Podemos al menos demostrar que la Biblia enseña claramente la doctrina de la Trinidad.

(Nota: Los "Testigos de Jehová" insisten que la palabra "trinidad" no está en la Biblia. Tienen razón. Es nuestra palabra para describir lo que la Biblia enseña sobre tres Personas que son un solo Dios. Pero por otro lado los "Testigos de Jehová" insisten en utilizar el nombre "Jehová" como parte central de su doctrina, y este nombre tampoco está en la Biblia: en el Antiguo Testamento es YHVH, sin vocales, y en el Nuevo Testamento es traducido "Señor".)

Hay varios textos que dicen que sólo hay un Dios:



Deuteronomio 6:4       "Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es"
Isaías 44:6                               "Así dice el Señor Rey de Israel, y su Redentor, el Señor de los ejércitos: Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios.
1 Timoteo 2:5                          "Hay un solo Dios."

A pesar de estas afirmaciones de que Dios es uno, hay además varios textos en la Biblia que indican la naturaleza plural de Dios.

Génesis 1:26                           "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestro imagen"
Génesis 3:22                           "Y dijo el Señor Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros".

En estos textos se trata de la pluralidad de Dios. No se trata de ángeles, porque los ángeles no crearon el mundo. Según Juan 1:3, Colosenses 1:15, y Hebreos 1:2, fue Jesucristo quien creó el mundo.

Además el nombre más utilizado para Dios en el Antiguo Testamento es una palabra plural "Elohim". Esta forma plural ocurre unas 2.570 veces en el Antiguo Testamento. A veces, este término para Dios se presenta junto con un verbo al singular. Otras veces, viene al lado de otro nombre para Dios, que es singular. Por ejemplo, en el Salmo 88:1 leemos "Oh SEÑOR (YHVH) Dios de mi salvación". Aquí la palabra "Dios" es el plural "Elohim", mientras la palabra YHVH es singular.

Un texto del Antiguo Testamento que más muestra la idea de un Dios Trinitario se encuentra en Isaías 48:16
"Acercaos a mí, oíd esto: desde el principio no hablé en secreto; desde que eso se hizo, allí estaba yo; y ahora me envió EL SEÑOR (YHVH) el Señor, y su Espíritu".

Muchos textos en la Biblia se refieren al Padre como siendo Dios. El Padre nuestro, por ejemplo, en Mateo 6:9; el texto de Gálatas 1:1 que dice "Dios el Padre". Hay una persona, pues, llamado el Padre en la Biblia, y esta persona es Dios. Luego, la Biblia nos habla del Hijo, y lo llama Dios. En Juan 1:1 es llamado el Verbo, o el "Logos", y dice "y el Verbo era Dios". (El orden en el griego es "y Dios era el Verbo"). En Juan 5:18, al llamar a Dios su Padre, se hacía "igual a Dios". En su encuentro con Tomás el incrédulo, acepta que Tomás le llama "Mi Señor y mi Dios". Allí Tomás no estaba tomando el nombre del Señor en vano. Si Jesús no hubiera considerado que era Dios, habría reprendido a Tomás severamente. En vez de eso, aceptó esta adoración. Además, si Jesús no hubiera sido Dios, su obra de redención no habría tenido valor más que simbólico. Habría sido inadecuado. ¿Cómo podría ser que la muerte de un solo hombre, por más perfecto y santo que fuera, y esta muerte durante sólo tres días, pudiera rescatar a un número indeterminado de hombres para la eternidad? Esto sólo valdría si el valor de aquel hombre fuera infinito e a la vez eterno. En otras palabras, si aquel hombre fuera Dios. Final­mente, hay una tercera per­sona que es llamada Dios en la Biblia. Se trata del Espíritu Santo. En Hechos 5:3,4, Pedro pregunta a Ananías: "Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo...? ...No has mentido a los hombres, sino a Dios".

Además, hay un argumento filosófico para la naturaleza Trinitaria de Dios. Si el Señor fuera un Ser de una sola persona, entonces en la eternidad que precedió a la creación de los ángeles y los hombres, habría sido una persona muy solitaria. La Biblia dice que Dios es amor, pero habría sido miserable antes de haber creado a alguien que pudiera recibir aquel amor. En tales condiciones Dios no sería suficiente en sí mismo en cuanto a su atributo de amor. Pero puesto que existe eter­na­mente en tres Personas, siempre pudo encontrar el amor y la comunión dentro de sí mismo, aún antes de la crea­ción.



Ahora bien, ¿se puede acusar a los cristianos de irracionalidad al creer esta doctrina de la Trinidad? Josh McDowell cita una analogía presentada por el Dr. John Warwick Montgomery que puede ayudarnos a entender la manera de acercarnos a esta doctrina:

"La doctrina de la Trinidad no es irracional; lo que sería irracional sería suprimir las pruebas bíblicas por la Trinidad a favor de la unidad, o las pruebas de la unidad a favor de la Trinidad.
"Nuestras informaciones han de tomar precedencia sobre nuestros modelos - o, para decirlo mejor, nuestros modelos han de reflejar todo el ámbito de la información con sensatez.
"Una analogía al procedimiento del teólogo se encuentra en el trabajo del físico teórico: Se encuentra con entidades subatómicas y, al examinarlos, tienen propiedades de ondas (W), propiedades de partículas (P), y propiedades cuánticas (h).
"Aunque esas propiedades son, en muchos respectos, incompatibles (las partículas no difractan; las ondas sí, etc.), los físicos explican o modelan un electrón como siendo PWh. Tienen que hacer esto para dar el peso apropiado a toda la información relevante.
"En el mismo sentido, el teólogo habla de Dios como siendo tres en uno. Ni el científico ni el teólogo espera que consigas una imagen por medio de su modelo; el propósito del modelo es ayudarte a tomar en cuenta todos los hechos, en vez de pervertir la realidad por sobreponerla una "consistencia" aparente.
"La elección es clara: sea que se trate de la Trinidad, o se trate de un "Dios que no es nada más que una pálida imitación del Señor del cristianismo bíblico y confesional."[8]



C. S. Lewis compara la cuestión de la Trinidad a nuestro mundo de tres dimensiones. Hace la analogía siguiente:

“En el espacio, puedes mover en tres maneras - hacia la izquierda o derecha, hacia delante o atrás, y hacia arriba o abajo. Cada sentido en que se mueva es uno de estos tres, o un término medio entre ellos. Se llaman las tres Dimen­siones. Ahora si sólo usas una Dimensión, lo único que puedes dibujar es una línea recta


                                                                                   





si utilizas dos dimensiones, puedes hacer una silueta - como un cuadro, por ejemplo



 








Ahora bien, un cuadro está compuesto de cuatro líneas rectas. Demos un paso más. Si tienes tres dimensiones, entonces puedes construir lo que llamamos un cuerpo sólido, una forma cúbica, por ejemplo

 









y un cubo consiste en seis cuadros.

Un mundo de una dimensión sería una línea recta. En un mundo de dos dimensiones, seguirías con líneas rectas, pero varias líneas forman una silueta. En un mundo de tres dimensiones, sigues con siluetas, pero con varias siluetas consigues un cuerpo sólido

Ahora la descripción cristiana de Dios implica el mismo principio. El nivel humano es un nivel sencillo y algo vacío. En el nivel humano una persona es un ser, y cualesquier dos personas son dos seres separados - igual como en dos dimensiones un cuadro es una figura, y cualquier dos cuadros son dos figuras separadas. En el nivel divino sigues hallando personalidades, pero allí arriba las hallas combinadas en nuevas maneras que nosotros, que no vivimos en aquel nivel, no podemos imaginar. En la dimensión de Dios, para decirlo así, encuentras a un ser que es tres Personas, aun permaneciendo como un solo Ser, igual como un cubo es seis cuadros mientras permanece siendo un solo cubo. Es normal que nosotros no podemos concebir un Ser así: es como si nosotros hubiéramos sido hechos para percibir sólo dos dimensiones en el espacio y por tanto nunca podríamos imaginar un cubo. Pero podemos conseguir una débil noción de ella. Y cuando la conseguimos, consegui­mos entonces, para primera vez en nuestras vidas, alguna idea positiva, por débil que sea, de algo supra-personal - algo más que una persona. Es algo que nunca podríamos haber adivinado, sin embargo una vez nos lo han dicho, casi sentimos que deberíamos haberlo adivinado porque cabe tan bien con lo que sabemos ya.

Puedes preguntar, "Si no podemos imaginar un Ser de tres personas, )qué ventaja hay en hablar de él?" Bien, en realidad no hay ventaja en hablar de él. Lo que importa es el ser arrastrado hacia dentro de aquella vida de tres personas, y eso puede empezar en cualquier momento - ahora mismo, si quieres.

Lo que quiero decir es esto. Un simple cristiano normal y corriente se arrodilla para orar. Está tratando de entrar en contacto con Dios. Pero si es un cristiano sabe que lo que le está empujando a orar es Dios: Dios dentro de él. Pero sabe además que todo su verdadero conocimiento de Dios viene por Cristo, el Hombre que era Dios - que Cristo está de pie a su lado, ayudándole a orar, orando por él. Ya ves lo que ocurre. Es a Dios que está orando - la meta que trata de alcanzar. Dios es también lo que hay dentro de él que le está empujando - el poder motor. Dios está también en el camino o en el puente sobre el cual se siente empujado hacia aquella meta. Así toda la triple vida del Ser tri-personal se está pasando en aquella pequeña habitación donde un hombre normal y corriente está orando. Aquel hombre está siendo arrastrado hacia las clases más altas de la vida - lo que podemos llamar Zoe o la vida espiritual: está siendo arrastrado hacia dentro de Dios, por Dios, mientras sigue siendo él mismo.”[9]



Ahora bien, lo que más nos interesa como cristianos no es si es filosóficamente posible o aceptable que haya una Trinidad, sino la cues­tión de si la Biblia enseña la doctrina de la Trinidad. (La palabra "Trinidad" en sí no se encuentra en la Biblia: es una expresión que ha servido a los teólogos para resumir lo que la Biblia enseña sobre la tri-personalidad de Dios).


Walter Martin, en su libro The Kingdom of the Cults trata de la acusación de los "Testigos de Jehová" de que creemos en tres dioses:

Los "Testigos de Jehová" nos acusan de creer en "tres dioses en uno". Esto no es la creencia cristiana. Lo que creemos es que hay tres Personas, todas de la misma Sustancia, co-igual, co-existente, y co-eterna. Hemos visto ya cómo el Antiguo Testamento ya implica pluralidad en la deidad, y cómo el Nuevo Testamento llama a las tres Personas Dios. Cuando, por ejemplo, en Génesis 1:26, Dios dice "Haga­mos al hombre a nuestra imagen", es obvio que no está hablando de hacer al hombre al imagen de Dios y tam­bién al imagen de los ángeles. Porque se trataría de dos imá­ge­nes distintas. Sólo el hombre fue creado al imagen de Dios. Por tanto la expresión "nuestra imagen" y "nuestra semejanza" se refiere a una pluralidad dentro de Dios. Dios tiene que haber estado hablando a otra persona, y )a quién, sino a su Hijo y al Espíritu Santo, que le son iguales en Sustancia, podría dirigirse en términos tan familiares? Según Isaías 43:10, 11, no existe otro Dios que el Señor (Jehová o Yahveh); ni siquiera un "dios poderoso menor" como los "Testigos de Jehová" pretenden que es Cristo. Por tanto ha de haber una unidad en la pluralidad y en sustancia; sino, el texto no tiene sentido. Lo mismo podemos decir de Génesis 11:7 "Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua...", y Isaías 6:8 "A quién enviaré, y quién irá por nosotros?". Estas indicaciones de pluralidad sugieren fuerte­mente lo que el Nuevo Testamento desarrolla plenamente, una tri-unidad en el Dios Único.

Los "Testigos de Jehová" atacan la doctrina también en base histórica. Pretenden que fueron Tertuliano y Teófilo que propa­garon e introdujeron la triple unidad de Dios en el cristianismo. Esta pre­ten­sión, según Walter Martin, a penas necesita ser refu­tada. Mucho antes de que vivieron Teófilo o Tertuliano, la doc­trina era conocida y considerada como siendo sana.

Uno de los argumentos que utilizan para negar la posibilidad de Dios siendo Trinitario está basado en su entendimiento erróneo de la "muerte" tal como aparece en la Biblia. En manera arbitra­ria, definen la muerte como siendo la cesación de la conciencia, y destrucción. Sin embargo no hay ninguna fuente que da este sen­ti­do a las palabras grie­gas o hebreas para "muerte". La muerte en las Escrituras es "separación" del cuerpo en lo que con­cierne la primera muerte, que es física, y la separación de Dios durante la eternidad, que es la segunda muerte (en el lago de fuego, Ap. 20:14-15). La muerte nunca significa la aniquilación, y los Testigos de Jehová no podrían presentarnos ni una sola palabra en las Escrituras que demostrara lo contrario.

Esa secta hace preguntas como ")Quién dirigió el universo mientras Jesús estaba en la tumba?"  Una vez más, implican que la muerte es la extin­ción de la conciencia.

El sugerir que la Trinidad era encarnado en Cristo sería negar el sentido de la Trinidad. Cristo se limitó voluntariamente durante su ministerio a su cuerpo terrenal, pero el cielo le estaba abierto, como vemos en su bautismo y su transfiguración.



Cuando Jesús dijo en Juan 14:28 que "el Padre es mayor que yo", era cierto, porque Jesús había tomado la forma de un siervo según Filipenses 2:7, y como hombre, el Hijo era voluntariamente sujeto, o sometido, al Padre. Pero en su resurrección su gloria le fue devuelta y pudo decir "Toda potestad (autoridad) me es dada en el cielo y en la tierra" (Mateo 28:18). Queda claro que Jesucristo nunca fue inferior en el sentido espiritual a su Padre aún durante su estancia en la tierra.[10]

Los proponentes de la "Ciencia Cristiana" (ni científico ni cristiano) consideran que "La teoría de tres personas en Dios sugiere a unos dioses paganos, más que el siempre presente Yo Soy".  Sin em­bar­go, como lo hemos visto ya, la Biblia lo enseña claramente. Por tanto no es una doctrina pagana. De todos modos un estudio de las doctrinas de la Ciencia Cristina (Mary Baker Eddy) podrían enseñarnos algo sobre el paganismo.

Entre aquellos que pretenden que la doctrina de la Trinidad se deriva del paganismo, algunos apuntan a las tríadas de dioses que fueron adorados por paganos. Es cierto que el paganismo ha tenido muchos dioses, y a veces eran en grupos de tres. Pero en ninguna de esas religiones se puede encontrar algo que se acerca a la doctrina cristiana de la Trinidad. Pretender que hay una similitud entre ellos sería el colmo del ridículo.

Se ha sugerido, sin embargo, que las tríadas en el paganismo podrían ser una sombra del conocimiento que los hombres de antaño tuvieron sobre el Dios Trino.

La construcción del universo podría dar evidencia de la Trinidad en su manera de ser organizado. El universo está com­puesto de espacio, tiempo, y materia. El espacio está com­puesto de longitud, anchura, y altitud. La materia es energía, moción, y fenómenos. El tiempo consiste en pasado, presente, y futuro. Según Richard Dehaan, estos aspectos de la creación reflejan al Dios Trino que hizo y que sostiene todas las cosas.

C.S. Lewis, en su libro Mere Christianity, trata una cuestión en cuanto a la igualdad de Dios Hijo con Dios Padre. En Juan 1:14 y en Juan 3:16, la expresión para el "Hijo Único" es una que implica que es el Hijo "engendrado" de Dios. Esto implica una relación de causa y efecto. Algunos dicen que en este caso, el Hijo no puede ser eterno: tuvo que tener un comienzo. Lewis sugiere una otra imagen para comparación:

Hay dos libros sobre una mesa. Un libro está en cima de otro. Llamaremos el libro de abajo el libro A, y el libro de arriba el libro B. Ahora bien, es claro que el libro A sostiene el libro B. Es decir que el libro A impide que el libro B toque la superficie de la mesa. Ahora bien, imagina que esta situación está allí desde la eternidad. Es decir que siempre han estado en aquella posición. Poco probable, pero lo imaginamos en teoría. Esto no impide la relación causa y efec­to: un libro no antecede al otro, porque los dos han estado en aquella posición desde siempre. Pero sigue siendo el libro A la causa por la cual el libro B no toca la superficie de la mesa. La relación causa-efecto no afecta el tiempo en el cual los dos libros han estado en aquella posición. Se trata de una causa eterna con un efecto eterno. En la misma manera, la relación causal del Padre hacia el Hijo no cambiaría que los dos sean eternos.

Por otro lado, esta traducción o interpretación de la palabra "unigénito" es discutible. Parece que sería más exacto entender la expresión como siendo "único de su clase": que no hay ningún otro como él.




Haz uno de los ejercicios siguientes:

1)      Escribe una carta a un Testigo de Jehová que pretende creer todo lo que dice la Biblia, pero que te ha retado en lo que concierne la creencia Evangélica sobre la Trinidad.

2)      Escribe una carta a un amigo(a) incrédulo(a) que se burla de la creencia cristiana sobre la Trinidad.







LECCIÓN 6: ¿SE PUEDE DEMOSTRAR QUE HUBO UNA ENCARNACIÓN?



¿Se puede demostrar que hubo una encarnación? Una vez más, la respuesta, por cierto, es no, si hablamos de demostración empírica. Los cristianos creen esto por fe. Sin embargo, se puede contestar a algunas de las objeciones a la encarnación. Que la Biblia enseña la doctrina de la encarnación no hay duda (Juan 1:14; Fil. 2:5-11). Pero no es el propó­sito de nuestro estudio examinar la doctrina bíblica de la encarnación como tal. Sería la tarea del teólogo, y se estudiaría en el contexto de la teología sistemática. Nuestra tarea, al estudiar la apologética, es demostrar que la doctrina de la encarnación no va en contra de la razón.

Dios, el Verbo, se hizo hombre. Esto es lo que la Biblia enseña. Los gnósticos enseñaron que esto sería imposible, porque Dios es espí­ri­tu y el hombre es materia, y no se puede combinar los dos. Esto, sin embargo, depende totalmente de las definiciones filosóficas y arbitra­rias de los gnósticos y no debería preo­cu­parnos demasiado.

La esencia de la encarnación es el nacimiento de Cristo de una virgen. Es decir que no tuvo padre humano. Ahora bien, algunos quieren pretender que esta doctrina está basada en una interpretación equivocada de un texto del Antiguo Testamento. "Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel" (Isaías 7:14). Pretenden que la palabra traducida "virgen" significa "doncella" o "joven mujer", y que no tiene nada que ver con su estado de virginidad. Según este argumen­to, el texto en Mateo 1:23, y luego Lucas 1:27, y 34-35, donde la pa­lab­ra virgen en el griego sólo admite una interpretación, sería basa­da en una interpretación errónea de Isaías 7:14.

En primer lugar, hemos de considerar si creemos que el Nuevo Tes­ta­mento es inspirado de Dios. Si creemos esto, entonces no debería haber ninguna dificultad: María era virgen. No sólo la palabra griega lo dice claramente, sino el contexto también: ")Cómo será esto? pues no conozco varón". (La palabra "conozco" implica relación sexual).

En segundo lugar, nuestro texto en Isaías 7:14 habla de una "señal". Una señal significa alguna maravilla; un milagro para mostrar que Dios está actuando; algo fuera de lo normal. Si se tratara de una doncella, o una joven mujer, ¿dónde sería la señal? Jóvenes mujeres tienen bebés a menudo. El hecho que una virgen concibiera, sin embar­go, sería una señal incomparable.

La palabra hebrea traducida "virgen" en este versículo es "almah". Los críticos insisten que la palabra para "virgen" es "bethulah". Cada vez que la palabra "almah" ocurre en el Antiguo Testamento, sin embar­go, se traduce "virgen". Los eruditos hebreos antes de que Cristo nacie­ra, al traducir este texto en la Septuaginta (en griego) también tradujeron la palabra como "virgen" en el griego, una palabra que no admite ningún otro sentido. El que originó la idea de que la palabra "almah" significaba "joven mujer" era Gesenio, un alemán incrédulo que era uno de los primeros de los "Altos Críticos" que no creían la Bib­lia, y trabajaron para demostrar que no era verdad. Esa interpretación de la palabra "virgen", pues, viene de personas predispuestas para no creer en lo sobrenatural[11], y no proviene de una verdadera erudición.



Además, hay otros textos en el Antiguo Testamento que indican el nacimiento del Salvador de una virgen. En el huerto de Edén Dios dijo que la simiente de la mujer heriría al diablo en la cabeza. Es sor­pren­dente que no dijo la simiente del hombre, o del hombre y de la mujer. Parece indicar ya que no habría hombre implicado en la concep­ción del Salvador. En Jeremías 31:22 leemos "Porque el SEÑOR creará una cosa nueva sobre la tierra: la mujer rodeará al varón". Esto es generalmente aceptado como significando el nacimiento de un varón de una mujer. Sólo que una vez más no hay padre implicado. Cuando se habla del Mesías en el Antiguo Testamento, si habla de su origen huma­no, sólo se habla de la madre; nunca de un padre. Aunque no sea tan claro como el texto de Isaías, y los del Nuevo Testa­mento, apoyan estos textos con cierta consistencia. Así que decir que el texto de Isaías no habla de una virgen es tendencioso.

Es cierto que no podemos "defender" la encarnación desde el punto de vista natural: un niño humano, para existir, tiene que haber tenido un padre y una madre humana. Los niños que son concebidos en tubos de ensayos no cambian nada a esto. Tienen padre humano y madre humana. )Pero es necesario defender la encarnación? Una vez que hemos estable­cido que Dios el Creador existe, ningún otro prodigio debería pertur­bar­nos. Si Dios existe, entonces él puede hacer lo que quiere. No está limitado por nuestras leyes humanas.

Desde el punto de vista filosófica, la encarnación era imprescindible para nuestra salvación. Si Dios iba a salvarnos por medio de un Sustituto, entonces el Sustituto tenía que ser hombre. No mitad hombre, sino hombre. Porque iba a representar a toda la humanidad. Iba a vivir una vida sin pecado como hombre, para que pudiera ser una ofrenda perfecta, sin mancha. Iba a morir como hombre, porque pagaba por el hombre. El hombre que peca, ése debe morir. Cuando Jesús tomó nuestro pecado sobre él mismo, en la cruz, llegó a ser "el hombre que peca" aunque él mismo nunca había pecado. Pero también tenía que ser Dios. No parcialmente Dios, sino Dios en el pleno sentido de la palab­ra. Para ser el Salvador de todos los hombres, como lo hemos dicho ya, tenía que ser infinito y eterno. Siendo sólo eterno, podría haber pagado por un hombre mediante su muerte en la cruz y su resurrección. Sería un hombre, pagando por un hombre. Siendo sólo infinito, habría podido pagar por todos los hombres, puesto que su sacrificio tendría un valor infinito, pero tendría que haber permanecido muerto para siempre para que su ofrenda tuviera valor eterno. No puedes pagar una eternidad con tres días. Pero siendo Dios, Jesús era tanto infinito como eterno, y su sacrificio valía para cuántos creerían, y para la eternidad. No existe otra manera en la cual el Dios santo y justo, Dios que es luz y verdad, podría haber salvado a los hombres, sin que Dios mismo se hiciera hombre. Por tanto, sin la encarnación rechazas toda posibilidad de salvación para el hombre.

Otro aspecto importante de la encarnación, o del nacimiento virginal de Cristo, es que resuelve el problema de la herencia del pecado. Todo lo que se herede es del padre. Si Jesús hubiera tenido un padre humano, habría heredado la naturaleza pecaminosa, y la culpa del pecado. De su madre no podía heredar esto. (Sino, tendría que haber nacido de una madre inmaculada. Pero en tal caso su madre ten­dría que haber nacido de madre y padre sin pecado. (Esto iría atrás hasta Adán!) Teniendo a Dios por Padre, sin ningún padre humano, la naturaleza pecaminosa no intervino en su vida. En su humanidad podía volver a escoger como Adán. La batalla del Huerto de Edén volvió a hacerse en la persona de Jesús, y él venció.

Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! (Cuán insondables son sus juicios, e ines­cru­tables sus caminos! Porque )quién entendió la mente del Señor? )O quién fue su consejero? )O quién le dio a él pri­mero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por todos los siglos. Amén" (Romanos 11:33-36).



Jesús, pues, es completamente Dios y completamente hombre. NO es mitad Dios y mitad hombre. Tiene dos naturalezas completas en sí, sin embargo es una sola persona. Allí vemos el problema de la Trinidad inver­­ti­da. Una vez más tenemos el problema matemática de que uno más uno son uno. Pero )desde cuándo se reduce la vida a las matemáticas? No estamos hablando de números, sino de principios de vida. Y se trata de principios que van mucho más allá de nuestra experiencia limitada humana. Por tanto no hemos de preocuparnos si en nuestras limitaciones no entendemos la lógica de algo perfectamente. Entendemos ya lo bas­tante para admirar la perfección de ello. Ningún ser humano habría podido inventar tal doctrina. Haber sido una invención humana, habría­mos tenido a un Jesús que era dos personas, o que a veces era Dios y otras veces era hombre. Pero no es así. En la misma manera, si la Trinidad hubiera sido una invención humana, entonces se habría presen­tado como siendo: sea tres dioses, sea tres partes de Dios. Pero tampo­­co es así. Dios no nos presenta las cosas para que las podamos enten­der perfectamente. Nos las presenta tales como son. Pero al mismo tiempo podemos admirar la maravillosa consistencia lógica de estas verdades, a pesar de haber sido presentadas por tantos distintos hombres. En un tribunal de justicia, la consistencia de los testimonios tiene una gran importancia en la decisión del juez o del jurado.


Lectura:                         Mullins, E. Y. MANUAL DE EVIDEN­CIAS CRISTIANAS, pág. 120-122.


Ejercicio:     Intente explicar por qué la doctrina bíblica de la encarnación no puede haber sido inventada por la iglesia.



LECCIÓN 7: ¿LA ARROGANCIA DEL CRISTIANISMO?



¿CÓMO SE PUEDE PRETENDER QUE EL CRISTIANISMO ES EL ÚNICO CAMINO A DIOS?


Es una pregunta que muchos hacen: ¿No es el cristianismo una religión muy cerrada y limitada en su visión, si considera que es el único camino a Dios? La filosofía popular de hoy es el sincretismo, y el liberalismo: todos los caminos son buenos; todos los caminos deberían combinarse, porque llegan a lo mismo.

En primer lugar, una persona tiene que considerar la cuestión: ¿Es verdad que el cristianismo es el único camino? Porque esta cuestión es mucho más importante que saber si es una posición demasiado cerrada.

Hay un incendio importante en un edificio grande con muchísi­mos pasillos. Desde cualquier punto en el edificio hay varias maneras de salir. Unas personas están atrapadas en medio del edificio, buscando un camino seguro para salir. Tienen que hacer una decisión pronto. De repente, alguien les llega desde fuera: "He venido por tal pasillo. Es el único que está libre del incendio del momento.  Si tomáis cualquier otro camino, estaréis incinerados. ¡Seguidme! Las personas atrapadas en el edificio ¿tardarán a considerar si la persona que ha venido a rescatarlos tiene una visión demasiada limitada de la situación? Más bien apreciarán su realismo, y lo seguirán. En la misma manera, si alguien tiene que cruzar una ciénaga, querrá saber el camino. No querrá ser tragado por la tierra. Por tanto, si alguien le informa que sólo hay un camino seguro a través de la ciénaga, seguramente seguirá aquel camino. ¡Su vida puede de­pender de ello!

El mundo, como la vida misma, está lleno de situaciones en las cuales sólo hay un camino para la salvación, y generalmente la gente no discute de ello. Es sólo cuando se trata de Dios que cada uno quiere hallar su propio camino, y eso desde Caín - o desde Adán.

En cuanto a la acusación de que los cristianos tienen una mente cerrada hacia todo el resto del mundo, C. S. Lewis lo trata en una manera interesante:

"Si eres cristiano no estás obligado a creer que todas aquellas religiones están totalmente en error. Si eres ateo, tienes que creer que la idea central de todas las religiones del mundo es simplemente un error monumental. Si eres cristiano, puedes creer que todas las reli­giones, hasta las más raras, contienen al menos alguna sugestión de ver­dad. Cuando yo era ateo tuve que persuadirme a mí mismo de que la mayoría de la raza humana siempre se ha equivocado sobre la cuestión que más les importaba; cuando llegué a ser cristiano pude tomar un pun­to de vista más liberal. Pero, por cierto, el ser cristiano signi­fica que piensas que en las áreas en las cuales el cristianismo difiere de otras religiones, el cristianismo tiene razón y aquellas se equivocan. Como en las matemáticas - sólo hay una respuesta correcta a una suma, y todas las demás respuestas son equivocadas; pero algunas de las res­puestas equivocadas son mucho más cercanas a lo correcto que otras.

"La primera gran división de la humanidad es entre la mayoría, que cree que hay algún Dios o dioses, y la minoría, que no lo cree. En este punto, el cristianismo está en la mayoría junto con los antiguos griegos y romanos, con salvajes modernos, con estoicos, platonistas, hindúes, mahometanos, etc., en contra del materialismo occidental moderno.

"Ahora, vamos a la próxima gran división. Las personas que creen en Dios pueden dividirse conforme a la clase de Dios en que creen. Hay dos ideas muy distintas en cuanto a este tema. Una de estas ideas es que Dios es más allá del bien y del mal. Nosotros los seres humanos llamamos a un ser bueno y a otro malo. Pero según algunas personas esto es sólo nuestro punto de vista humano. Estas personas dirían que lo más sabio que eres, menos querrás llamar algo bueno o malo, y con más luz verías que todo es bueno en un sentido y malo en otro, y que nada podría haber sido distinto. Por consecuencia, estas personas creen que mucho antes de que te hubieras acercado al punto de vista divino, la distinción habría desaparecido por completo. Llamamos un cáncer malo, dirían, porque mata a una persona; pero podrías igualmente llamar a un buen cirujano malo porque mata un cáncer. Depende del punto de vista. La otra idea, contraria, es que Dios es defi­ni­tivamente "bueno", o "justo", un Dios que toma partes, que ama al amor y que odia al odio, que quiere que actuemos en una manera y no en otra. El primero punto de vista - el que cree que Dios es más allá del bien y del mal - se llama panteísmo. Fue la idea del gran filósofo pruso Hegel y, en cuanto los puedo entender, de los hindús. El otro punto de vista es el de los judíos, de los mahometanos, y de los cristianos."

Lewis sigue explicando que la gran diferencia entre el panteísmo y el concepto cristiano de Dios tiene otra cosa más: los panteístas creen que Dios anima el universo en el mismo sen­tido en que tú animas tu cuerpo. Por tanto, si no hubiera uni­verso, no habría Dios. Esto es como decir que porque un pin­tor pone mucho de sí mismo en una obra de arte, si destruyeras la obra, el pintor sería destruido. Y esto no es cierto. Lewis dice también que quien pretende que no hay distinción entre el bien y el mal fácilmente pueden creer que cualquier cosa que encuentras en el mundo es una parte de Dios. Pero si algunas cosas son verdaderamente malas, y Dios es bueno, no puede ser. Un panteísta puede decir de un cáncer, o de un barrio bajo: "Si vieres eso desde el punto de vista divino, podrías ver que esto también es de Dios". Pero el cristianismo es una religión de lucha. Cree que Dios hizo el mundo y todo lo que hay dentro, pero cree también que hay muchas cosas que han ido mal con el mundo que Dios hizo, y que Dios insiste con fuerza en que se pongan bien nuevamente.

El ateísmo pone la pregunta: Si Dios hizo el mundo, ¿por qué se ha ido a perderse el mundo? Consideran que es más simple creer que el mundo nunca fue hecho por un poder inteligente. Ahora bien, el ateo dice que no hay Dios porque el universo es tan cruel e injusto. Pero ¿de dónde tiene su medida de justicia e injusticia? Al tratar de demostrar que Dios no existe, que toda la realidad está sin sentido, está obligado a considerar que una parte de esa realidad, es decir su idea de justicia, está llena de sentido. Si el universo entero carece de sentido nosot­ros, según Lewis, nunca habríamos descubierto que era sin senti­do. En la misma manera en que si no hubiera luz en el universo, y por tanto ninguna criatura con ojos, nunca habríamos sabido que era oscuro. La idea de oscuridad sería sin sentido. Por tanto, el mismo hecho que nos fijamos en que el mundo está lleno de injusticia y crueldad demuestra que al fondo tenemos una medida de la Justicia y de la Bondad absoluta.[12]

Esto se está alejando de nuestra pregunta original. Pero es para mostrar que dos ideas contrarias, o tres ideas opuestas unas a otras no pueden ser todas verdaderas. Sea una es la ver­dad, u otra, pero no todas. No puedes decir que el ateo tiene razón, el panteísta tiene razón, y el cristiano tiene razón. Cual­quier creencia, pues, tiene que excluir ciertos elementos, al menos, de otras creencias. A la persona que pregunta por qué el cristianismo excluye otras religiones, se le puede preguntar por qué otras creencias excluyen el cristianismo. (Cuando alguna creencia ajena al cristianismo quiere pretender que incluye a Cristo en su fe, pero con su propia definición de Cristo, esto no vale. Si se refiere a una persona, no puedes inventar tu propia definición de aquella persona o cosa. ¡En tales condiciones no valdría la pena dialogar de nada!)

Paul Little en su libro Know Why You Believe trata la cuestión de las demás religiones, y si Jesucristo es el único camino a Dios. Comenta que en nuestro mundo, que se está haciendo, en términos relativos, cada vez más pequeño, estamos cada vez más en contacto con el mundo del Islam, con Hindúes, con Budistas, con Judíos... y la pregunta surge naturalmente si en realidad el cristianismo es único entre las religiones del mundo. Algunos preguntarán: "Si el mahometano, o el budista, o el hindú, o el judío, son sinceros, ¿no podría ser que adoran el mismo Dios que nosotros, con un nombre distinto?" En otras palabras, "¿Es Jesús el único camino a Dios?"

Esta pregunta tiene un contenido emocional explosivo. Im­pli­ca que el cristiano es culpable de soberbia, y de desprecio hacia los demás. Ahora bien, cuando el cristiano afirma que Jesu­cristo es el único camino a Dios, y que aparte de él no hay salvación, no está sugiriendo que se cree mejor que los demás, ni que los cristianos en general se creen mejores que los demás. Algunos ven al cristianismo como siendo una sociedad de fanáticos intolerantes, igual como una organización que tendría una cláusu­la sobre la segregación racial en sus estatutos. Algunos piensan que si sólo los cristianos fueran menos intolerantes, cambiarían sus reglamentos y dejarían entrar a cualquiera que cree en Dios. "¿Por qué meter a Jesucristo en ello?" se nos pregunta. "¿Por qué no creer simplemente en Dios?"

Los cristianos afirman que Jesucristo es el único camino a Dios porque las Escrituras dicen: "Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). Los cristianos creen esto, no porque lo han decidido por su cuenta, sino porque Jesucristo nuestro Señor lo enseñó: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6). Un cristiano no puede afirmar otra cosa que esto mientras permanece fiel a su Señor. Tiene que hacer frente al prob­le­ma de la verdad. Si Jesucristo es quien pretende ser, entonces tenemos la autoridad de la palabra de Dios mismo sobre el tema. Si él es Dios y no hay otro Salvador, entonces es obvio que él es el único camino a Dios. Los cristianos no podrían cambiar eso mediante una votación ni por ninguna otra manera.

A aquellos que hacen esta pregunta, se les puede hacer notar que existen leyes cuyo castigo es determinado por la sociedad. Hay otras leyes en las cuales eso no es cierto. Por ejemplo, el castigo por conducir sin detenerse a un semáforo en rojo se de­ter­mina por la sociedad. Se puede establecer la multa a 50.000 pesetas, o a 25.000 pesetas, o hasta se puede abolir el castigo por completo.

En cuanto a la ley de la gravedad, sin embargo, el castigo por violarla no se determina por la sociedad. La gente podría votar a unanimidad para que se abrogara la ley de gravedad durante una hora, (pero nadie con cordura saltaría del techo de un edifi­cio alto para probarlo! No, porque el castigo por haber violado aquella ley es inherente en la misma acción, y (la persona que la violara tendría que ser recogida con una espátula a pesar de la resolución hecha a unanimidad!

Así que, en la misma manera en que existen leyes físicas inherentes, existen también leyes espirituales inherentes. Una de ellas es la revelación del mismo Dios en Cristo. Otra es la muerte de Cristo como la única propiciación para el pecado.

Al proclamar la exclusividad de Cristo, un cristiano no asume una postura de superioridad. Habla como siendo un pecador salvado por gracia. Un misionero en Ceilán (ahora Sri Lanka) dijo: "La evangelización es simplemente un mendigo diciendo a otro mendigo dónde puede hallar comida".

Esto que hemos dicho es lo que Paul Little llama difusión de la "bomba emocional". Pero de allí hay que seguir con la cuestión importante de la verdad. El hecho de creer algo con toda sinceridad no hace que sea verdad. Alguien que coge la botella de medicina equivocada en la oscuridad puede entender esto. La fe no tiene más valor que su objeto, sin importar cuán sincera o intensa sea aquella fe. Una vez una enfermera con toda sinceridad puso ácido carbólico en los ojos de un bebé nuevo nacido, en vez de otro producto químico más recomendable. Su sinceridad no evitó la ceguera del bebé.

Estos mismos principios, pues, se aplican también a lo espiritual. El hecho de creer algo no hace que sea cierto; ni tampoco el hecho de no creerlo hace que sea falso. Los hechos son los hechos, no importa la actitud de las personas hacia ellas. En cuestiones de religión, pues, la pregunta básica es: ¿Es cierto?

Tomemos, por ejemplo, el hecho de la divinidad, la muerte, y la resurrección del Señor Jesucristo. El cristianismo afirma estos hechos como siendo el corazón de su mensaje. La religión del Islam, por otra parte, niega la divinidad, la muerte, y la resurrección de Cristo. En este punto tan crítico, uno de los puntos de vista que se contradicen entre ellos, tiene que ser equivocado. No pueden ser ciertos los dos, sea lo que sea la sinceridad de cuantas personas sean.

Se ha hablado mucho sobre la supuesta manera en que las reli­giones del mundo se parecen entre ellas. Muchos cristianos en su inge­nui­dad dan por sentado que las demás religiones son básicamente iguales, preten­diendo lo mismo y haciendo básicamente lo mismo que el cristianismo, pero en términos cuya diferencia tiene poca importancia. Tal actitud demuestra una ignorancia total de otras religiones. Porque aunque hay algunas similitudes, las diferencias son mucho más impor­tantes que esas similitudes.

Una de las similitudes es la esencia de la Regla de Oro, contenida en casi cada religión. Desde el tiempo de Confucio, hallamos la afirmación, en varias formas, de que deberíamos hacer a los demás lo que quisiéramos que nos hagan. Muchos creen, equi­vo­cadamente, que eso es la esencia del cristianismo. Pero si lo único que Jesucristo hizo hubiera sido darnos el Sermón del Monte y la regla de Oro, entonces sólo aumentó nuestra sensación de frustración. Como lo hemos visto, el hombre tiene la Regla de Oro desde el tiempo de Confucio. El problema del hombre nunca ha sido el no saber lo que debería hacer. Su problema ha sido que le falta el poder hacer lo que sabe que debería hacer.

Cristo aumentó el nivel ético, haciendo así que las exigen­cias sean más elevadas. Esto en sí aumenta el nivel de frustración. Pero eso no es todo lo que Cristo hizo - allí la diferencia entre el cristianismo y las demás religiones. Cristo ofrece el poder para vivir como deberíamos vivir. Nos da el perdón, nos limpia, y nos otorga su misma justicia, todo como un don gratui­to. Hace algo por nosotros que no podemos hacer por nosotros mismos.

Cada otro sistema religioso es básicamente una proposición de "hazlo tú mismo". Dicen: "Siga este modo de vivir, y ganarás el favor de Dios y eventualmente alcanzarás la salvación. Se puede decir que las demás religiones son una lista de instrucciones sobre cómo nadar, dadas a un hombre que se ahoga ya. El cristianismo es un salvavidas.

Otra diferencia que se ha notado es que en las demás reli­giones, las buenas obras son "para que..." mientras en el cris­tia­nismo las buenas obras son "porque". En otras religiones las buenas obras son el medio por el cual se espera conseguir la salvación. En el cristianismo la salvación se recibe como un don gratuito, por medio de la obra acabada de Cristo, y las buenas obras se hacen como respuesta a esto; como reacción al amor de Dios. Las demás religiones dicen: "Haga..."; el cristianismo dice: "¡Hecho!"

El cristianismo es lo que Dios ha hecho para el hombre al buscarlo y alcanzarlo para ayudarlo. Otras religiones son el hombre que busca para alcanzar a Dios, y luchando mientras busca. Por razón de esta diferencia tan importante, sólo el cristianismo ofrece la seguridad de la salvación. Puesto que nuestra salva­ción depende de lo que Dios ha hecho por nosotros y dado por nosot­ros, podemos decir con la maravillosa certidumbre del apóstol Pablo: "Estar ausentes del cuerpo es ser presentes al Señor" (2 Co. 5:8).

En cualquier religión de "obras", por otro lado, es imposible jamás tener esta seguridad. ¿Cuándo sabes que has hecho suficientes buenas obras? Nunca lo sabes, y nunca puedes saberlo. Siempre hay temor porque no hay seguridad de salvación. Lo que es la salvación, y lo que queremos alcanzar, en las religiones del mundo es muy distinto de lo que son en el cristianismo.

Hay que considerar además qué es la salvación en las demás religiones. Porque el cristianismo, además de creer que Cristo es el único camino a Dios, es la única religión que pretende ofrecer una salvación segura tal como la entendemos.

En el budismo, la meta es nirvana: la extinción del deseo. Según Buda, todo dolor y sufrimiento vienen de una cosa: el deseo. Si mediante el seguimiento del Óctuplo Camino a la Ilumi­nación se puede superar, o eliminar, ese deseo, entonces es posible alcan­zar la nirvana, que es el hecho de ser nada. Se compara a la extin­ción de una vela: eso es lo que ocurre a la vida y a la consciencia cuando se haya alcanzado la nirvana.

En el hinduismo, la meta es también nirvana, pero el término tiene un significado distinto. Para ellos la nirvana es la unión última con Brahma que es la fuerza del universo, el Dios de los hindúes. La experiencia se compara al retorno de una gota de agua al océano. Se pierde la individualidad en la reunión con Dios, pero no es la eliminación total de sí mismo como en el budismo. Ese nirvana, en el hinduismo, se alcanza a través de un ciclo continuo de nacimiento, vida, muerto, y renacimiento. En seguida cuando algún animal, insecto, o ser humano muere, vuelve a nacer inmediatamente en una otra forma. Depende de la cualidad de su vida moral si irá hacia arriba o hacia abajo en la escala de vida. Si su vida ha sido buena, entonces subirá a una clase de vida que implica más comodidad y menos sufrimiento. Si es el contrario, entonces su propia vida será más abajo, en sufrimiento y pobreza. Si ha sido lo suficientemente malo, ni siquiera volverá como un ser humano, sino como un animal o un insecto. Esa ley de cosechar en la próxima vida lo que uno haya sembrado en la vida presente se llama la ley del Karma.

En Islam, el cielo es un paraíso de vino, mujeres, y placeres. Se alcanza mediante una vida que se abstiene de esas mismas cosas que serán su recompensa en el paraíso. Además de esto tiene que seguir las Cinco Columnas de Islam: repetir el Credo, hacer un peregrinaje a la Meca, dar limosna a los pobres, rezar cinco veces por día, y respetar el ayuno del mes de Rama­dán.

En estas religiones no hay ninguna posibilidad de certeza. Si preguntas a hindúes, a budistas, o a musulmanes, si alcanzarán la Nirvana, o el Paraíso, cuando mueren, normalmente se negarán a contestar que sí. Más bien se van a referir a la imperfección de su vida como poniendo una barrera a esa realización. La razón que no hay seguridad en esos sistemas religiosos es que no hay pro­piciación, y porque la salvación depende de que el individuo alcance suficientes méritos.

Se nos dice que deberíamos estar de acuerdo en cuanto al concepto fundamental de Dios. Que deberíamos unirnos con todos aquellos que creen en Dios, sin importarnos cómo se llame Dios. Pero como en el caso de cualquier otro término, la palabra “Dios” carece de significado aparte de la definición que se da a ella. Buda nunca pretendió ser Dios. No lo tenía claro si Dios existía o no. De todos modos, enseña­ba que si Dios existía no podía ayu­dar al individuo a alcanzar la luz. Cada individuo tendría que conseguir eso por sí mismo. Los hindúes son panteístas. Eso significa que Dios y el universo son idénticos. Para ellos (y para los budistas) el mundo material es una ilusión y la reali­dad es espiritual e invisible. Es por eso que la ciencia moderna vino a existir por medio de cristianos, que creían en un Dios personal y en un universo ordenado, en vez de en el contexto de la filosofía oriental. )Por qué investigar lo que creemos es una ilusión?

Además, si examinamos el concepto mahometano de Dios, vemos que no se trata de Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo, sino un Dios según la imaginación del hombre. Nuestro conocimiento de Alá viene del Corán, que vino de Mahoma. Mahoma, al contrario de Cristo, no pretendía ser Dios. Enseñó que era el único profeta de Alá. Desde el Corán se nos llega una imagen de Dios como siendo alguien totalmente ajeno a los hombres, capri­choso en sus actos, responsable tanto por el mal como por el bien, y definitivamente no es el Dios que "de tal manera amó ... al mundo que dio a su Hijo único para que todo aquel cree en él no se pierda mas tenga vida eterna". Es justamente ese concepto tan dis­tante de Dios que hace que la idea de la Encarnación sea total­mente inconcebible para el musulmán. Su Dios, tan majestuoso y más allá de todo, no podría haber tenido contacto con el hombre mortal en su pecado y su miseria. Para ellos es también inconce­bible la idea de la muerte de Dios el Hijo en la cruz, por la mis­ma razón. Significaría que Dios hubiera sido vencido por sus criaturas lo que es, para ellos, una imposibilidad.

La religión que tiene un concepto de Dios más cercano al de los cristianos es la religión judía. Solemos considerar que el Dios que adoran ellos es el Dios del Antiguo Testamento, el mismo en que nosotros creemos. ¿No podríamos unirnos en esto? Pero cuan­do examinamos de más cerca, vemos que los judíos no reconocerían que su Dios es el Padre de Jesucristo. Fue esa la controversia en el tiempo de nuestro Señor. Rechazaron a Cristo porque consideraron que blasfemaba, puesto que como hombre se presentaba como Dios. Ellos dijeron a Jesús: "Dios es nuestro Padre". Jesús les dijo: "Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí porque vengo del Padre" en Juan 8:42-47. En la misma conversación dijo: "Sois de vuestro padre el diablo".

El Señor Jesús, pues, nos muestra la actitud que debemos tener hacia aquellos que buscan a Dios. Si buscan al Dios verda­dero, su sinceridad se mostrará por el hecho que recibirán a Cristo al oír de él.

Es claro en las Escrituras que la adoración de otros dioses que el Dios verdadero viene del diablo (Lv. 17:7; 1 Co. 10:20).

La diferencia entre el cristianismo y las demás religiones es que sólo Cristo pretendió ser Dios. Ni Mahoma, ni Confucio, ni Buda dijeron tal cosa de sí mismo. Los seguidores de éstos ponen el énfasis en su enseñanza, mientras que los seguidores de Cristo ponen la persona misma de Cristo como punto central de su enseñanza. En la misma manera Cristo hizo de su propia persona el punto central de su enseñanza. En Juan 6:29 dijo que la obra de Dios era que creyeran en él.[13]

El cristianismo, por tanto, es radicalmente distinto de las demás religiones en cuanto a las cuestiones de:
¿quién es Dios?
¿qué es la salvación?
¿como se obtiene la salvación?

No puede ser que el cristianismo sea verdad, y la doctrina de las demás religiones sea también verdad. Vivimos en una épo­ca que premia la tolerancia. Pero la tolerancia no significa con­si­derar que el error es verdad. La tolerancia no significa que un profesor de matemáticas deba aceptar la respuesta "23" a la pregunta ¿cuánto son dos más dos? Hay que ser tolerante de las demás creencias y dejarles el derecho de creer y expresar sus creencias. Pero en nombre de la tolerancia no se puede obligarnos a estar de acuerdo con todas las creencias, aun aquellas que se contradicen mutuamente. Tampoco en nombre de la tolerancia se nos puede exigir que consideremos que todas las creencias son igualmente válidas. Esa posición carece de sentido en todos los campos de ciencia, de lengua, de matemática, etc. ¿Por qué habría que adoptarla en cuestiones de religión?

Se ha dicho que no importa lo que crees, con tal de que lo creas sinceramente. Eso no es cierto. Hitler hizo morir unos seis millones de judíos, basado en una sincera convicción de supremacía racial. Pero estaba en el error. Lo que creemos tiene que ser verdad para ser válido. Alguien puede creer sin­cera­mente que no necesita ir al médico: que un curandero lo puede curar. Eso no impedirá que muera de una enfermedad.

Por tanto, es cierto que el cristianismo es exclusivo. Cualquier convicción es exclusiva por definición. Si una cosa es verdad, el contrario no puede ser cierto. Si el cristianismo es la verdad, entonces las demás religiones no lo son.

Ejercicio:         Contesta a las preguntas siguientes:

1)                  El cristianismo presenta la humildad como siendo una virtud. Pero ¿no es orgullo pretender que su propia religión sea la verdad absoluta?
2)                  ¿Por qué no se puede combinar todos los mejores elementos de todas las religiones para hacer una religión para todos?
3)                  ¿Hay una base común en cuanto a la creencia que las distintas religiones tienen en Dios?

Lectura:   Lee en E. Y. Mullins, Manual de Evidencias Cristianas, el capítulo 1: "Evidencias Cristianas Modernas".



LECCIÓN 8: LA CIENCIA Y LA FE


¿HAY CONFLICTO ENTRE LA CIENCIA Y LA FE CRISTIANA?


Es popular decir que la Biblia y el cristianismo no puede sostenerse ante la ciencia: que la fe es anticientífica. Además se pretende que pocos científicos dan crédito a la fe por esta razón.

Ahora bien, la fe no pretende ser científica. Pero tampoco es anticientífica. Citamos a Galileo: "Las Sagradas Escrituras no nos fueron dadas para enseñarnos cómo va el cielo, sino para enseñarnos cómo se va al cielo". Por tanto, las Escrituras no hacen uso de un lenguaje científico que muchos no podrían enten­der, y que dentro de poco tiempo perdería su significado. El propó­si­to de la Biblia es distinto. Por otro lado, en nuestra apolo­gé­tica, tenemos que reconocer nuestras limitaciones en cuan­to a la ciencia. No debemos torcer las Escrituras para for­zar­las a estar de acuerdo con la ciencia actual. Si lo hace­mos, en­ton­ces tendremos vergüenza cuando la ciencia cambia sus posiciones. En el pasado, por ejemplo, la iglesia torcía ciertos textos de la Escritura para armonizarlos con la creencia general de que la tierra estaba al centro del universo y que no movía. Por esta razón condenaron a Copérnico, y forzaron a Galileo a retractarse de sus teorías.

Galileo, que fue acusado en nombre de la fe, dijo en su defensa: "Las Escrituras son siempre la Verdad, tiene toda la autoridad en cuestiones de fe; pero su misteriosa profundidad es a menudo impenetrable para nuestro débil espíritu, y nos equivo­ca­mos seriamente si tratamos de encontrar en ella lecciones de física que no están allí o que no podemos entender. Si la Verdad está en los Libros Sagrados, no está clara para todos, y hay que utilizar, para percibirla, la inteligencia y el razonamiento que Dios nos ha dado. El Espíritu los dictó, y es cierto que Él nun­ca se equivoca; pero cuando interrogamos la naturaleza es también Él que nos contesta y que nos enseña... Las obras de Dios no se contradicen mutuamente, las contradicciones son sólo aparentes: hay que conciliarlas, porque la Ciencia no puede ser algo que debi­lita la fe."

Es cierto que la Biblia nunca podrá estar de acuerdo con todas las teorías científicas: sería imposible porque las teorías científicas cambian. Lo que ayer era verdad absoluta hoy ha sido descartado. Tampoco habla la Biblia de todos los temas científicos. No es el propósito. Pero en lo que dice, nada que haya sido comprobado científicamente, la contradice.

Se ha citado, a favor de la idea de que nuestro planeta no mueve, el texto de Salmo 19:5-6, hablando del sol:

"Y éste, como esposo que sale de su tálamo,
Se alegra cual gigante para correr el camino.
De un extremo de los cielos es su salida,
Y su curso hasta el término de ellos;
Y nada hay que se esconda de su calor".

Lo que se expresa aquí es simplemente la apariencia, en la misma manera en que cuatro siglos después de Copérnico y Galileo, solemos hablar del levantar y de la puesta del sol.



Se ha hecho alusión a Josué 10:12-13 (en el cual el sol se detiene "casi un día entero") para mostrar que la Biblia presenta el sol como estando en movimiento alrededor de la tierra. (No se puede detener lo que no está en movimiento). Una vez más sin embargo, está des­cri­biendo el espectáculo desde el punto de vista humano. Hoy en día tal cosa se describiría seguramente en la mis­ma manera si vol­viera a producirse. Por otro lado este mismo relato demuestra una comprensión sorprendente de astronomía. Por­que para que el sol se "detuviera", en el sentido que el pro­greso del día se detuviera, también tendría que hacerlo la luna - especialmente si la rotación de la tierra fuera interrumpida.

Además, según Daniel Vernet, autor de La Bible et la Science, parece que en los cálculos del tiempo hechos por los as­trónomos, habría una falta de tiempo solar, equivalente a un día. Esto se explicaría cuando se toma en cuenta el relato de Josué 10. El "casi" de Josué 10:13 se explicaría si añadimos el relato de 2 Reyes 20:10-11 y Isaías 38:7-8, cuando el día se alargó de 40 minutos, o 151 en el reloj solar como señal para el rey Ezequías, lo que completaría el día. Esos cálculos astronómicos se habrían hecho en 1890 y en 1908, y habrían sido confir­ma­dos por ordenadores en Green-Belt, Estados Unidos. ¿Cómo se hizo? ¿Interrumpió Dios las leyes de la naturaleza? ¿o utilizó algún fenómeno natural? Un astrónomo norteamericano escribió un libro expresando su convicción de que dos de los planetas del sistema solar se formaron a partir del sol desde los tiempos "históricos", y que el segundo de esos planetas habría cruzado la órbita de la tierra en la misma época en que Josué y los Israeli­tas invadieron Canaán. Según este escritor, que no escri­bió con el propósito de defender la Biblia, el relato de Josué apoyaría su teoría, puesto que un planeta que cruzara la órbita de la tierra habría causado un cambio en la inclina­ción del eje de la tierra, y habría hecho detenerse la rotación de la tierra por un rato. No sé si eso es físicamente posible dentro de las leyes de la naturaleza: la mayoría de los astrónomos rehusan dar crédito a esa teoría - pero ¿quién sabe? No sería la primera vez que la mayoría de los científicos se equivocaran. De todos modos no es necesario que sea un acon­te­ci­miento físicamente "posible", si Dios lo hizo. Lo que nos importa es que el hecho concuerda con otros hechos históricos y científicos, aun si no sabemos cómo se hizo. En otras palabras, no se trata de "explicar" los milagros por medio de razones naturales. Si Dios el soberano creador existe, no debería haber ninguna dificultad en creer en milagros. Nuestro interés es en demostrar que hechos científicos conocidos no contradicen lo que dice la Biblia. Por ejemplo, si la Biblia contradijera la ley de gravedad tendríamos un problema. Pero si la Biblia dijera que en una ocasión Dios actuó en contra de la ley de gravedad sería otra cosa, y no nos causaría dificul­tad en absoluto. Porque hasta el hombre con todas sus limitaciones puede desafiar la ley de gravedad temporalmente.

Durante muchos siglos se consideró que la tierra era plana. La Biblia, sin embargo, no apoyó esa creencia.

"Él está sentado sobre el círculo de la tierra..." (Is. 40:22)
"Cuando formaba los cielos, allí estaba yo;
 Cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo" (Pr. 8:27).

Los antiguos creyeron que la tierra era soportada sobre algo físico, y esa idea era concretizada en la leyenda del gigante Atlas que la llevaba sobre sus hombros. La Biblia, sin embargo, la describe en una manera distinta:

"Él extiende el norte sobre vacío,
 Cuelga la tierra sobre nada" (Job 26:7).

La Biblia no habla en ninguna parte del movimiento de la tierra alrededor del sol, pero menciona el movimiento de los astros conforme a ciertas leyes naturales. "Alzad a lo alto los ojos y ved; ¿quién ha hecho esto? El que hace salir por orden al ejército celeste, y a cada estrella por su nombre llama" (Isaías 40:26, Biblia de Jerusalén).



Además, mientras consideramos cuestiones astronómicas, es interesante notar que las constelaciones mencionadas en el libro de Job son precisamente aquellas que se habrían podido observar durante la primavera y el otoño de 2130 a. C., es decir 180 años antes de Abraham (para esta información Daniel Vernet cita a André Lamorte en su libro Problèmes du Livre de Job).

Hay otras informaciones en Job que demuestran un conocimiento que no tuvimos en nuestros tiempos modernos hasta estos tres o cuatro últimos siglos. Por ejemplo, en Job 28:25 leemos "Al dar peso al viento, y poner las aguas por medida". Siempre se creó, hasta el tiempo de Galileo, que el aire carecía de peso. Hasta la descripción que la Biblia da del interior de la tierra se armoniza con lo que la ciencia moderna ha descubierto: "De la tierra nace el pan, y debajo de ella está como convertida en fuego" (Job 28:5).

El estudio del suelo de la tierra también carece de contra­dic­ciones a la fe cristiana. Es significativo que P. Termier, un destacado geólogo de nuestro siglo, habló del "papel apologético de la geología". Dice Ter­mier: "La fe cristiana no tiene nada que temer de los progresos de la geología... La historia de la tierra tiene un valor apolo­gé­tico especial. La tierra cuenta la gloria de Dios con tanta elocuencia, con más elocuencia quizá, que el firmamento del cielo... puede servir al cristiano, más que la mayoría de las demás ciencias, para confirmar su propia fe y para preparar a los hombres de buena voluntad que buscan a Dios con humildad, a creer".

La Biblia presenta además medidas de higiene y de profilaxis que parecen muy adelantadas por su época. Haberlas practicado habría impedido muchas de las grandes pestes que tuvieron lugar durante la edad media, cuando el hombre ignoraba las maneras en las cuales las enfermedades se extendían entre la población.

"Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas; tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento". (Deuteronomio 23:12-13).

Nos dicen que en la edad media una peste en Francia fue detenida por un médico que convenció a las autoridades a que impusieran estas medidas. Recordemos que fue sólo con Pasteur que la civilización europea llegó a creer en la existencia de microbios.

Es interesante también leer lo que por una parte eruditos creyentes han dicho sobre la Biblia, y por otra parte, lo que han dicho eruditos ateos o agnósticos.

Muy a menudo los que son más duros en sus críticas al cristianismo por ser anti-científicos son personas que no son necesariamente los más instruidos en la ciencia ellos mismos. Por esta razón puede ser útil citar varias fuentes científicas en cuanto a sus actitudes hacia la ciencia por un lado y la Biblia por otro.

Científicos creyentes E INCRÉDULOS


Citaremos primero algunos científicos creyentes. Luego examinaremos lo que dicen científicos que eran ateos o agnósticos.

Louis Leprince-Ringuet: "Una verdad científica es siempre par­cial y reajustable". (Des Atomes et des Hommes).



Pierre Lecomte DuNoüy: "Los que sin ninguna prueba se han esfor­zado en una manera sistemática a destruir la idea de Dios han hecho una obra vil y anticientífica... Lejos de ser como otros hombres de ciencia a quienes tengo envidia, ayudados por una firme creencia en Dios, empecé en la vida con el escepticismo destructor que estaba de moda. Necesité treinta años de laboratorio para llegar a la convicción de que aquellos que tenían el deber de iluminarme, aun si hubiera sido sólo confesando su ignorancia, me habían mentido deliberadamente. Mi convicción de hoy es racio­nal. Llegué a ella por los caminos de la biología y de la ciencia física, y estoy persuadido de que es imposible para cual­quier hombre de ciencia que reflexiona el no llegar allí, a menos que sea por ceguera o por mala fe. Pero el camino que yo seguí era una desviación, no el bueno. Y es para evitar para otros la tremenda pérdida de tiempo y de esfuerzos que yo sufrí, que me levanto violentamente contra todo espíritu maléfico de malos pas­tores" (L'Avenir de l'Esprit).

El mismo dice: "Que nos dejen recordar que muchos de nuestros grandes eruditos modernos son hombres de fe y... que las nociones adquiridas en estos cuarenta últimos años, en vez de fortalecer el punto de vista materialista, lo han hecho científicamente insos­te­nible. Tanto el gran astrónomo y matemático Eddington como muchos biólogos distinguidos de todo el mundo han hecho con­tribuciones importantes a esta posición durante estos últimos veinte años...

"Todo aquel que cree en Dios debe entender que ningún hecho científico, si es verdad, puede contradecir a Dios..." (El Hombre Y Su Destino).

Daniel Vernet nos proporciona unas estadísticas interesantes. A pesar del racionalismo que se desarrolló en el último siglo y que sigue tan popular, las estadísticas nos dan los núme­ros siguientes:

De 432 eruditos franceses del siglo XIX examinados en varias ramas de la ciencia, hay:
34 cuya actitud hacia la religión se ignora;
15 que son indiferentes o agnósticos;
16 que son ateos;
367 que son creyentes.

Entre esos 432, hay 150 que destacan como eruditos de primer plano, iniciadores que abrieron nuevas vías a la ciencia. De estos 150, hay:
13 cuyos sentimientos religiosos no se conocen;
9 que son indiferentes o agnósticos;
y de los 128 que quedan, es decir que han tomado alguna posición en cuanto a la religión, se dividen así:
5 ateos (Berthelot, Suess, Strasburger, Magendie, y Charcot) (menos de 4%);
123 creyentes (más de 96%).

Según una encuesta parecida hecha por el Dr. Dennert entre eruditos que vivieron en el siglo XV y XVI, los resultados han sido análogos: alrededor de 3 % eran agnósticos o indiferentes; menos de 2% que rechazaban absolutamente la fe en Dios y el cris­tianismo; y 95 % creyentes.

Vernet comenta que si borráramos de la historia de la electricidad los nombres de los creyentes, es decir Gauss, Volta, Oersted, Ampère, Faraday, Hertz, Becquerel, Branly, y Galvani (este último en 1798), (estaríamos en una civilización muy atrasada hoy!
Los principales fundadores de la astronomía moderno también han sido creyentes: Copérnico, Galileo, Kepler, Newton, Hershel, Laplace. Lo mismo puede decirse de los pioneros de la ciencia natural moderno como Linné, Cuvier, Lamarck, Agassiz, Jussieu, Candolle, y una multitud más.



El fisiólogo materialista y ateo Bois-Reymond confesó: "La ciencia moderna debe sus orígenes al cristianismo". La reforma además ha tenido un impacto muy positivo en el desarrollo y el progreso de la ciencias.

Según Vernet sería difícil llevar una encuesta parecida entre los eruditos del siglo XX, por el gran número de investigadores que sigue creciendo diariamente, sin hablar de la especialización en la erudición. Además, la investigación científica hoy en día es una labor más colectiva que en siglos pasados. Además las líneas entre ateos, agnósticos y creyentes hoy en día son cada vez menos claras. En 1926, sin embargo, Robert de Flers, miembro de la Academia Francesa hizo una encuesta entre sus colegas de la Academia sobre si la ciencia era compatible o no con la fe. Según esa encuesta, no había ninguna duda, ningún desacuerdo, entre la Ciencia y la Fe.

Sir James Jeans, un astrónomo del siglo XX, dijo: "Hoy estamos generalmente en acuerdo, y del lado físico de la ciencia este acuerdo es prácticamente unánime, para pensar que la corriente del conocimiento se dirige hacia una realidad que no es mecánica: el Universo empieza a parecerse más a un gran pensamiento que a una gran máquina. La mente (o espíritu) no aparece como un intruso accidental en el reino de la materia... Descubrimos que el Universo hace patente la existencia de un poder que concibe y que controla..."

El Dr. Hans Rohrbach, matemático y vice-rector de la Univer­sidad de Mayence en Alemania, se expresa en los términos siguien­tes: "Los conceptos actuales de la Física se armonizan mucho más con la revelación bíblica que los conceptos elaborados durante el siglo XIX..."

Vernet nos da una lista de eruditos ateos de este siglo, y otra lista de eruditos creyentes (por creyentes queremos decir que creen en Dios).

Ateos: el matemático Emile Borel; los físicos Pierre y Marie Curie, Frédéric e Irène Joliot-Curie, Paul Langevin, y Jean Perrin; los biólogos Ernst Haekel, Félix Le Dantec, Étienne Rabaud, Marcel Prenant, Eugène Bataillon, y Jean Rostand.

Creyentes: los astrónomos Sir James Jeans, y Arthur Eddingtron; el matemático y físico Albert Einstein; los físicos Edouard Branly, Georges Claude, Louis de Broglie, y Alfred Kastler; los geólogos Albert de Lapparent, Émile Haug, Louis de Launnay, Pierre Termier; los biofísicos Henri Devaux, Pierre Lecomte Du Noüy; los fisiólogos Ivan Petrovitch Pavlov, y Paul Chauchard; el entomólogo Jean-Henri Fabre; los biólogos-anatomistas-zoólogos Armand Sabatier, Louis Vialleto, Henri Rouvière, Lucien Cuénot, Émile Guyénot, Louis Bounoure; los médicos Émile Roux, Albert Calmette, Alexis Carrel, Josef Grasset, Rémy Collin, Paul Tour­nier, Maurice Vernet; los botanistas P.-A. Dangeard, Charles Flahault, Jules Pavillard, Louis Emberger, Claude Favarger.

La mayoría de éstos, siendo una lista hecha por un francés, son sus compatriotas. Pero eso no es una desventaja. Al contra­rio, Francia como país no ha destacado en los últimos siglos por la insistencia en la fe. Sin embargo, aún en aquel país, conoci­do como siendo un país tan irreligioso, predominan entre los eru­di­tos los que creen en Dios, y que consideran que su conocimiento científico fortalece su fe. Pero allí, como en otros países, los irreligiosos a menudo no son los científicos, sino los ignorantes.

Es interesante también ver lo que han dicho muchos eruditos que son ateos, o al menos desinteresados en cualquier religión.



El biólogo ateo Félix Le Dantec defendía el monismo de Haeckl, conocido por su "furor antireligioso". Le Dantec llamaba esa doctrina "ateísmo científico" y expone sus ideas en un libro titulado "El Ateísmo". Por todo el libro se encuentran varias confesiones sorprendentes. Por ejemplo, empieza su prefacio, dedicado al biólogo Girard, con las palabras "Dieu merci..." ("Gracias a Dios"). Luego declara: "Bien, lo confieso, es un comienzo extraño para un libro sobre el ateísmo, pero hay que hablar en francés...". En su primer capítulo dice: "Seguro que en la gran mayoría de los hombres está la idea de Dios; muchos se dicen ateos sin haber pensado mucho en lo que quieren de­cir..." Más adelante dice: "Soy ateo, como soy Bretón, como uno puede ser moreno o rubio sin haberlo querido. Por tanto no tengo ninguna razón personal de afirmar que el ateísmo vale más que otra cosa, puesto que nunca pude probar otra cosa..."

Según Le Dantec, el ateo al negar a priori la existencia de Dios es como un ciego de nacimiento que nunca ha tenido la expe­rien­cia de la luz y de un mundo iluminado por los rayos de sol. ¡Y Le Dantec era un ateo! Vernet lo compara a una conver­sa­ción que un miembro de la iglesia perseguida en el mundo comu­nista tuvo con un ateo:

"Supón que pudieras hablar con un embrión y que le dijeras que la vida embriónica es breve y que será seguida por otra vida más real y larga. ¿Qué es lo que te contestaría? Lo mismo que lo que vosotros, los ateos, contestáis cuando os hablamos del cielo y del infierno. Nos diría que sólo hay una vida, y es aquella que se lleva en el seno de la madre, y que todo el resto es mera superstición. Pero si el embrión pudiera razonar, se diría a sí mismo: ¡Me están creciendo brazos! No los necesito en abso­luto. Ni siquiera los puedo extender. ¿Para qué vienen? Segu­ramente en provisión de un futuro estado de mi existencia durante el cual los necesitaré. Se me están creciendo piernas también, y tengo que mantenerlas dobladas contra mi pecho. ¿Para qué esas piernas? Seguramente habré de vivir en otro mundo en el cual tendré que andar. ¿Ojos también? ¿En esa oscuridad donde no me sirven para nada? ¿Por qué? Seguramente porque pasaré a un universo de luz y de colores. En breve, si el embrión pudiera reflexionar sobre su propio desarrollo, entendería que existe una vida fuera de las entrañas maternas, una vida que todavía no conoce...". Es fácil seguir el razonamiento de esa parábola.

Le Dantec afirma que un individuo que no tiene idea de Dios no puede adquirir tal idea a menos que Dios se manifieste en él, y eso sólo podría ser por milagro. Por otra parte, rechaza la posibilidad de milagros, diciendo que el que cree en milagros ha de ser determinista: no puede haber infracciones de leyes natura­les si aquellas leyes no determinan de antemano todo lo que pasa; por tanto para el que cree en milagros, todo lo que hay fuera del milagro es determinado de antemano. Sin embargo Le Dantec se contradice luego, diciendo que el ateo no cree en su personalidad o individualidad; se considera como una sucesión de mecanismos reunidos por los vínculos de la heredad y subordinados a las condiciones del ambiente.

Más adelante Le Dantec dice: "Puedo afirmar con toda since­ri­dad que no puedo ver ningún razonamiento capaz de impedir el ateo perfecto de suicidarse... El ateo lógico no puede tomar nin­gún interés en la vida; ésta es la verdadera sabiduría, aunque a mi parecer es demasiada sabiduría; es la indiferencia del fakir... ".



Le Dantec dice hacia el final de su libro: "En una sociedad en la cual todos los miembros fueran puros ateos, yendo hasta el final de las conclusiones lógicas de su ateísmo, la conciencia moral perdería todo valor como sentimiento social... tal socie­dad, formada exclusivamente de ateos, acabaría naturalmente en una epidemia de suicidio anestésico...". (Eso de un escritor ateo! No es sorprendente que este autor escribe al principio de su libro: "Me parece pues que un libro como éste no podría modi­fi­car las ideas ya sentadas de un hombre. Seguiré siendo ateo después de haberlo terminado; y el lector, también, si lo era; si no, seguirá siendo creyente como antes; lo más curioso sería que un ateo, habiéndolo leído, llegara a ser creyente; pero aque­llo no es imposible, porque muchos ateos no han querido ver todas las consecuencias del ateísmo...".

El conocido biólogo Jean Rostand era un ateo convencido. Se preguntó: ")De dónde viene el hombre?... Su formación fue rigurosa­mente fortuita. Accidente entre accidentes, es el resul­tado de una suce­sión de casualidades... El hombre, lejos de ser obra de una voluntad lúcida, ni siquiera es el resultado de un esfuerzo sordo y confuso. Los procesos ciegos y desordenados que lo concibieron no buscaban nada, no aspiraban a nada, no se diri­gían hacia nada, ni siquiera en la manera más vaga del mundo. Nació sin razón y sin propósito, como nacieron todos los seres, como sea, cuando sea..." También había dicho: "Al matar la casualidad, no se resucita a Dios.."

A la luz de esa creencia en nada, es interesante ver su comentario en otro escrito: "No soy tan insensato como para sentirme completamente seguro de mis certidumbres. Nada, es demasiado poco; Dios es demasia­do..." En otro momento escribe: "El hombre se ahoga en el hombre. Yo habría necesitado otro universo".

Uno se sorprende al leer estas palabras de Rostand: "Aquellos que creen en Dios, )piensen en él tanto como nosotros, los incré­du­los, pensamos en su ausencia?" Rostand confiesa que podría con­testar a la pregunta de si creyera en Dios: "Depende de lo que queréis decir por Dios. Pero no sería honrado llamar a Dios cualquier cosa. La única propiedad específica de Dios es el hecho de poder orar a él". La frase más sorprendente de parte de un ateo convencido: "Menos creemos en Dios, más entendemos cómo otros creen en él".

El biólogo De Bataillon se burló de la creencia en Dios, pero habló mucho de la sabiduría de la naturaleza, diciendo que todo lo que el hombre hace es sólo una pobre copia de ella. A menos que había adoptado una filosofía animista, al fondo creía en un Dios sabio, inteligente, y poderoso que había creado todo. En realidad aquellos científicos que eran ateos, al escribir sobre su filosofía, se encon­tra­ban continuamente en contradicciones. Eran buenos científicos, pero pobres filósofos.

Los que consideran que la Biblia no tiene ninguna contribución científica deberían aprender una lección de la compañía Standard Oil. Un director de aquella corporación importante leyó Éxodo 2:3 “...tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea...”. Recono­ció la importancia de aquel índice. Consideró que eso significaba seguramente que había un campo productivo de aceite por debajo. La compañía envió un geólogo experto para investigar y los resultados fueron positivos. En 1970 había más de veintinueve pozos en la región, produciendo un promedio de 139.500 barriles de petróleo crudo por día.

Además, desde descripciones bíblicas de varios sitios, se han encontrado varias antiguas minas de oro y de cobre. Parece que los investigadores del mundo tienen más confianza en la Biblia que muchos teólogos.

El cristiano no tiene por qué sonrojarse ante la ciencia moderna. Su fe es perfectamente compatible no sólo con la razón, sino con aquellos descubrimientos científicos que son seguros, y pocos científicos lo negarían.




Lectura:   Lee en MANUAL DE EVIDENCIAS CRISTIANAS, de E. Y. Mullins, las páginas 37-51 (capítulo 3) sobre el Materialismo.


Ejercicio:

1.         ¿Se puede tratar de defender la fe o atacar la fe en base de la ciencia? Explica tu respuesta.
2.         ¿Por qué algunos creyentes a veces tienen la tendencia a temer la ciencia natural?
3.         ¿Es cierto que los eruditos, en base a sus descubrimientos y sus razonamientos científicos, suelen rechazar la fe? Explica tu respuesta.



LECCIÓN 9: CREACIÓN O EVOLUCIÓN - I


¿NO HA DEMOSTRADO LA CIENCIA QUE LA VERSIÓN BÍBLICA DE LA CREACIÓN ES FALSA?

La Confesión de Fe que se llama la Confesión de Westminster dice: "En el principio plugo a Dios Padre, Hijo, y Espíritu Santo, para la manifestación de la gloria de Su poder, sabiduría, y bondad, crear o hacer el mundo y todas las cosas que en él hay, sean visibles o invisibles, en el espacio de seis días y todo muy bueno." Esto es lo que la cristiandad ha creído en una manera bastante uniforme hasta el siglo diecinueve.

Cuando Darwin propuso la teoría de la Evolución en el siglo pasado esto fue visto como una contradic­ción de la postura cristiana y levan­tó un debate caluroso que siguió aun entrado el siglo actual - y sigue todavía.

Antes de empezar a examinar esa cuestión, es importante que nos demos cuenta que es imposible demostrar en una manera cientí­fi­ca, el valor de cualquier concepto de orígenes. El Dr. Henry Morris nos presenta unas razones por eso:

            No se puede demostrar la creación.    La creación no se está haciendo ahora, al menos en una manera en que pueda observarse. Por tanto, si se hizo, fue en el pasado, y así es inaccesible al método científico.  Es imposible proyectar una experiencia científica que describa el proceso de creación, o para ver si tal proceso puede siquiera ocurrir. El Creador no crea según el antojo del científico.

            No se puede demostrar la evolución.  Si la evolución está ocurriendo hoy en día, opera con demasiada lentitud para ser mensurable, y, por tanto, está fuera del dominio de la ciencia empírica. Para trasmutar una clase de organismo a otra clase más alta de organismo tomaría (según los evolucionistas) millones de años, y no hay ningún equipo de observadores científicos disponibles para tomar mensuraciones en tal experiencia.  Las pequeñas variaciones en organismos que se observan como ocurriendo hoy son fuera de propósito, puesto que no existe ninguna manera de demostrar que estos cambios dentro de especies actuales cambiarán a lo largo en otros especies distintos y más altos. Puesto que pequeñas variaciones (incluso mutaciones) se han de esperar tanto en el modelo de la creación como en el modelo de la evolución, carecen de valor en cuanto a discriminar entre los dos modelos.  Aun si científicos modernos lograran algún día la creación artificial de la vida a partir de algo sin vida, o la producción artificial de especies más alto desde especies más bajos, en el laboratorio, eso no demostraría en absoluto que tales cambios hubieran (o aun pudieran) ocurrir mediante procesos naturales casuales.[14]



Según Don Miguel Herbaje en su curso de Teología Sistemática (Escuela evangélica de Teología), la dificultad original en este debate era que los científicos escribían con más o menos ignoran­cia de la teología, y los teólogos con más o menos ignorancia de la ciencia. Aparecían centenares de libros apologé­ticos del lado de la religión que eran muy pobres en sus conocimientos científi­cos y en su mayoría no escritos por expertos en la materia. Por ser tan pobre débil, y poco convincente el contraataque religio­so para cualquiera que tenía una base científica, el evolucionismo ganaba cada vez más terreno. Desde el campo de la biología extendió su influencia a todas las ramas del saber humano y llegó a dominar todo. Toda ciencia, todo campo de investigación erudi­ta tenía que tener su armazón evolucionista. Varias genera­ciones fueron escolarizadas en colegios e institutos donde el evolucionismo fue enseñado como si fuera un hecho demostrado. Tan pode­ro­sa y dominante fue la influencia de la filosofía evolucionista que muchos y tal vez la mayoría de creyentes cristianos con una formación normal se veían obligados de hacer las paces con ella y elaborar una u otra integración entre ella y su fe.

Llegado a los años '60, varios escritores como por ejemplo Coulson, Roman, y Clark ha­bían elaborado una integración que satisfacía un gran sector del pueblo evangélico, y como resultado estos aceptaban tranquilamente las enseñanzas de la ciencia evolucionista, sin darse cuenta del impacto teológico que eso podía tener. Pero había un sector que nunca quedó satisfecho y a principios de los años '60 empeza­ron a articular sus protestas en los escritos de hombres como Whitcombe y Morris.

Herbaje nos proporciona un resumen de los puntos principales de esta escuela de pensamiento:

1.                  Ponen en tela de juicio el principio uniformista de las ciencias actuales, es decir, la suposición de que todas las cosas en el mundo físico siempre han funcionado tal y como las vemos funcionar hoy. Ya que es sobre la base de esta suposi­ción que los científicos hacen sus cálculos de la edad de la tierra, de las rocas, de los fósiles y del universo en general, el rechazo del principio de uniformidad supone poner en tela de juicio todos estos cálculos: el mundo y el universo no tienen que tener necesariamente la edad que los científicos actualmente los atribuyen.

2.                  La creación fue repentina y no gradual. Esto es lo que Génesis 1 nos da a entender. Esta escuela por lo tanto rechaza de buenas a primeras toda teoría evolucionista sobre el origen del mundo demostrando su insuficiencia sobre bases científicos. Es verdad que hoy, tanto en el campo de la biología como en el de la astrofísica, las teorías evolucio­nistas sobre los orígenes se están mostrando cada vez más inadecuadas. Hasta el concepto común del origen del sistema solar, que aun se enseña en los colegios, se está poniendo cada vez más en tela de juicio. La misma ciencia está viendo que es imposible que los planetas se derivasen del sol, o que se condensasen de una nébula de gases estelares. Por lo tanto mientras la nueva escuela creacionista demuestra la insuficiencia de toda teoría que implica un origen de las cosas por desarrollo gradual, subrayan la importancia de los milagros de Jesús, especialmente los que implican cambios físicos repenti­nos (el agua hecha vino, la multiplicación de los panes y los peces, la resurrección de Lázaro cuando "hedía ya)" como ejemplos de la acción creadora repentina de Dios.

3.                  Creación con apariencia de edad. Si Dios creó repenti­namente, si llamó las cosas y allí estaban, entonces las creó con apariencia de edad. No creó semillas que luego crecieron para llegar a ser árboles sino que creó árboles adultos ya llevando sus semillas y sus medios de reproducción. Si rechazamos la teoría evolucionista de que el hombre descendió del mono, o el evolucionismo teísta que mantiene que Dios tomó un simio antropoide e infundiéndole un espíritu especial creó el hombre, entonces sigue lógicamente que Dios creó el hombre, como había creado las plantas, ya perfectamente formado y con capacidades para reproducirse. Además, mantienen que los árboles no habrían tenido anillos de crecimiento en la madera porque éstos sólo son producidos por el crecimiento del árbol año tras año. El primer hombre y mujer tampoco habrían tenido ombligos, ya que esto es sólo una consecuencia de la dependen­cia de la madre durante la gestación, que ellos no experimen­taron.

4.                  La importancia de los inmensos cambios producidos por el diluvio. A estos cambios, mantiene esta escuela, se deben la mayoría de los rasgos de la superficie de la tierra, las sierras montañosas, las capas rocosas, los fósiles, la situación de los mares y océanos, etc. La idea no es nueva ya que en el siglo pasado el geólogo Sir Henry Howorth, que no era creyente, en su libro "The Glacial Nightmare and the Flood" (La Pesadilla Glacial y el Diluvio) recogió mucha evidencia para demostrar que la superficie de muchas partes de la tierra demuestra rasgos que solamente pueden explicarse suponiendo una inundación de proporciones que él consideraba ser casi universales. En su opinión esto explica la gran laguna existente entre la paleolítica y la neolítica y que resultó en la extinción de los monstruos antediluvianos y de muchas otras especies.


Todavía hay pocos libros en castellano que reflejan estos ideas, aun que empiezan a escribirse. Uno es el de Janse: "La Tiranía del Evolucionis­mo".


En la revista de SEDIN[15] "Línea Sobre Línea" de septiembre, 1994, hay un artículo interesante sobre "Biólogos Ante el Evolucionismo". En el artículo el Dr. Russell C. Artist escribe: "Muchos (biólogos modernos) han llegado a insistir en que la evolución misma es un hecho de la ciencia. Pero esta afirmación no ha sido nunca demostrada y, de hecho, por la misma naturaleza de las cosas, no puede ser sometida a prueba. Deberíamos también reconocer que en la actualidad existe un número significativo de biólogos y de otros científicos que están convencidos de que la creación específica ofrece una filosofía de orígenes más razonable y satisfactoria que el evolucionismo. Sin embargo, casi siempre es necesario, antes de que se acepte oír el alegato en favor de la creación específica, señalar las falsas pretensiones que los evolucionistas utilizan para apoyar su creencia".

La cuestión, para el creyente, depende en gran parte de la manera en que tratamos los primeros capítulos de Génesis. En primer lugar, ¿a qué género literario pertenecen? Algunos han querido verlos como pura poesía, con ninguna conexión con la his­toria real de nuestro planeta. Hay unos argumentos poderosos en contra de esa idea:



Otros los clasifican como mito. Esto sólo vale si consideramos que el mito siempre está ligado con la historia. El con­teni­do de los primeros once capítulos de Génesis están reflejados en la mitología de todos los pueblos. Sin embargo, en conse­cuencia de lo que la Biblia nos enseña acerca de su propia inspi­ra­ción divina, no podemos ver el relato del Génesis meramente como la versión hebrea del mito universal sobre los orígenes. Es mucho más antiguo que la existencia de Israel como nación y de los hebreos como pueblo. Es el mito original del cual todos los demás derivan y del cual son versiones más o menos corrup­tas. Mejor dicho, es la historia original, o el relato original, del cual todos los mitos derivan y del cual son versiones más o menos corruptas. Un estudio del lenguaje del relato de Génesis y de los mitos que hay en el mundo confirma esto. El relato de Génesis para nosot­ros es, pues, la versión divinamente inspirada de aquel recuerdo sobre los orígenes que tantos pueblos conservan todavía en forma corrom­pida en su mitología.



Según Herbaje,

“Es imposible clasificar el relato del libro de Génesis como historio­grafía en el sentido moderno de la palabra porque tal género no fue conocido cuando fue escrito. Faltaba también la documentación necesaria y los procedimientos modernos de la inves­tigación. Además, la temática tratada no se prestaba a la docu­mentación por testigos presenciales - imprescindibles en cual­quier investigación histórica actual. ‘¿Dónde estabas tú cuan­do yo fundaba la tierra?’, preguntó Dios a Job. No estaba nadie allí para ser testigo de estos hechos. Creo que uno de los errores en que nuestros hermanos creacionistas caen es tratar el relato del Génesis como si fuera historiografía moderna - como si fuera una simple crónica de los hechos y nada más. No estoy negando los hechos del relato de Génesis. Pero estoy diciendo que son más de una simple crónica. La mitología se propone ex­pli­car la verdad filosófica, el signifi­cado último del hombre, de la existencia del universo, en términos de la historia. Por eso no es desvinculada de la realidad histórica, pero es más que historia, y eso no lo hemos de olvidar a la hora de interpretarlo.

“Una de las consecuencias de esto es el elemento milagroso que es característico del mito. La mentalidad mítica no separa lo visible, concreto, y presente, de lo transcendental y pasa por alto las causas secundarias. Los fenómenos de la naturaleza, por ejemplo, son productos directos de la actividad divina. Esa no es una mentalidad primitiva ni infantil, sino profundamente reli­gio­sa, que ve lo transcendente en lo común, que no separa a Dios de ninguna de sus obras. En este sentido limitado, y no en el sentido de ser invención de la sociedad, se puede aceptar el término ‘mito’. (Nota de JEF: Pero es preferible no utilizar el término en este sentido, puesto que el lenguaje es para comunicación, y generalmente comunicará que no creemos en el contenido). Esta característica del género mítico hace posible el admitir que Dios pudiera haber empleado causas segundas en crear que el relato de Génesis omite mencionar. Habla de creación como acción directa de Dios pero este modo de hablar encuadra perfectamente dentro de las características del género ‘mítico’ y por lo tanto no ex­cluye la posibilidad del empleo de ciertos procesos graduales al crear.

“Otro extremo que debemos considerar al interpretar el relato de la creación en Génesis es su lenguaje. Evidentemente no es lenguaje científico sino lenguaje popular y visual. La palabra hebrea para ‘expansión’ o ‘firmamento’ que separa las aguas en superiores e inferiores en Génesis 1:6 y 7 significa algo sólido; viene de una raíz que significa pisar o martillar. La expansión se representa, por lo tanto, como una inmensa bóveda o cúpula extendida sobre la superficie de las aguas inferiores, separándolas de las superiores. Ahora bien, sabemos que tal bóveda no existe sino, en nuestro lenguaje ‘científico’ de hoy, decimos que el atmósfera es una capa de gases que rodea la super­ficie de nuestro planeta mantenida allí por la fuerza de la gra­vi­tación. ‘Firmamen­to' es lenguaje visual; al hombre normal el cielo parece una inmensa ‘bóveda’ o media esfera elevado por en­cima de su cabeza. En consecuencia de esto podemos comprender que la Biblia no nos da ningún dato específico acerca de la estructura del mundo, sino sólo lo describe en términos visuales y comunes. Si lo hubiese descrito en los términos de la ciencia del siglo XX, la mayoría de los hombres no lo habrían entendido. Por otro lado, como en el caso del sol que se levanta y se pone, un científico puede hablar en los mismos términos hoy sin que nadie le reproche. Por lo tanto, en discusiones entre científicos y teólogos, hemos de vigilar que las objeciones que levantan los científicos al relato de Génesis no sean sólo objeciones al lenguaje y no a los datos.



“Es perfectamente posible hacer uso de distintas formas de lenguaje en cuanto a la descripción del cosmos, cada forma siendo valedera en su contexto cultural. El mismo astrónomo cuando dice que el sol se pone o se levanta tiene que ver con un estilo de lenguaje distinto del que acepta como científico. Lo que nos interesa es el origen de las cosas, y sobre todo, la manera en que llegaron a la existencia. Ahora bien, es precisamente sobre este punto que el relato de Génesis no nos da de­talles. Lo único que nos dice es, ‘En el principio, Dios creó los cielos y la tierra... y dijo Dios... y fue’. Alternativamente dice luego Dios, ‘Haya’ esto u otro... ‘e hizo Dios’ esto o lo otro. Nos dice que Dios hizo las cosas pero en ningún caso nos dice cómo lo hizo; sólo dice ‘Y fue así’ o simplemente hace eco de la frase usada por Dios mismo: ‘Produzca la tierra hierba, etc. ... y produjo la tierra hierba, etc.’ Aun en el relato de la creación del hombre en Génesis 2, encontramos el mismo fenó­meno. En el versículo 7 leemos: ‘Entonces formó Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente’. Muchos, al leer este versículo, imaginan a Dios mode­lando un muñequito de barro en cuyas narices sopla el alien­to. Este soplo de vida convierte el barro en carne, huesos, entra­ñas, cerebro, etc. El hombre se levanta, y está sobre sus pies con su propia vida. Pero en realidad, según Herbaje, el hebreo original no dice nada de eso. Desgraciadamente nuestros traductores han añadido una pequeña palabra que no está en el original. Es la palabra ‘del’ antes de ‘polvo’; en hebreo el texto es ‘Formó Dios el hombre, polvo de la tierra etc.’ Esto pone el énfasis en la naturaleza del hombre, más que en la manera en que fue formado; el hombre es polvo, como dice en 3:19, "Polvo eres y al polvo volverás". Otra vez, la Escritu­ra no pretende describirnos cómo Dios formó al hombre, como tam­po­co nos describe detalladamente cómo formó el resto de la crea­ción.

“Desde luego, esto no es el propósito de la Biblia. Según 2 Ti. 3:15 y 17 su propósito es ‘hacernos sabios para la salva­ción' y conseguir que ‘el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra’. Por lo tanto el relato de la creación no tiene el propósito de instruirnos en la manera en que Dios creó las cosas. Su propósito es comunicarnos el mensaje salvífico de que Dios, de las tinieblas, el caos, y la muerte, crea luz, orden, y vida. El relato de la creación del hombre en Génesis 2 tiene el objetivo de recordar al hombre en su orgullo y en su deseo de hacerse Dios, que sólo es una criatura frágil, nada más que polvo. Subraya la locura y la impropiedad de la empresa que luego se propone (o acepta la sugerencia de Satanás) de aspirar a ‘ser como Dios’.”

Éste es el aspecto filosófico, o más bien teológico, del relato, o "mito" como dice Herbaje. Pero no hemos de olvidar que en el género mítico la verdad transcendental se expresa en términos de la historia. La percepción y aceptación de la enseñanza teológica de Génesis 1 y 2 no nos obliga a considerar el relato como no histórico. Es un relato histórico expresado en lenguaje y conceptos sencillos, comunes y conformes a la visión normal humana. Además, se contenta con afirmar solamente que Dios hizo esto y aquello y lo más allá sin dar más detalles sobre el modo de crearlo.  Es en esto que me permito estar en desacuerdo con la manera en que el hermano Herbaje ve el primer capítulo de Génesis. 

Herbaje sigue:

“Conforme con el géne­ro mítico, habla de Dios como obrando directamente sin emplear causas segundas o medios.

“Ahora bien, si entendemos esto, podemos dejar el campo abier­­to para los científicos, dejándoles formular las teorías que crean más verosímiles sobre la manera en que Dios formó el mundo y el hombre, sobre la base de los datos a su alcance. Las dis­tin­tas teorías luego pueden ser evaluadas sobre la base de la ciencia misma. Sólo estamos obligados a creer y mantener lo que la Biblia dice, y no lo que pensamos que dice.[16]

“Sin embargo, debemos tener cuidado cuando decimos esto. A veces ese lenguaje cubre un intento de descartar lo que la Biblia dice, como si tuviéramos vergüenza de ello. No tenemos por qué tener vergüenza del relato bíblico de la creación, sin embargo. Si no nos dice todo, lo que nos dice es verdad.

“Sin embargo, para finalizar sobre este tema, caben unas observaciones sobre el evolucionismo y la ‘nueva’[17] escuela crea­cio­nis­­ta. A la teoría evolucionista, aun en el campo biológico donde tuvo su origen, no le ha faltado sus críticos. Hombres eruditos de mucho prestigio en ese mismo campo de ciencia la han criticado duramente. Además en el campo de la astrofísica las teorías evolucionistas sobre los orígenes de nuestro sistema solar están en dificultades muy serias. Es aquí donde la nueva escuela creacionista encuentra su fuerza poniendo al conocimiento del público cristiano las fisuras que se están abriendo cada vez más en el edificio evolucionista. Y eso además del hecho que es muy poco científico que una teoría se imponga de tal forma sobre las mentes de los hombres como lo ha hecho el evolucio­nismo, convirtiéndose casi en dogma religioso. Es muy poco pedagógico que esta teoría se enseñe en todos los colegios, institutos, y demás instalaciones educativas como si fuera una verdad fundamental y axiomática. Tenemos la obligación de protestar contra esta ‘Tiranía del Evolucionismo’ como Janse lo llama.

“Hay además un punto en que el evolucionismo y el relato del Génesis posiblemente vienen realmente en conflicto. Es difícil evitar la impresión que el relato de Génesis presenta la creación como repentina. Hoy se suele reír a la idea de creación en siete días, como si fuera infantil tal creencia. Sin embargo el lenguaje de Génesis 1 es muy preciso sobre el punto: ‘Y fue la tarde y la mañana, un día’. Aun admitiendo el género mítico de Génesis y aun admitiendo que no es historiografía en el sentido moderno de la palabra, es difícil, para mí, por lo menos, evitar cierto sentimiento de intranquilidad, si intentamos dar a estas palabras una interpretación que evade su sentido natural. En fin, ¿por qué hemos rechazado la idea de la creación en siete días? ¿No es a causa de la tiranía de aquel evolucionismo en el cual fuimos indoctrinados en nuestra juventud y que los expertos ahora están encontrando cada vez más inadecuado como armazón para los hechos que están descubriendo? La nueva escuela creacionista es flaca en el aspecto exegético y filológico, pero está demos­trando sobre la base de la ciencia misma que la teoría que por tanto tiempo ha influenciado la interpretación del relato de Génesis 1 y 2, se muestra cada vez más inadecuado científicamente y que una creencia en la creación repentina no es necesariamente anticientífica. Tal vez al final nos obligarán a revisar nuestra opinión.”[18]

Si al hermano Herbaje le parece que podría tener que "revi­sar su opinión", en mi caso no sería un cambio, puesto que ya estoy convencido de que los de la escuela "creacionista" tienen razón.



Ejercicio:         Describe en tus propias palabras cuál es el problema principal en la discusión entre creación y evolución. ¿Puede afectar el asunto de la salvación? ¿En qué manera?


Libros Recomendados:

LOS HOMBRES-SIMIOS, ¿REALIDAD O FICCIÓN? por Malcolm Bowden Ed. CLIE, TERRASSA,

EL DILUVIO DE GÉNESIS por J C. Whitcomb y H M. Morris Ed. CLIE, TERRASSA, España


LECCIÓN 10: CREACIÓN O EVOLUCIÓN - II


LA EVOLUCIÓN NO ESTÁ DEMOSTRADA

Se nos ha acusado de tener una interpretación sentimental de los hechos científicos; que creemos según nuestra voluntad y no según los datos que tenemos. En este contexto, quisiera relatar una experiencia que tuve en el Canadá en 1991. Se había anunciado un debate en la Universidad McGill (una de las univer­si­dades más prestigiosas del Canadá y Estados Unidos) en Montreal. Los participantes serían el Dr. Duane Gish, representando la escuela creacionista, y un profesor de biología de la Universidad McGill. Este último iba a defender la postura evolucionista que se enseña en las escuelas y en las universidades como si fuera algo claramente demostrado.

En sus comentarios introductorios, el profesor de Biología habló en una manera condescendiente de los proponentes de la posición creacionista. Comparó las dos posiciones como siendo una científica, razonada, etc., y la otra como siendo sentimental y religiosa. El Dr. Gish en su réplica dijo que no hablaba de religión: que el único que había hablado de religión era el profesor evolucionista. Luego, cada uno empezó a presentar sus argumentos. Lo extraño era que el evolucionista se refirió a menudo a la filosofía y a la religión; el creacionista nunca. Los argumentos científicos del creacionista eran poderosos, y los oyentes (la mayoría eran estudiantes de ciencias naturales en la universidad, y no tenían una posición cristiana) aplaudieron varias veces. En la conclusión del largo debate, el creacionista resumió sus argumentos. El evolucionista, en su conclusión, empezó con un tono razonable, pero pronto se puso casi histérico, y acabó chillando algo como: "(no quisiera que ningún hijo mío sea expuesto a esa clase de basura!" No podemos juzgar el evolu­cio­nismo sobre la ejecución de un profesor en un debate. Pero imagino cuál sería la reacción si un proponente de la crea­ción actuara así. Hay que notar también que aquel profesor había sido escogido por los demás profesores de ciencias natu­ra­les de la universidad. El creyente bíblico no tiene que sonrojarse ante los científicos evolucionistas. Hay una lista importante de científicos importantes que niegan la posibilidad de evolución.

En esta lección no entraremos en los complicados argumentos científicos sobre la evolución. Nuestro propósito es simplemente demostrar que la evolución no está demostrado científicamente; que la posición basada en la fe en la Biblia no contradice los hechos científica­mente establecidos.

Miremos por ejemplo el primer principio fundamental de la termodinámica, sobre la conservación de masa y de energía. Este principio dice que la masa es indestructible. El peso de materia que entra en cualquier reacción tiene que ser exactamente igual al peso de materia que hay cuando la reacción haya acabado. En la misma manera, según la ley de conservación de energía, la energía es indestructible: la cantidad de energía que entra en cualquier reacción ha de ser igual a la cantidad de energía que hay cuando la reacción haya terminado. Este principio, universalmente reconocido, se ignora completamente cuando se considera el origen del universo en términos de evolución. Porque no se explique cómo el universo vino de la nada. Tampoco se explica cómo el universo creció para llegar a ser lo que es hoy. Los mismos principios científicos que son universalmente aceptados admiten que esto es imposible sin un acto creador. La importancia de este principio es que sirve como la base para establecer toda ecuación sobre la energía. Es la base de la ciencia de la termodinámica.



Aún en áreas de antropología, los proponentes de la teoría de evolución han hecho afirmaciones muy dogmáticas que se contra­dicen mutuamente. ¿Cuáles de estas afirmaciones hay que creer, si cada una ha sido "indudablemente demostrada", pero se contra­dicen? Por ejemplo, se habló del Hombre Neandertal. Primero, era un "Homo Sapiens" (ese hombre tan sabio que piensa que ha evolucionado de otros especies) afligido de alguna enfermedad, lo que explicaba la forma de su cabeza. Luego, era otra especie, el famoso vínculo que faltaba entre el mono y el hombre. Des­pués, fue una raza aparte, que no produjo al "homo sapiens", pero que se extinguió en Europa con la llegada del "homo sapiens". Últi­ma­mente, sin embargo, en las páginas del País, se ha anuncia­do el descubrimiento de que el Hombre Neandertal comerció con el hombre moderno, ¡aun que no cohabitó con él! Supongo que la misma clase de pruebas y la misma certeza se puede atribuir a este último "descubrimiento" como a los primeros. Suena mucho como los brujos de antaño que utilizaban muchos símbolos y len­guaje incomprensible para demostrar su gran conocimiento de ... ¡nada! Al lector “indocto”, en otras palabras, muchos de estos descubrimientos científicos parecen ser una estafa.

¿CHAPUZAS DE LA CREACIÓN?


Un alumno de esta asignatura en Zaragoza tuvo la amabilidad de enviarme una fotocopia de un artículo de El País publicado el 15 de mayo '96. El artículo se llama Chapuzas de la Evolución. El escritor del artículo, Jesús Mosterín, es catedrático de Filosofía, Cien­cia y Sociedad, Y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El artículo presenta varios ejemplos de que el diseño del hombre tal como está ahora es una chapuza, y por tanto no puede ser el producto de la creación por un Dios perfecto, sino de la evolución. El lenguaje del artículo es típico de la manera que hablan muchos profesores de ciencias hoy en día. Hablan en una manera muy segura de cuestiones sobre las cuales tienen muy poca seguridad. Por otro lado, si el creyente en un Dios creador habla con tanta seguridad, es un intolerante que se niega a mirar al otro lado de la cuestión. No pretendo discutir las afirmaciones del profesor en cuanto a la manera que el cuerpo está hecho: no tengo suficiente conocimiento de la anatomía, y sólo haría el ridículo. Quisiera, sin embargo, examinar las conclusiones implicadas en el artículo: que la evolución ha hecho una chapuza al "diseñar" al ser humano, y por tanto fue la evolución impersonal con una serie de casualidades y la suerte del más adaptado de sobrevivir. Mientras examinamos estas afirmaciones, os reto, como alumnos, a pensar en alguna respuesta cristiana razonable, desde el punto de vista crea­cio­nista. No vale contradecir las afirmaciones anatómicas, al menos que tengáis la autoridad de conocimiento sobre el tema. Sólo tra­ta­re­mos las implicaciones. Así que he aquí unos ejemplos de "chapuzas":

1.         "Como ha subrayado George Williams, la organización anatómica de nuestro ojo es el resultado chapucero de una serie complicada de avatares evolutivos, algunos claramente desafortunados desde un punto de vista ingenieril." El catedrático sigue explicando el diseño del ojo, con sus dos fotorreceptores (bastones y conos) que reciben y transforman la energía de los fotones... y luego describe cómo los impulsos nerviosos causados acaban en transmisiones al cerebro de la información recibida en la retina. Ahora bien, estos fotorreceptores son alimentados por medio de una red de capilares sanguíneos. Según el señor Mosterín, un diseño razonable del ojo exigiría que el estrato de conos y bastones estuviese en la parte alta de la retina, adyacente al cuerpo vítreo transparente y por encima de los vasos sanguíneos que lo alimentan, como ocurre en los ojos de los calamares. Pero en los vertebrados, "la retina está colocado al revés, debajo de las fibras nerviosas y los capilares, que han de ser inútilmente atravesados por la luz antes de impactar en los fotorreceptores". Además se queja de que el nervio óptico no se forma detrás de la retina, de donde podría ir directamente al cerebro, sino delante, por lo que ha de abrirse paso a través de la retina por un agujero para pasar al otro lado. Parece ser que el ojo sólo funciona porque todos estos defectos se neutralizan, "pero no es precisamente un paradigma de buen diseño."

Reconociendo nuestra ignorancia, admitamos que esto es cierto, conforme a los conocimientos actuales. El catedrático no hablaría así, en cuanto a los hechos anatómicos, si no fuera cierto. En tal caso, ¿cómo podemos defender la posición "creacionista" frente a esto?
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2.         "El conducto que lleva el aire a los pulmones se cruza absurda­mente en la garganta con el que lleva la comida al estómago, poniendo a los vertebrados en peligro de ahogarse". (¡La mayoría de nosotros sabemos esto por experiencia! Por tanto no contradecimos al catedrático).
¿Cómo defenderíamos la posición creacionista?

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3.         "Los mamíferos machos tienen una temperatura interna demasiado elevada par la normal producción de espermatozoides, por lo que sus gónadas han descendido ... desde su ancestral posición interna hasta la posición externa del escroto. Lo curioso del caso es que al descender se han equivocado de camino, por lo que sus conductos deferentes se han quedado colgados de los uréteres. Aunque los testículos están muy cerca de la uretra, en la que vierten el semen, éste se ve obligado a realizar una larga expedición por un conducto innecesariamente largo (medio metro) y tortuoso." (Lo único que me atrevería a contradecir son las palabras "descendido... desde su ancestral posición" y todo lo que depende de ellas. Porque es una suposición evolucionista).
¿Cómo defenderíamos la posición creacionista?

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4.         "Las hembras humanas tienen dificultad para parir"
¿Cómo defenderíamos la posición creacionista?

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5.         "Muchos seres humanos tienen dolores de la columna porque su esqueleto está más adaptado a la posición cuadrúpeda anterior que el bipedalismo erecto que adoptaron nuestros antepasados hace cuatro millones de años".
¿Cómo defenderíamos la posición creacionista?

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6.         "Nuestro propio cerebro es el resultado de la reutilización para otras funciones de estructuras de orígenes muy distintos chapucereamente yuxtapuestas".
¿Cómo defenderíamos la posición creacionista?

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Ahora sugiero unas respuestas parciales. Como el catedrático parece empezar con la presuposición de la evolución, yo reclamo el mismo derecho, empezando con la presuposición de la creación.


1.         Según el escritor del artículo, un diseño razonable del ojo exigiría que el estrato de conos y bastones estuviese en la parte alta de la retina, adyacente al cuerpo vítreo transparente y por encima de los vasos sanguíneos que lo alimentan, como ocurre en los ojos de los calamares. Además, hay el problema de la posición del nervio óptico que está por delante en vez de por detrás de la retina.



Como respuesta, habría que recordar el lenguaje que los periódicos suelen utilizar cuando se trata de una captura por la policía. Dicen: "El presunto asesino"; "el presunto etarra", etc. fue capturado... o será procesado... Me gustaría que como científico el catedrático utilizara un lenguaje igualmente cuidadoso. Podría decir, por ejemplo: "Según nuestras informaciones actuales, un diseño razonable del ojo exigiría que..." lo que a mis oídos suena más "científico" y menos "dogmático". A cada cuantos años se descubren cosas que contradicen las opiniones anteriores. Puede haber una razón por esta inversión de las partes del ojo, que algún día entenderemos. Quizá protege el ojo de algo que no podemos entender hasta ahora. El calamar es una criatura del agua, viviendo, pues, en condiciones distintas. Es interesante que la estructura de su ojo sea también distinta. Reconozco que esto no es una respuesta, sino una expresión del hecho que el problema no tiene que preocuparnos demasiado.

2.         En cuanto a la posición del conducto de aire, sugiero la misma respuesta. Simplemente que lo único que podemos decir es que hasta aquí no sabemos la razón, pero no significa que no hay una buena razón. Un científico más que nadie debe estar dispuesto a reconocer nuestras limitaciones en esa área.

3.         En cuanto al problema de reproducción de los mamíferos machos, )podrías imaginarte lo que sería del mundo si no hubiera tal problema? Hoy muchos temen que el mundo sea superpoblado (aunque otros niegan que sea el caso). Seguramente si el sistema reproductorio fuera más eficaz, tendríamos un serio problema de superpoblación. ¡Gracias a Dios que ha provisto algo para impedirlo!

4.         En cuanto a la dificultad que las hembras humanas tienen para parir, la Biblia nos da una explicación “Multiplicaré en gran manera los dolores de tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos…" (Gn. 3:10). Alguien puede rechazar esto como siendo de la Biblia, o como siendo "sobrenatural" – pero, ¿no es eso la cuestión desde el principio? ¿Es sobrenatural o natural? En otras palabras sería razonar en círculos decir que lo sobrena­tural no puede existir porque ¡la única solución a ciertos problemas que nos presenta lo sobre natural es una solución sobrenatural!

5.         En cuanto a la razón de los dolores de la columna, el señor Mosterín no nos explica en qué manera la columna es más adaptada para cuadrúpedas; se limita a afirmar un juicio, de que es "más adaptada...". No parece ser un dato seguro, y además la frase parece depender de su presuposición de que el hombre era originalmente cuadrúpeda. Por tanto no tenemos la necesidad de encontrar una respuesta.

6.         Como en el caso anterior, el señor Mosterín no nos da más datos; sólo da por descontado que hubo otras funciones anteriores de la estructura del cerebro. En la realidad, por la falta de datos el problema me parece muy poco claro.

No prometí dar respuestas completas a esas afirmaciones, y (no he dado más de lo prometido! Es cierto que hay muchos prob­lemas que el creacionista no puede necesariamente solucionar del momento. Científicos creacionistas como Gish, y Morris, ya han afirmado que existen muchos problemas que hasta aquí no llegan a solucionar. ¿Significa esto que la posición creacionista es falsa? Tal conclusión sería anticientífica. Cuando uno consi­dera la multitud de problemas que se presentan a la posición evolucionista: la falta de ni un solo ejemplar de vínculo entre distintas especies; la falta de ejemplo de mutación hoy en día que consiga reproducirse; la falta de ejemplo de alguna especie de vida que se mute en otra especie; en realidad la falta de toda evidencia concreta para la evolución, que está basada en una filosofía más que en una investigación científica. Hay además el problema del principio de que las cosas dejadas a sí mismo tienden naturalmente al desorden, mientras la evolución significa que las cosas han ido desde el caos hacia el orden por una serie de casualidades. ¡El creacionista no tiene por qué sonrojarse!



Pero el creacionista, ¿pasa por alto la evidencia de los fósiles? )los hallazgos de dinosaurios y de mamíferos gigantescas que había en la tierra hace mucho tiempo? )la extinción de ciertas especies? Claro que no. Reconocemos que algunas clases de vida animal (como el pájaro que se llama "dodo" por ejemplo) parecen haberse extinguido en los últimos siglos, y hay en este momento algunas clases de vida animal que están en peligro de extinguirse. (Por el deseo del hombre de proteger la foca, por ejemplo, ciertos peces parece estar desapareciendo).

¿Y qué de los dinosaurios? Según las afirmaciones populares, se extinguieron cientos de miles de años antes de la aparición del hombre. Sin embargo hay un libro antiguo, escrito por la mano de un hombre, que parece describir algunas de esas bestias:

"He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti; Hierba come como buey. He aquí su fuerza está en sus lomos, y su vigor en los músculos de su vientre. Su cola mueve como un cedro, y los nervios de sus muslos están entretejidos. Sus huesos son fuertes como bronce, y sus miembros como barras de hierro"
(Job 40:15-18).

Se ha sugerido que se trata de un elefante o un hipopótamo. Pero si miras a la cola de uno de esos animales, )cómo entenderías las palabras: "su cola mueve como un cedro"? En realidad, la des­crip­ción es la de un dinosaurio. Ahora bien, hace unos siglos puede ser que algunos se habrían burlado de esa descripción bíblica de una bestia como siendo un ejemplo de la fantasía de los escritores. Con el conocimiento que tenemos hoy en día sin embargo, el texto no parece tan extraño, salvo que contradice la opinión de que los dinosaurios eran extintos cientos de mil años antes de la existencia del hombre.

Hemos hablado ya de presuposiciones en este estudio. En la revista "Línea sobre Línea" que citamos anteriormente, se cita al catedrático de bioquímica en la universidad de Southampton, G. A. Kerkut, un convencido evolucionista. Éste nos recuerda seis presuposiciones del evolucionismo que son a menudo ignoradas:


Dice Kerkut, un evolucionista, que la mayor parte de los libros acerca de la Evolución tratan estas presuposiciones con arrogancia como parte de un antiguo debate ya resuelto. Sin embargo, dice Kerkut, estas presuposiciones son, por su propia naturaleza, incapaces de verificación experimental.

Ya hemos hablado del por qué de esta imposibilidad: no se puede repetir en un laboratorio; tampoco podemos volver atrás en el tiempo para comprobar los hechos. Como dice Artist, autor del artículo en cuestión, "El estudio de los orígenes no es, hablando estrictamente, ciencia. No había observadores científicos cuando la vida se originó, ni cuando vinieron a existir los diferentes tipos de organismos. Estas cosas no están teniendo lugar en nuestro mundo presente, por lo que el problema de los orígenes, sencillamente, no se puede solucionar por medios científicos. La pretensión del origen espontánea de la vida no es más capaz de prueba científica que el que la vida se deba a una creación específica. Estas dos filosofías de orígenes, evolución y creación específica, son las únicas que están en la actualidad a disposición de los hombres de ciencia.

La cita más interesante en este artículo, viene sorprendentemente de la introducción a la Edición del Centenario de El Origen De Las Especies de Darwin. La Introducción es escrita por el Profesor W. R. Thompson, F.R.S., que fue director del Instituto de Control Biológico del Commonwealth, de Ottawa, Canadá. El Dr. Thompson dice: "Como ya sabemos, existe una gran divergencia de opinión entre los biólogos, no sólo acerca de las causas de la evolución, sino incluso acerca del mismo proceso. Esta divergencia existe porque la evidencia es insatisfactoria y no permite llegar a ninguna conclusión cierta ... Esta situación, en la que hay científicos que se lanzan a la defensa de una doctrina que son incapaces de definir científicamente, y más incapaces de demostrar con rigor científico, tratando de mantener su crédito ante el público suprimiendo críticas y ocultando las dificultades, es anormal e indeseable en el campo de la ciencia".

Luego el artículo cita a C. F. Weizäcker en su obra La Importancia de la Ciencia: "Todavía no entendemos demasiado bien las causas de la evolución, pero tenemos pocas dudas en cuanto al hecho de la evolución; ... )Cuáles son las razones para esta creencia general? ... No sabemos cómo podría la vida, en su forma actual, haber venido a la existencia por otro camino. Esa formulación deja silenciosamente a un lado cualquier posible origen sobrenatural de la vida; así es la fe en la ciencia de nuestro tiempo, que todos compartimos." Artist comenta esta cita, haciendo notar que no se cree en el Evolucionismo debido a que existan unas pruebas positivas reales que lleven a tal postura como conclusión científica, sino que el hombre moderno toma su punto de partida en un rechazo de toda posible revelación de Dios.

En otras palabras, tanto la Evolución como el racionalismo ateo no son basados en conocimientos de los hombres, ni en ningún descubrimiento. Son más bien filosofías, o una filosofía, en la cual se basa la interpretación de los hechos.

Algunos piensan que la teoría de la evolución es resultado de, o al menos es apoyado por, la genética y por el registro fósil. El mismo circular, Línea Sobre Línea, que hemos citado ampliamente, nos da citas de un zoólogo y de un paleontólogo.

El eminente zoólogo francés, Pierre P. Grassé, dijo: "La genética es la ciencia de la herencia, de la conservación del patrimonio específico; sus relaciones con la evolución no son conocidas más que a través de teorías, lo que es bien poco."

El doctor Bermudo Meléndez, catedrático de paleontología en la Universidad Complu­tense de Madrid, dijo acerca de la naturaleza del registro fósil: "La amplitud de la evolución realmente comprobada por los datos paleontológicos es bastante restringida... El principal motivo de incertidumbre está en que ya desde los restos fósiles más antiguos conocidos, están perfectamente individualizados todos los tipos de organización de los Invertebrados, que aparecen aislados entre sí, sin formas intermedias conocidas; y en cierto grado, también las clases aparecen en las mismas condiciones. El Tipo Vertebrados también aparece individualizado, desde el primer momento, sin que a ciencia cierta se pueda decidir cuáles podrían haber sido sus antecesores".

Apoyando esta última afirmación, el doctor Stephen Jay Gould, profesor de geología y paleontología en la Universidad de Harvard, y de firmes convicciones evolucionistas, dijo: "... las transiciones entre los grupos principales son característicamente abrup­tas. La extrema rareza de las formas de transición en el regis­t­ro fósil persiste como el secreto profesional de la paleon­tología. Nos imaginamos ser los únicos verdaderos estudiosos de la historia de la vida y, sin embargo, para preservar nuestro fa­vo­rito relato de evolución por selección natural, consideramos que nuestros datos son tan malos que nunca vemos el mismo proceso que profesamos estudiar".




Lectura:   Lee el capítulo V (pág. 62-75) sobre Evolución en MANUAL DE EVIDENCIAS CRISTIANAS





Ejercicios:        Escoja entre uno u otro de estos ejercicios:
1.         Explica cómo el Evolucionismo concuerda con la Biblia, o al menos no la contradice.
2.         Explica por qué no se puede sostener a la misma vez fe en la teoría de evolución, y en la Biblia. Luego, explica por qué, con todo esto, la Teoría de Evolución no presenta una verdadera amenaza científica a la Biblia.





LECCIÓN 11: CONTRADICCIONES Y MILAGROS


¿QUÉ HACER DE LAS CONTRADICCIONES EN LA BIBLIA?


Una pregunta que se hace a veces a los creyentes es: ¿cómo puedes creer que la Biblia es la Palabra de Dios mientras tiene tantas contradicciones? Gente sin conocimiento de la Biblia está convencida de que está llena de discrepancias, suficientemente para hacer insostenible la confianza en ella.

Cada vez más, aun aquí en España, la creencia popular es que la Biblia está llena de contradicciones. Y obviamente, si se puede demostrar que la Biblia contiene errores y contradicciones, entonces habría que admitir que al menos aquellas partes no son palabra de Dios. La ley de contradicciones, que está a la base del razonamiento lógico, afirma que una cosa no puede ser A y A[19] al mismo tiempo, en el mismo lugar, y en la misma manera. No puede estar lloviendo y no estar lloviendo al mismo tiempo y en el mismo lugar.

Ahora bien, como dice Josh McDowell, es fácil decir que la Biblia está llena de tales inexactitudes, pero es mucho más difícil demostrarlo. A continuación, examinaremos algunos casos de aparente contra­dic­ción en la Biblia...





3.      En los mismos textos que acabamos de ver, se nos ha hecho ver otra aparente contradicción. En Mateo y Marcos se nos dice que Jesús encontró a estos ciegos mientras salía de Jericó. En Lucas, sin embargo, leemos "Aconteció que acer­cán­dose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al cami­no mendigando...". Esto parece, a primera vista, ser mucho más serio como contradic­ción. Porque no puedes estar saliendo de una ciudad al mismo tiempo que estás entrando en la misma ciudad.  Sin embargo, la arqueología moderna ha vuelto a apoyar la posición bíblica en una manera sor­pren­dente. Se ha descubierto que había dos ciudades de Jericó. Una antigua ciudad destruida, llamada Jericó, y una nueva ciudad reconstruida. No estaban exactamente en el mismo sitio. Pero había gente que vivía en la antigua ciudad de Jericó y que consideraban que aquélla era la verdadera ciudad de Jericó. Por tanto uno podía pasar por la vie­ja ciudad de Jericó, estar saliendo de ella, y al mismo tiem­po estar entrando en la nueva ciudad de Jericó. Tene­mos un ejemplo perfecto de esto en Aragón, con el pueblo de Bel­chite. He ido varias veces a visitar las ruinas de Bel­chite. Pero ahora hay otro pueblo de Belchite construido al lado. Algunas veces he ido a las ruinas de Belchite sin entrar en el pueblo reconstruido. Otras veces he andado de uno a otro. He salido de Belchite para entrar en Belchite. Cuando estoy entre los dos no puedo decir si estoy saliendo de Belchite o si estoy en­tran­do en Belchite. Depende de cuál pueblo me interesa. Si mi interés es histórico, estoy saliendo de Belchite. Si mi interés es en comprar algo, o en visitar a un residente de Belchite, entonces estoy entrando en Belchite. Sin embargo no hay ninguna diferencia en los dos casos en cuanto a dónde me encuentro, ni de dónde ven­go, ni a dónde voy.

4.      Otro ejemplo me fue dado cuando yo era nuevo creyente, por alguien que quiso arrebatar mi fe en la inerrancia de las Escrituras. Se trata de las versiones de la conversión de Pablo. La versión en Hechos 9:7 nos dice "Y los hombres que iban con Saulo se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie". En Hechos 22:9 leemos "Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espan­taron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo". En una traducción inglesa se dice "no oyeron la voz", lo que no es muy correcto como traducción. A primera vista esto parece contradictorio pero no lo es. Al ver la luz no ven necesariamente a nadie. Al oír la voz, no significa que entienden la voz. Por otro lado, aun si hubiera habido una verdadera contradicción en este caso no habría sido una prueba contra la inerrancia de las Escrituras. En este caso es Lucas que escribió el libro de Hechos. El relato, pues, de Lucas, en Hechos 9, tiene que ser verbalmente ins­pi­ra­do e inerrante. Pero en Hechos 20, Lucas está relatando las palabras de Pablo, quien a su vez relata su experiencia. La inspiración e inerrancia de las Escrituras significa que Lucas reproduce sin error lo que Pablo dice; no significa que Pablo en lo que dice fuese inspirado. En la misma manera, en los Evangelios, se cita las palabras de los discípulos, que eran lejos de ser inspirados, porque Jesús les reprende, diciendo una vez que Pedro hablaba por parte de Satanás. En la misma manera los tres amigos de Job no eran inspirados, ni el mismo Job, pero el escritor de Job era inspirado al darnos las palabras que dijeron. El conjunto de las palabras nos enseña algo sobre buenas y malas actitudes frente al sufrimiento.




2.                  Hay, sin embargo, otra explicación, que no excluye necesariamente la de McDowell. El problema es que Jesús murió el día antes del "día de reposo" o "Sha­bâth" en el hebreo del Antiguo Testamento. Eso hace creer que murió el viernes. Pero hay otra palabra "Shabatôwn" que implica un día especial de reposo. Las dos palabras se traducen en la misma manera en el griego y en nuestras Biblias. Ahora bien el "día de reposo" era normalmente el séptimo día, o nuestro sábado. Pero había excepciones. Por ejemplo en Levítico 23:23-24 leemos "Y habló el Señor a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo (Shabatôwn), una conmemoración al son de las trompetas, y una santa convocación" en el versículo 27-32 leemos: "A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afli­gi­réis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida al Señor. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante del Señor vuestro Dios ... Y cualquier persona que hiciere trabajo en este día ... Ningún trabajo haréis; ... Día de reposo será a vosotros...". Si el primer día del mes es día de reposo, y el décimo día del mes es día de reposo, entonces al menos uno de los días de reposo cae en un día que no es sábado. Esto significa que en aquella semana habría dos días de reposo, o dos "Shabâth" (o "sabatón" en el griego del Nuevo Tes­ta­mento). Luego en el mismo capítulo 23 de Levítico, vv. 34-36, leemos como el día quince del séptimo mes será un día de reposo, y que entonces empezará la sema­na de los tabernáculos, y el octavo día después será también un día de reposo. Es en­tonces que vemos la Pascua. Ahora bien, la Pascua depende de la Luna, y no de los días de  la semana. Por tanto, habría un "sa­baton" especial entonces que no sería necesariamente el séptimo día de la semana (sábado). Posiblemente en el año que Jesús fue crucificado, el "sabatón" de Pascua cayó en un viernes. Por tanto habría habido dos días de reposo seguidos. Jesús habría sido cruci­ficado antes del primero de esos días de reposo. Esto expli­caría por qué las mujeres esperaron tanto tiempo antes de visitar la tumba de Jesús. También será más fácil en tales condiciones contar "tres días y tres noches".




El Evangelio de Juan describe la llegada de María Magdalena a la tumba; el Evangelio de Mateo dice que era acompañada por María la madre de Jacobo y José. Pero no hay contra­dic­ción si uno pone el énfasis siguiendo los movimientos de una mujer, mientras otro habla de las demás. Además, hay la cuestión de si María había visto al Señor o no antes de anunciar lo de la tumba vacía a Pedro y Juan. Es posible que no lo hubiera visto, pero que volviera hacia la tumba con ellos y que mientras ellos investigaban la tumba, ella tuviera su encuentro con el Señor en el huerto. Son supo­si­ciones, pero demuestran que no es necesario ver contradicciones en los relatos.

Nuestra creencia en la inspiración de las Escrituras no admite contradicciones en las Escrituras. Los "liberales"[21] tienen razón en decir esto. Y por tanto nuestra "presuposición" nos inci­ta a encontrar soluciones a las aparentes contradicciones. Los que no creen en la inspiración de las Escrituras, por otro lado, tienen otra presupo­sición, y su presuposición les incita a no buscar soluciones para las aparentes contradicciones sino utilizarlas para apoyar su punto de vista. Una vez más no se trata de si alguien tiene presuposiciones o no. Se trata de saber: ¿cuáles son sus presuposiciones?


 ¿SON POSIBLES LOS MILAGROS?


No podemos extendernos mucho en una respuesta a esta pregunta. En la realidad, se podría contestar en una sola palabra: “¡Sí!” o en una frase: “Si creemos que existe un Dios creador del universo que sea personal, entonces no tenemos ningu­na dificultad en creer en la posibilidad de milagros”. Esto resume nuestro argumento. Hay muchas personas, hoy en día, que si les preguntáramos, insistirían en que creen en un Dios Todopo­deroso y personal. Al mismo tiempo, tales personas se burlarían de la ingenuidad de tu fe si dijeras que creías en los milagros relatados en la Biblia.

En otra lección hemos hablado de la manera en que se detuvo el sol en el libro de Josué. Es interesante ver cómo muchos pre­di­cadores "respetables" de las iglesias más tradicionales tra­tan de “explicar” los milagros de los Evangelios. Por ejemplo, en el milagro de la multiplicación de los panes, la muchedumbre sufrió un arrebato de generosidad al ver como un niño estuvo dis­puesto a compartir sus pocos panes y peces; así que sacaron la comida que tenían escondida ¡y se compartieron entre todos! Me parece, sin embargo, que tal explicación no toma en cuenta el asombro de la multitud, y la manera en que el acontecimiento está rela­tado en los cuatro Evangelios. Otros milagros, como la redada de pescado cuando Jesús dijo que pescaran una vez más después de una noche sin resultados, sería pura casualidad. Las resurrecciones serían casos en los cuales las personas no eran muertas. La resurrección de Lázaro sería pura invención, o al menos exageración. Algunas sanidades serían por autosugestión. Estas explicaciones no bastan, sin embargo, cuando leemos los Evangelios. Hubo varios milagros que iban definidamente en contra de las leyes de la naturaleza, como cuando Jesús anduvo sobre el agua; cuando resucitó a Lázaro; cuando sanó a los lep­rosos; cuan­do sanó a ciegos de nacimiento; etc. No se pueden explicar natu­ral­mente. Sea que eran puras invenciones de los escritores de los Evangelios, o eran milagros. El hecho que no hay escritos por parte de judíos de la época en los cuales se sugiere que estos relatos eran invenciones (y había muchos enemigos del Evangelio) nos hace creer que estos acontecimientos eran de dominio público, y los enemigos de Jesús no tenían nada que decir en respuesta. En cuanto a personas, religiosas u otras, que pretenden hacer milag­ros hoy en día, hay muchos libros que contradicen sus pretensiones, y no hay razón alguna para pensar que no se habría hecho lo mismo en los tiempos apostólicos si hubiera sido factible.

En la realidad, la única razón por la cual alguien se burlaría de la posibilidad de milagros sería por negar que Dios Creador y todopoderoso exista. Y esto se trató en la Segunda Lección.

En el libro A READY DEFENSE, McDowell sigue los argumentos de C. S. Lewis en cuanto a los milagros. En primer lugar comenta el argumento de David Hume, que dijo que una creencia sólo podía justificarse por su probabilidad, y que la probabilidad se basa en la uniformidad o la consistencia de la naturaleza. Lo que es único en cuanto a la experiencia humana normal, ha de ser recha­za­do según Hume. En otras palabras, cree que vivimos en un uni­ver­so cerrado en el cual todo acontecimiento (pasado, presente y futuro) ha de tener una explicación natural. Esto excluye la posibilidad de intervenciones sobrenaturales. No importa qué ocurre, o cuán fuerte las pruebas, hay que rechazar lo milagroso.

Así que Hume rechaza la posibilidad de milagros porque nunca tuvieron lugar. Nunca tuvieron lugar porque no son posibles. El profesor Clark Pinnock, al hablar de esto, comenta: "La ex­perien­cia en contra de los milagros es uniforme sólo si sabemos que todos los relatos de milagros son falsos, y no sabemos esto. Nadie tiene conocimiento infalible de leyes naturales para poder excluir a priori la posibilidad de acontecimientos únicos. La ciencia nos dice lo que ha sucedido, pero nunca puede decirnos lo que puede o no puede ocurrir. La ciencia observa los acontecimientos; no los crea. El historiador no dicta lo que la historia puede contener; está abierto a lo que los testigos relatan."

C. S. Lewis dice: "Tenemos que estar de acuerdo con Hume que si hay experiencia uniforme contra los milagros, si, en otras palabras, nunca han sucedido, pues, entonces nunca han sucedido. Desgracia­damente, sabemos que la experiencia contra los milagros es uniforme sólo si sabemos que los relatos de ellos son falsos. Y sabemos que los relatos de ellos son falsos sólo si sabemos ya que los milagros nunca han acontecido. En efecto, estamos argu­men­tando en un círculo."

McDowell nos proporciona un ejemplo histórico de lo insensa­to de esa clase de razonamiento. Cuando los primeros exploradores llega­ron a Australia, encontraron allí un animal que desafia­ba todas las leyes conocidas de taxonomía.  Era un mamí­fero semi­a­cuá­tico, que ponía huevos, tenía una cola ancha y plana, los pies palmeados, y un hocico parecido al pico de un pato. Llama­ron al animal un "platypus" (ornitorrinco). Al vol­ver a su país, revelaron su descubrimiento al mundo. La gente consideró que su relación era un engaño, puesto que ningún animal con tales carac­terísticas podría existir. Aunque los tes­ti­gos oculares tenían buena reputación, se rechazó su testi­monio por razón del punto de vista general. Los exploradores volvieron una segunda vez a Australia y volvieron con la piel de un ornitorrinco muerto. La gente les volvió a acusar de fabricar un engaño. Parece que tomaban en serio el dicho de Benjamín Disraeli: "Sólo creo lo que puedo comprender". Charles Caleb Coulton dijo: "Quien cree sólo lo que puede comprender, sea que tiene una cabeza muy larga, o un credo muy breve".[22]

La Biblia en ninguna parte argumenta la realidad de milag­ros. Sólo los relata. Es lo mismo con la existencia de Dios. Em­pieza: "En el principio Dios creó...". Nunca trata de conven­cer a sus lectores de que Dios existe.


LECCIÓN 12: LA MORALIDAD DEL CRISTIANISMO


El cristianismo ha sido criticado no sólo desde el punto de vista intelectual, sino también desde el punto de vista moral. Se han hecho varias acusaciones:


Son cuestiones que valen la pena tratarse, tanto para el bien del creyente como para responder al incrédulo.


POR QUÉ DIOS PERMITE LA MALDAD Y EL SUFRIMIENTO


Empecemos con el primero. Paul Little lo trata en su libro KNOW WHY YOU BELIEVE. Es una de las preguntas que más preocupa a la gente. ¿Por qué sufre gente inocente? )Por qué algunos bebés nacen ciegos? ¿Por qué se extingue repentinamente una vida prometedora? ¿Por qué hay guerras en las cuales cientos de miles de personas inocentes mueren, y muchas más son mutiladas para la vida? Se ha dicho que sea Dios es todo poderoso pero no es bueno, o Dios es bueno, pero no es todopoderoso y por tanto no puede cambiar estas circunstancias. Se suele echar la culpa a Dios por el mal que hay en el mundo.

Estas cuestiones no son fáciles de tratar. Quien no ha padecido puede contestar fácilmente en una manera dogmática, pero más nos acercamos al sufrimiento más difícil es contestar.

Antes de considerar la pregunta de por qué Dios permite tanto sufrimiento en el mundo, deberíamos considerar que es más sorprendente que Dios no nos hace perecer todos. El hecho que Dios es bueno no sólo significa que es justo, sino que es también misericordioso, amante, y paciente. Algunos consideran que si Dios fuera bueno, la vida de cada persona sería el resultado de lo que merece sus buenas y malas acciones y actitudes. Si una persona pregunta: ")Por qué Dios no castiga enseguida a los malvados?" Se puede contestar: ")Dónde estarías tú si Dios castigara siempre enseguida la maldad de los hombres?" En el Salmo 103:10-11 leemos "No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen". Así que parte de la razón reside no en la crueldad de Dios, sino en la misericordia de Dios.

En el hinduismo hay otro concepto del sufrimiento. Ellos creen en el concepto de Dios que consiste en recompensas y retribuciones exactas de lo que uno merece. Las recompensas y retribuciones son parte de la ley del Karma, en el cual cada uno recibe en la vida reencarnada lo que merece de la vida anterior. Por esta razón cualquier intento de aliviar el dolor y la miseria sería interferir en las obras de Dios. Por esta razón, en el pasado, los hindúes hicieron tan poco por sus desafortunados. Aunque hay cambios en las actitudes de muchos hindúes modernos hoy en día, no han llegado todavía a reconciliar este nuevo concepto con la ley del Karma.
Es claro tanto en el Nuevo Testamento como en el Antiguo, que aunque el dolor puede ser el juicio de Dios, hay muchos casos en los cuales no tiene relación ninguna con las males acciones personales. Por otro lado Gálatas 6:7 nos advierte: “No os engañéis: Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Tenemos los ejemplos de Miriam, que fue castigada con la lepra como resultado de su rebelión; los seguidores de Coré que fueron tragados por la tierra; Ananías y Safira que murieron por su mentira. Pero ¿por qué no mueren enseguida los malvados en general? Porque Dios quiere darles la oportunidad de arrepentirse. En Ezequiel 33:11 leemos: "Vivo yo, dice el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos, de vuestros malos caminos". Además, en cuanto a la acusación de que Dios parece permanecer indiferente al dolor de la humanidad, la verdad es todo lo contrario. Sí que Dios hizo algo para el dolor de la humanidad. Intervino por medio de Jesucristo, y llevó nuestras maldades en la cruz.

Little nos hace un resumen de las razones por las cuales Dios permite que la maldad y el dolor permanezcan y parecen prevalecer en el mundo:


Little dice que seguramente la mayor prueba para el cristiano hoy en día es el creer que Dios es bueno. Normalmente yo no estaría de acuerdo con esto. Pero recuerdo cómo reaccioné al oír un reportaje a la radio de cómo una niña autista había ido en compañía de su padre en las montañas. El padre la había dejado en el coche mientras iba a ocuparse de una manada de caballos, si bien recuerdo. Cuando volvió al coche, la niña había desaparecido. Durante un par de días se buscó a la niña hasta que encontraron los restos: había sido devorada por fieras. Mientras la búsqueda se hacía, recuerdo haber ido en mi despacho con un sentimiento de tristeza y rabia mientras pensaba en la pobre niña andando perdida y seguramente totalmente confusa. Espontáneamente vino a mi mente el pensamiento: "()Dios, acaso lo encuentras gracioso crear a una niña así?!" Fue un pensamiento indigno, pero a veces cuando vemos y sentimos el sufrimiento del mundo que hay que confesar no comprendemos plenamente, es difícil aceptar. Nuestras explicaciones son sólo parciales, porque sólo vemos en parte. Entenderemos el resto cuando lo vemos todo desde el punto de vista eterno.

Ejercicio:         Explica cómo el libro de Job nos ayuda a entender algo del misterio del sufrimiento.

LOS CRÍMENES EN EL NOMBRE DE CRISTO


No detallaremos aquí todos los crímenes que han sido cometidos en el nombre de Cristo. Conocemos bastante de sobra, desde que el cristianismo llegó a ser asunto del estado. Pero eso no es cristianismo. Fue la confusión entre la fe y la lealtad al estado: no son lo mismo. Hombres aprovechadores, además, se adueñaron de los instrumentos religiosos para su propio provecho. Pero Cristo no les envió, y sufrirán su juicio cuando venga el día. Las guerras de religión que se han comba­tido tampoco son resultado del cristianismo sino de hombres egoís­tas que quisieron hacer uso de la religión para adueñarse de otras personas y de sus derechos. No podemos ni defender ni negar los crímenes que se han cometido en el nombre del cris­tianismo. Lo único que podemos decir es que se hicieron en nombre de un falso cristianismo, o bajo un falso concepto del cristianismo. Invitamos al mundo no a mirar a todo lo que se ha llamado cristianismo sino a Cristo mismo y a su Palabra.

Se puede hacer notar, sin embargo, que siempre ha habido cristianos que hicieron objeciones a esos crímenes y guerras. En el tiempo de la Reforma, por ejemplo, los varios grupos llamados "anabaptistas" en general se opusieron fuertemente a toda guerra, no solamente a las guerras de religión. Muchos creían que un cristiano debería negarse a llevar armas en cualquier circunstancia. Los menonitas tuvieron que sufrir la cárcel, la pérdida de sus bienes, y a veces sus propias vidas por esta convicción. En cuanto a otros crímenes de la iglesia la historia está llena de nombres de cristianos que levantaron la voz contra ellos.


Ejercicio:

1.         Si hubiera una guerra civil en tu país ahora, en el cual los evangélicos en general daban la razón a una parte, ¿crees que sería justificable participar en la guerra?
2.         Si participaras en tal guerra, y tuvieras la responsabilidad de vigilar a un cierto número de prisioneros de guerra, imagina que tuvieras la oportunidad de conducir a uno de los prisioneros a Cristo. Ya lo consideras como un hermano en Cristo. Si surgiera la oportunidad de dejarlo escapar, ¿qué harías? Razona tu respuesta.

LOS ACTOS VIOLENTOS MANDADOS POR DIOS


En el Antiguo Testamento, vemos cómo en varias ocasiones Dios exigió a su pueblo que exterminara a los pueblos de la tierra que iba a ocupar. Hay que recordar que esto fue el mismo Dios que dijo: "No matarás". Por tanto esto no significaba un permiso para matar simplemente, sino matar en ciertas circunstancias limitadas. No tenían el derecho de matar a menos que Dios mismo lo mandara.

¿Fue algo inmoral por parte de Dios el exterminio de aquellas naciones? Habría que considerar las circunstancias. Ya hemos visto que en ciertas ocasiones Dios ha permitido desastres naturales como castigo del pecado de la gente. En esta circunstancia, en vez de una tormenta, una inundación, o un terremoto, el pueblo de Israel fue el desastre mandado por Dios como castigo. Choca mucho el hecho que Dios mandara que no sólo los adultos, sino que en ciertas circunstancias los niños también fueran exterminados. Pero los desastres naturales también extermi­nan tanto a los niños como a los adultos. Si no, ¡cuántos huérfanos habría! En lo que concierne la tierra de Canaán y sus pueblos, el pecado había llegado a su colmo. Dios indicó que había esperado unos siglos antes de actuar. Pero ya bastaba. Los adultos sacrificaban a sus niños en una manera cruel. Esas prácticas se extendían rápidamente de una región a otra. Dios mandó al pueblo de Israel para poner fin a aquello, lo que a lo largo puede haber salvado muchas vidas.

Además hay que recordar que Dios es Dios. Desde su santidad tiene el derecho de juzgar. Lo que más debe sorprendernos es que no nos juzga a todos con más severidad, y eso se debe a su gran misericordia.

EL DERECHO DEL CRISTIANO DE JUZGAR ENTRE EL BIEN Y EL MAL MORAL


La mentalidad que prevalece en nuestra sociedad occidental hoy en día es que no existe una norma absoluta de lo que está bien y mal. Cada uno tiene que decidir por sí mismo lo que está bien. Nadie tiene el derecho de imponer sus normas. ¿Qué es el resultado de esa actitud? Las estadísticas siguientes, de los Estados Unidos de América, son escalofriantes.

En Estados Unidos, cada día ocurre lo siguiente:


No hay ninguna razón para pensar que las estadísticas serían más positivas en Europa o cualquier otro país del Occidente. Estos comportamientos no se limitan a "niños problemáticos". Se trata de personas de clase media, a menudo de buenas familias estables. Pero es el fruto natural de una filosofía que pretende que no hay moral absoluto, con tal de que no hagas daño a otro. El problema de esa filosofía es: )quién definirá qué es hacer daño a otro?

La moral absoluta en que el cristianismo insiste, no con­siste de unas ideas inventadas por los cristianos. Se trata de las normas que Dios Creador puso. En realidad, la cuestión no es si tal norma moral u otra norma es correcta, sino si existe una verdad absoluta. Josh MacDowell define la "verdad absoluta" como siendo "aquello que es verdad para todas las personas, en todo tiempo, y en todo lugar". La verdad absoluta es objetiva, es universal, y es constante.


Por ejemplo, en cada familia tenemos unas normas de con­ducta. Puedo decidir que mis hijos siempre tienen que estar en casa para las 10:00 de la noche. Esto es una norma firme de la casa. Si pasan de esa hora, han transgredido la norma. Si en­tran antes de esa hora, están bien. Pero esa norma )es verdad absoluta? Claro que no, porque no se aplica a toda persona, en todo tiempo, y en todo lugar. En la misma manera una municipalidad, o un gobierno autónomo, o el estado, puede fijar ciertas normas para su población, que tienen que ser respetadas. Pero no son verdad absoluta. Las normas y leyes cambian, y a veces no se aplican en ciertas circunstancias. Pero una verdad absolu­ta es objetiva, universal, y constante.

MacDowell dice que si nuestros jóvenes van a aprender la diferencia entre el bien y el mal, tienen que aprender cuáles normas de conducta son apropiadas para toda persona, en todo tiempo, y en todo lugar. Necesitan conocer quién determina lo que es verdad, y por qué.

Se hizo una encuesta sobre las conductas de la juventud. Según esa encuesta, cuando los jóvenes no aceptan una norma objetiva de verdad como siendo absoluta, son:


Además, tienen más probabilidades de no fiarse de las personas, de sentirse decepcionados de la vida, de estar enfadados con la vida, de faltar un propósito en la vida, y de estar resentidos.

Por tanto, el resultado de no tener una verdad absoluta es dañosa en términos prácticos. Nos pueden reprochar algunas de nuestras ideas de lo que está bien y mal, pero no pueden repro­char­nos el hecho de tener una norma moral absoluta. Nuestra tarea como cristianos es conseguir que nuestras normas se conformen a la Biblia, que se pueda saber la diferencia entre normas absolutas bíblicas y principios prácticos que deducimos de aquellas normas en ciertas circunstancias.

Cuando crees que hay ciertas cosas que están bien para toda persona en todo tiempo y en todo lugar, estás reconociendo que existen normas morales y éticas fundamentales que son totalmente independientes de tu opinión personal. Reconoces que la distinción entre lo que está bien es objetiva, es decir, definida fuera de nosotros; es universal, y constante. La juventud moderna no puede ver que está mal robar, mentir, o hacer trampas, porque no tiene la idea de una norma absoluta: todo es negociable. Por esta razón no ven  el mal de ciertas actividades sexuales: si está bien para mí, es decir si disfruto, y no me hace daño, y particu­lar­mente si lo hago con amor sincero, entonces está bien. No consideran que el hecho de actuar a espaldas de sus padres u otras autoridades; el hecho de actuar con el miedo de un naci­miento o una enfermedad, no es propenso al verdadero amor. El amor es abierto, y echa fuera el temor.

Así, el cristiano no pretende que tiene el derecho de decidir qué está bien y qué está mal. Lo que el cristiano hace es reconocer el derecho de Dios de determinar el bien y el mal. Y cree además que lo que Dios ha determinado está revelado en la Biblia.

Ejercicio:         ¿Cómo puede el creyente decidir entre el bien y el mal cuando se trata de cuestiones que no se hallan en la Biblia?


          CONCLUSIÓN


Nuestra asignatura de Apologética ha tratado principalmente de una defensa intelectual y razonada de nuestra fe frente a algunos de los ataques que se hacen a ella. Esto no es, sin embargo, la defensa más importante, ni más eficaz, por lo importante y útil que sea. La defensa más importante es, por cierto, espiritual: la convicción por parte del Espíritu de Dios en los corazones de las personas.

Otra defensa importante, sin embargo, consiste en el comporta­miento de los que profesan la fe en el Evangelio. Siempre se puede encontrar nuevos argumentos para atacar la fe. Pero es muy difícil encontrar argumentos contra una vida que lleva, en una manera manifiesta, el fruto de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, y templanza. Nuestra defensa es nuestra reacción ante las dificultades y la oposición. Nuestra defensa es cómo amamos a los hermanos.

Una defensa se hace frente a un ataque. ¿Qué clase de ataque a nuestra fe es la más peligrosa? ¿La oposición que viene de los ateos materialistas? ¿la oposición de las sectas? ¿aquella sutil e hipócrita reacción de aquellos que profesan ser cristianos pero no creen en ninguna de sus doctrinas? Toda esa oposición tiene su fuerza. Pero la oposición, el ataque, más fuerte al cristianismo viene desde dentro. La oposición más fuerte consiste en aquellos creyentes que no se aman mutuamente. Viene de las iglesias de creyentes que se pelean entre ellos por razones banales como el estilo de culto, o el presupuesto de la iglesia, u alguna otra cosa parecida. Esto es lo que el mundo ve y hace que se burlan del evangelio. eso es lo que ven los débiles en la fe y se desaniman. Debemos asegurarnos que no estamos entre aquellos que están atacando la fe cristiana; que estemos más bien entre aquellos que defienden la fe por nuestra conducta.

En unos de los más grandes escritos de apologética cristiana, la epístola a los Gálatas, Pablo resume su argumento diciendo a los creyentes: “Digo, pues: Andad en el espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne (del yo) (5:17). Sin esto, toda nuestra "apologética" intelectual será inútil. Pero con esto, nuestra apologética intelectual tendrá una fuerza que nadie podrá arrebatar.


          BIBLIOGRAFÍA


Gish, Duane T. THOSE TERRIBLE LIZARDS Master Book Publishers, El Cajón, California USA, 1977

Lewis, C. S. MERE CHRISTIANITY Harper Collins, UK 1977
en castellano:
Lewis, C. S. EL CRISTIANISMO Y NADA MÁS, Ed. Caribe

LÍNEA SOBRE LÍNEA publicado por SEDIN Cassà de la Selva (Girona), Circular n1 1

Little, Paul KNOW WHY YOU BELIEVE Scripture Press Publications, Wheaton, Illinois, USA 1968

McDowell, Josh EVIDENCE THAT DEMANDS A VERDICT Vol I y II, Here's Life Publishers, San Bernardino California USA 1992
            En castellano:  EVIDENCIA QUE EXIGE UN VERDICTO

McDowell, Josh RIGHT FROM WRONG Word Publishing, USA 1994

Morris, Henry M. SCIENTIFIC CREATIONISM Master Book Publishers, El Cajón, California USA, 1990.

Stott, John L'ESSENTIEL DU CHRISTIANISME Ligue Pout la Lecture de La Bible, y Groupes Bibliques Universitaires, Guebwiller, Francia, 1966

Vernet, Daniel LA BIBLE ET LA SCIENCE Ligue Pour La Lecture De La Bible Guebwiller, Francia, 1971

Wilson, Bill A READY DEFENSE, The Best Of Josh McDowell Thomas Nelson Publisher



[1]Little, Paul KNOW WHY YOU BELIEVE, Scripture Press Publications Inc., Wheaton, Illinois, 1967. pág. 36.
[2] Little, Paul Know Why You Believe, Scripture Press Publications, Inc., Wheaton, Illinois, 1967.
[3] H. de Lubac, El Drama del humanismo ateo, Madrid 1948, (citado por Miano en DICCIONARIO TEOLÓGICO INTERDISCIPLINAR)
[4] Charles Hodge, Teología Sistemática, Volumen Primero, CLIE, pág. 159.
[5] Daniel 5:1
   [6] Aquí también se refiere al lector a la asignatura de Teología Sistemática por Don Miguel Herbaje, primer módulo.
   [7] "Autógrafos" significa los documentos originales, escritos a mano por los primeros autores.
[8] Josh McDowell A READY DEFENSE (Compilación por Bill Wilson) Thomas Nelson Publishers Nashville, USA pág. 411
[9] Lewis, C. S. Mere Christianity pág. 138-139. Harper Collins Publishers, 1977. La traducción por J. F.
[10] Resumido de Walter Martin, The Kingdom of the Cults, Bethany Fellowship, Inc. Publishers, Minneapolis, Minnesota 1969, pág. 54-55. Creo que este libro puede encontrarse ahora en castellano.
[11] Esto es ejemplo de una "presuposición" como hemos visto en la primera lección.
[12] Estos párrafos son traducidos, cuando hay " ", y resumidos, en otros casos, de MERE CHRISTIANITY, de C. S. Lewis.
[13] Mucho de lo que precede es sea traducido, sea resumido de Paul Little, Know Why You Believe, pág. 161-171 (Scripture Press Publications, USA, 1968).
[14] Morris, Henry M. Scientific Creationism Creation Life Publishers, El Cajón, California, 1990, pág. 5
[15] SEDIN, Servicio Evangélico de Documentación e Información, Apartado 126, 17244 Cassà de la Selva (Girona). Lo que citamos viene del circular n1 1. Se puede escribir a esa dirección para pedir información sobre una subscripción a GÉNESIS, o sobre membresía de la COORDINADORA CREACIONISTA.
[16] Por otro lado nunca hemos de ceder terreno de la verdad bíblica a favor de las teorías científicas. Aun cuando no tenemos explicación, podemos estar seguros de que lo que dice la Biblia es cierto. La cuestión científica puede resolverse luego.
[17]La palabra es de Herbaje; las comillas alrededor de esta palabra son mías, ya que no creo que haya nada “nuevo” en la escuela creacionista. J.E.F.
[18]Estos párrafos son extractos del curso de Miguel Herbaje sobre la Teología Sistemática (Escuela Evangélica de Teología).
[19] Recuerde que A es nuestro símbolo por lo que no es A.
[20] Estas palabras traducidas de la página 133 en THE BEST OF JOSH MCDOWELL, A READY DEFENSE, compilado por Bill Wilson (Thomas Nelson Publishers).
[21] La palabra "liberal" en teología no se refiera a la idea de tener una mente abierta; no es el contrario de "cerrado". Significa más bien la escuela modernista de teología, que niega la inspiración de las Escrituras.
[22] A READY DEFENSE, compilado por Bill Wilson, pág. 123-125






Libros: KNOW WHY YOU BELIEVE, AND CAN WE KNOW?
Documento: GENLREVL.MH